Todo escritor tiene en su interior un almacén de datos (algunos, ignorados por él mismo) que, a medida que escribe, van apareciendo, trasluciéndose, en la superficie de la obra. Algunos escritores tiran con plena conciencia de ellos; otros dejan que se asomen sin apenas darse cuenta, y el lector no muy enterado tiene que esperar a que llegue el crítico agudo para que sean desenterrados e iluminados.
Yo, lamento decirlo, soy de los primeros. Es decir, de los que con plena conciencia aceptan la memoria de lo leído, para ir vistiendo su escritura. Lo lamento, porque queda más bien, parece más profundo y resulta más misterioso que las fuentes permanezcan enterradas quizá para siempre.
Lo mío no tiene nada de misterioso – al menos, en apariencia. Se resuelve solo con que el lector muy leído vaya descubriendo los remotos orígenes de tal frase o idea.
Pero ocurre que, por muy leído que sea el lector, es imposible que su memoria lectora coincida con la del escritor de turno, que en este caso soy yo. Así que, a la espera de los críticos y comentaristas avezados, que hasta es posible que me descubran datos sorprendentes sobre mí mismo, cosa que suele suceder, he decidido emplearme en la humilde y casi mecánica tarea de descubrir y explicar el origen de ciertas frases y pensamientos que jalonan la obra.
Así que tomo un ejemplar de mi novela La ciudad y el reino, publicada por Editorial Páramo en noviembre de 2020, y procedo:
1
Si te apartas de la sociedad perderás la noción de la norma. Y tu obra solo será el resoplido de una bestia o la ensoñación de un dios.(pág. 13)
ARISTÓTELES lo había dejado bien claro: El hombre solitario es o una bestia o un dios.
2
…la filosofía no es más que un género literario… (pág. 30)
Creo que fue BORGES quien alumbró esta idea, pero no recuerdo la frase exacta ni sé (ni importa mucho) la manera de encontrarla.
3
…los pobres muertos y los pobres heridos estaban tendidos allí, y el sol se ponía magníficamente detrás de Maguntiacum. (pág. 37)
En 1792 GOETHE acompañó a su soberano Carlos Augusto en la campaña militar que emprendieron los ejércitos de varios estados alemanes contra la Francia revolucionaria. Entre mayo y agosto de 1793 participó en al asedio de Mainz (la antigua Maguntiacum), ocupada por los franceses. En su relato Campaña de Francia del año 1792 se contienen unas palabras asombrosamente parecidas, si no idénticas, a las de la novela, arriba trascritas.
4
¿La nada, dices? ¿Qué nada? Solo existe la nada para el que nada sabe crear. (pág. 40)
Este es un pensamiento de GOETHE que nunca he sabido ubicar en su obra. Quizá solo existe en mi memoria, como síntesis de su actitud frente al nihilismo.
5
La naturaleza se presenta tan hermosa, contemplada con la paz de Cristo en el alma, que uno siente la tentación de preguntarse qué más nos puede ofrecer el Señor en la otra vida. (pág. 42)
Si el món ja és tan formós, Senyor, si es mira
amb la pau vostra a dintre de l’ull nostre,
què més ens podeu dâ en una altra vida?
Estos versos de JOAN MARAGALL, en lengua catalana, a veces tan poética, son sin duda la fuente de inspiración del texto de la novela transcrito arriba.
6
Ahora las puertas de mi casa están abiertas día y noche, y cualquiera puede entrar para lo que desee. Porque finalmente he comprendido que “el otro” no es nunca un intruso, sino que es siempre el mensajero de Dios. Y hay que estar muy atento para recibir y entender todos los mensajes del Señor. (pág. 45)
La misma idea alienta en las palabras de KAFKA, dirigidas a su entrevistador Janouch, que teme ser visitante inoportuno:
Considerar molesta a una visita no prevista es señal infalible de debilidad, es una huida de lo no previsto. Se oculta uno en la así llamada existencia privada porque le faltan las fuerzas para entendérselas con el mundo… Es una retirada. La vida es sobre todo un estar-con-las-cosas, un diálogo. No se debe eludir. Puede usted, siempre y cuando quiera, venir a verme.
7
Lo importante es realizar una actividad continuada y eficaz (pág. 54)
Frase, creo que poco literal, de GOETHE, para quien, corrigiendo la Biblia, “en el principo fue la Acción”.
8
Nuestros anhelos no son sino presentimiento de nuestras facultades. (pág. 63).
Idea, otra vez de GOETHE, que, para mí, constituye el ejemplo máximo del optimismo goethiano.
9
Es verdad que se advierte cierta fuerza y sinceridad, pero esas cualidades, por sí solas, no hacen una obra de arte. Eso que has escrito es una manera de palpar los sentimientos, de señalar la realidad. Pero decir ¡qué bello es eso! o ¡cuánto sufro! no tiene nada que ver con la creaciónartística. (pág. 103)
Son palabras del Ausonio de la novela, dirigidas a un alumno suyo que le sometía sus escritos para obtener la aprobación.
En las ConversacionesconKafka, de Gustav Janouch, el entrevistador somete al juicio del entrevistado unos escritos propios. La respuesta de KAFKA es la siguiente:
Estotodavíanoesarte. Este exteriorizar las impresiones y los sentimientos es, en realidad, una forma de palpar temerosamente el mundo…
Reflexiones, en uno y otro caso, aplicables a tanto aspirante a artista que piensa – como los románticos ingenuos – que todo consiste en expresar los propios sentimientos.
10
No hay que afrontar los problemas, hay que dejar que se disuelvan. (pág. 131)
Frase, creo que literal, de un ensayo de HENRY MILLER.
11
El sermón de Vigilancio en la misa de Navidad de Barcino (pág. 135 y ss.) no tiene nada que ver en su contenido con el del jesuita Arnall del Retrato del artista adolescente, de Joyce. Coincide con él en dos aspectos: que lo pronuncia un clérigo católico y que pretende ser un calco, en su forma e intención, de un sermón católico auténtico.
12
Una biblioteca no es un cementerio, como alguien dijo, sino un vivero. (pág. 145)ĺ
Ese “alguien” pensé que era CORTÁZAR, pero más tarde creí recordar mejor que lo de “cementerio”, lo aplicó el autor citado al Diccionario, no a la Biblioteca.
13
...fue la biblioteca,
cementerio o vivero, según mires,
Universo absoluto, según Borio, (pág. 146)
Es notorio que quien sí identificó biblioteca con universo fue BORGES, al que aquí se alude como Borio, bibliotecario alejandrino que nunca existió.
14
Es preferible cometer una injusticia que tolerar un desorden. Porque el desorden es fuente no de una, sino de mil injusticias. (pág. 154)
Cita de GOETHE, de cuya literalidad no respondo, famosa por su utilización por todos aquellos que desean resaltar el talante reaccionario de su autor, los cuales, curiosamente, omiten siempre la segunda parte.
15
Como poeta, soy politeísta; como pensador, soy panteísta; como ser moral, soy cristiano. (pág. 157)
El mismo GOETHE, definiéndose. Creo recordar – y no me apetece ir a comprobar – que el original, en lugar de “pensador”, dice “científico”, pero éste término no le va mucho a un escritor del siglo IV como Ausonio.
16
El dolor es consustancial a esa fuerza ciega que es la vida, esa fuerza que continuamente se propaga y multiplica sin orden ni medida, que no busca más que su propia perpetuación. (pág. 167)
Está claro que el que aquí habla por boca del Emiliano de la novela es el mismísimo SCHOPENHAUER.
17
Cristo, al final de los tiempos, recuperará no solo nuestros cuerpos y nuestras almas, sino también todo cuanto hemos sido y sentido y soñado. Nada se pierde, querido Ausonio. Yo tampoco pierdo Barcino. En mis sueños me acompañará y en el último día se salvará con todo.
Creencia o esperanza consoladora que el Paulino de la novela comparte con el jesuita y científico TEILHARD DE CHARDIN de muchos siglos después:cuando el universo alcance el Punto Omega de la evolución, todo lo que existe se volverá uno con la divinidad.
FIN (y que así sea)
NOTA. Los autores citados o utilizados conscientemente en la novela son Goethe, en primer y destacado lugar, Kafka,Joan Maragall, Schopenhauer, Borges, Cortázar, Henry Miller, James Joyce, Teilhardde Chardin y Aristóteles. Los citados o utilizados inconscientemente – que, con seguridad, los hay – no los conoceré yo hasta que no venga alguien a descubrírmelos.
10-II-58 La música aporta los consuelos de la filosofía sin las estrecheces de la dialéctica, sin la desazón de las conclusiones. No expresa ideas, siembra sentimientos.
28-VIII-58
Procuro ser metafísico en el más estricto sentido de la palabra. En lo exterior trato de hallar la fantástica verdad de los objetos, de la que sólo son un símbolo. En lo interior, procuro agitar las más puras y místicas emociones, los sentimientos más vírgenes
8-X-58
Revestimos a una criatura de las mejores galas y le hacemos objeto de nuestro amor. Y cuando, desnuda, la contemplamos, achacamos a ella nuestra desilusión…
17-X-58
No hay más sentimiento que el sentimiento de sí mismo. No existe más amor que el amor propio. Toda pasión prende en el fuego del egoísmo. Nada cierto hay fuera, mientras que dentro conviven hermanas una inmensa soberbia con un consciente desprecio de uno mismo.
7-II-59
Es el genio, como siempre, lo que me cautiva. Nunca busco la obra, sino a su autor. ¡Y qué emoción reconocerme en él!
31-III-59
Es difícil – es imposible – que una obra propia nos satisfaga. Esto impulsa hacia la perfección, pero puede sembrar el camino de desaliento. Y sin embargo ¿qué más puede pedir nuestro orgullo sino que sea aplaudida una obra nuestra de la que no estamos satisfechos?
27-IV-59
Cuanto más lo pienso más me parece Goethe algo exóticamente perfecto. No con perfección utópico-racionalista sino con esa que produce el haber llegado allí adonde uno por su naturaleza está impulsado a llegar.
15-III-60 X
La falta de orden, de cierto método en el modo de vivir, resalta el aspecto extraño de la existencia. En cuanto deja uno de ser pieza perfecta y se abandona a íntimos y desconocidos impulsos, pierde el mundo su semblante sereno. Entonces se convierte uno en espectador; en trágico espectador, porque como se ha evadido al ritmo que todo lo llena, no percibe la música, y la danza le parece algo grotesco y descabellado, cruel. La solución estaría en unirse al ritmo sin perder la condición contemplativa. Pero esto es imposible. En cuanto uno se incorpora a la danza, nada comprende, de puro lógico y normal que lo encuentra todo.
3-X-60
Cansado de estudiar, leo Oscar Wilde: “El alma del hombre bajo el socialismo”. Grandes verdades, gran personalidad la de Oscar.
14-X-60
Frecuentemente convierto mi seriedad en timidez, sin embargo, si consigo mantenerme en mi natural postura ante el más extraño, llego a intimidarlo.
27-X-60
Si esta incapacidad de socializarme y de estar a lo exterior tuviera su compensación en mi mundo interior ¡Magnífico!… Pero no. Apenas soy nada para mí, siquiera. Y entonces ¿por qué esta ambición que me dice poderlo todo?
……….
Mi espíritu está enfermo y conozco su mal: Una sobrecarga de inhibición. Como si todo lo apto de ser puesto en práctica pasase por el severísimo tamiz de una reflexión semiconsciente y fuera condenado. El exceso de reflexión que en la sangre llevo me impide la acción. El alcohol suele ser en este aspecto una excelente antitoxina… A veces, bebido, he pensado que el mundo normal de los otros debe ser como el mío cuando llevo unas copas de más…
14-XI-60
Debiera: olvidar mis defectos; dedicarme ingenuamente a cuanto me interesa; fomentar la alegría interna; realizarme en actos. Pero al considerarme incapaz de todo esto, peco ya contra el primer propósito.
18-XI-60
Por la noche, seis de los Maristas en el Dauphine de P. a la manifestación teatral del Comedia. Poca gente. Lo más pacífico del mundo. Pero llega la policía y lo estropea todo. Se llevan al organizador a comisaría, y dispersan al resto fusil en mano… Pasamos por la jefatura pero no está aquél.
25-XI-60
Con la carta, se reaviva el problema religioso. Mañana me espera A. y su rollo. Los del Opus me tienen frito. Sus ideales no son los míos.
Es preciso pasar de una postura ética a otra estética. Una visión “clásica” del mundo, inocente. Puestos el principio del Mal y el principio del Bien en constante lucha nada se puede avanzar. Todo queda reducido a una estéril y suicida guerra civil. Hay que acabar con esta clase de valores contrapuestos.
26-XI-60
Pienso que:
La sinceridad absoluta es barbarie.
La Religión es un presentimiento de la Ciencia Total.
La bondad de una persona no tiene que ver con la religión, sino con el carácter.
El amor es el símbolo espiritual en el que la naturaleza se expresa.
El artista que se ignora es el que produce más libremente. A Shakespeare no se le ocurriría nunca quemar su obra.
Buscar una justificación moral al mundo es empezar a construir por el tejado.
Definir es definirse.
“Todo lo grande educa”.
Un hombre civilizado, solo y desnudo, en una selva virgen, es un rey… entre republicanos.
Los hombre piensan conforme a lo que son. Y no son conforme a lo que piensan.
Constantemente se engaña el hombre respecto a su futuro. Gracias a esto vive.
La Divinidad no es un Ser caprichoso: Todo lo que es, es necesariamente.
16-XII-60
“Calígula” de Camus. Medio lectura, medio representación. Y luego coloquio. Para mí, Quereas ha alcanzado una altura superior a la de Calígula. Calígula representa el retroceso a un idealismo romántico destructivo. Es un romanticismo lógico. Pero se habla demasiado del rigor lógico de este personaje que le lleva a su propia destrucción. La Naturaleza también tiene su lógica. Y nunca se equivoca.
23-XII-60
¡Adelante! ¿Por qué? ¡Adelante!
“Ce qui sauve c’est de faire un pas”
28-XII-60
“T. des H.” Antoine de Saint-Exupery sereno, majestuoso, tierno, íntimo. Un artista equilibrado, seguro. En resumen, un hombre inteligente y sensible que, identificado con su actividad, siente que la vida tiene un sentido.
31-XII-60
De aquél “Cada país tiene el gobierno que se merece” podría seguirse el corolario de que “en España sólo hay un hombre” o al menos, que así merezca ser llamado… ¿Y Bruto?
6-I-61
No hay horas más terriblemente dulzonas que las pasadas alegremente entre los mayores. Todo en ellos es pasado.
No hay serenidad tan perfecta como la que alcanza una mediana inteligencia provista de mucho sentido común y de escasa instrucción.
La ancianidad tiene memoria; la juventud esperanza. Pero todos ansían lograr la dicha en este mundo.
7-I-61
Todo es fracaso, lamento… y esperanza. No surge la nueva vida. Tal vez exija una lenta y constante elaboración. Todo queda para mañana, siempre… Y el mañana se burla de nosotros convirtiéndose en escurridizo presente.
9-XII-61
Una misma realidad puede ser captada igualmente por las inteligencias de todo el mundo. Pero a todas les afecta de desigual modo. En unas será simple dato; misión, en otras…El Dios de los pobres ha fulminado sobre S. el rayo de su gracia. La injusticia social – la radical injusticia social – ya no es dato, sino vergonzosa, humillante, lasciva presencia.
10-I-61
He acabado Terre des Hommes. La mejor prosa francesa que por ahora he leído. Y además he ahí un espíritu singular. Firme, sereno, clásico; y al mismo tiempo, tierno, humano.
………………………
Copio “Quand nous prendrons conscience de notre rôle, même le plus effacé, alons seulement nous serons hereux. Alors seulement nou pourrons vivre en paix et mourir en paix, car ce qui donne un sens a la vie donne un sens a la mort.”
28-I-61
Termino “Los españoles en la literatura” de Menéndez Pidal. Queda clara la constante que señala la historia literaria española: realismo, sobriedad, moralismo, arte mayoritario. Que también podrían ser llamados: falta de imaginación, pobreza, estrechez, vulgaridad…
6-II-61
Todo espiritualismo aséptico es una monstruosidad. Pensar sobre el pensamiento conduce a la nada absoluta. Es el mundo material el único camino para hallar un sentido al fenómeno humano.
22-II-61
Decididamente no es posible lograr una determinada personalidad sobre la inapetencia absoluta. Hay que situarse. Tomar partido. Contemplar la vida desde un ángulo preciso. Hacerse con algo consistente – una vocación, una idea – que nos amarre a esta existencia.
23-III-61
Nada más arriesgado que ver claro; nada más incómodo que obrar en consecuencia.
Siempre están los que sirven a las ideas y los que se sirven de ellas.
Mientras haya un pobre, no se puede ser rico; mientras haya un desdichado, no se puede ser feliz. Esto sería, en lo social, la fiel expresión del pensamiento de Cristo.
……………………………………………..
La conciencia social nace de la individual y la transciende. Es la Humanidad que traba conocimiento consigo misma y se avergüenza de su condición. A estas alturas, una Humanidad sin conciencia sería un árbol seco, su destino, el fuego… Pero hay quienes tienen interés en que esta conciencia no progrese porque no saque a la luz sus ruindades.
Servir a la Verdad es integrarse en la línea recta que va de la primera explosión de Materia a la divina plenitud del Todo. Todas las demás son líneas muertas de problemático sentido.
……………………………………….
Dos fuerzas políticas hay en el mundo: una lógica y ofensiva, y otra tradicional y defensiva. De su lucha ha de resultar o la total victoria de la primera, o una síntesis superior. La segunda está condenada a perecer… o a hacer que perezca Todo.
21-IV-61
Va bien lo de Cuba. Castro se impone. Deben irse acostumbrando los americanos a contemplar cómo sus dominios se les escapan de las manos. La subversión mundial ya no es sólo de clases pobres contra ricas, sino de naciones subdesarrolladas contra naciones capitalistas.
30-IV-61
El amor propio es un arma de doble filo. Tan pronto sirve para avanzar, como para aniquilarse uno mismo.
El hombre es un animal que investiga. Cuando todo lo sepa no tendrá ya razón de ser.
19-I-61
Sigo leyendo “El pensamiento de Marx”. Hecha la crítica de la alienación religiosa y de la filosófica, me hallo en plena crítica de la alienación política, del mundo profano. Su lógica me parece implacable. Algunas cosas no llego a entenderlas del todo, sin embargo el gran lío viene cuando el jesuita critica al propio Marx, entonces no hay quien se aclare.
……………………
Hay un solo punto donde todas mis esperanzas en torno a la filosofía, a la ciencia y a la religión se concentran. Este punto se llama Teilhard de Chardin.
10-XI-61
Pierdo mucho tiempo. Me desespero porque nada coherente veo dentro de mí. Entonces clamo al Cielo para que imponga un orden progresivo y eficaz. Pero el Cielo sigue obstinadamente vacío… ¿No fuiste tú mismo el que lo despojaste de sus atributos? ¿No fuiste tú el que le arrebataste sus dones para otorgárselos a la humilde tierra? Pero he aquí que el peso es excesivo para tus débiles hombros. Quisieras perseverar. Tomar la curva ascendente, serena, de perfecto equilibrio. Pero… las nuevas razones no te sirven, ellas no te proporcionan las fuerzas suficientes. Por eso ¿se impone bajar la cabeza y tornar humilde a la antigua fuente de la fe y de la esperanza?
1-XII-61
El socialismo en todas sus clases y formas reduce al hombre presente a un ser de necesidades. Eso está bien. Ya es un paso adelante respecto al utópico ser de derechos. Pero, estas necesidades satisfechas – sea mañana, sea dentro de un montón de siglos – ¿cuál será entonces la tarea? Nos hallamos ante un artífice que construye delicada y tenazmente una máquina para que luego, cuando ya esté concluida, se dé cuenta de que no sabe para qué sirve. Este vacío debía haberlo llenado el socialismo materialista: redimido el hombre de su mundo miserable de necesidades insatisfechas, ¿cuál será su misión y su fin?
10-I-62
Necesito para contemplarme a mí mismo la perspectiva del espectador. Solo entonces llega a inspirarme el caso cierta simpatía.
28-II-62
Hay dos clases de personas que soporto difícilmente: los frívolos y los que gustan de dramatizar.
28-II-62
Sigo leyendo “El Conocimiento humano”. Russell me ha resultado un simple mecanicista. En serlo acierta, pero opino que no acierta en serlo simplemente. ¿No se pueden considerar las cosas bajo otro aspecto? Afirma que todo, incluso los más sublimes misterio de la vida y del espíritu pueden explicarse mediante procesos físico-químicos. Cierto. Pero esos procesos físico-químicos ¿cómo se explican? Y en todo caso habría que admitir una dirección latente en tales procesos que ha llegado a producir a lo largo de la evolución la Humanidad actual. ¿Casualidad? Tal vez, pero un azar que logra resultados tan complejos es ciertamente sorprendente. ¿Que tales procesos llevan por su propia esencia – o mediante la labor de la selección natural – a niveles siempre más complejos y elevados? Bueno ¿y no estaríamos entonces ante la fuerza psíquica rectora de la evolución de que nos habla Teilhard de Chardin?
17-III-62
Ningún juicio es puramente racional, en cuanto que no existe una razón humana que opere completamente independiente de los presupuestos físicos y socio-psicológicos del mismo individuo. El pensar, más que a las leyes de una lógica, obedece a las leyes de una causalidad. Pues no existen premisas sino causas.
…………………………….
Cada vez me va resultando más difícil no advertir, por doquier, una finalidad. El absurdo aparente nada puede ya en mí contra esta convicción nada lógica, no sé de dónde nacida.
1-V-62
Estudio en casa. Y a la Universidad. Manifestación de adhesión a Asturias. Entra la policía. Me va de poco. Corro. Cogen a unos cuantos. Nueva experiencia…
22-V-62
Continúa la tensión política. Crecen las huelgas, según informes.
Los “grises” entraron otra vez en la Universidad – yo no estaba – y cogieron a mansalva. S. fue a la comisaría pero salió enseguida.
La otra noche fueron a buscar a M. a su casa. Sigue detenido, en la Modelo, según parece.
6-V-63
Podemos estar seguros de nuestras ideas, de nuestras creencias; de nuestros sentimientos, no.
El teléfono suena, y el ánimo se sobresalta. Tal vez sea esta la llamada que ha de cambiarlo todo. ¡Vana esperanza!
Uno es libre de hacer lo que quiera, se dice. Nada más falso. Uno es solo libre de hacer lo que hace.
El hombre no es ni fin ni medio solo. Es fin en sí y medio al servicio del hombre.
25-V-63
La naturaleza cobra sentido en nosotros. Nuestro sentido consiste precisamente en dárselo a la naturaleza.
Antes de la aparición del pensamiento, la Naturaleza estaba muda. No podía expresarse más que por bruscos movimientos dictados por una voluntad subterránea.
Y nació el Verbo sobre la tierra. Y la tierra se expresa ya. Pero aún no sabe exactamente lo que busca.
15-VII-63
Y de repente la necesidad de escribir. De plasmar todo un mundo interior, de problemática coherencia. Los sueños suceden a los sueños, los deseos a los deseos, mientras fuera, otra vida – debe ser la auténtica – discurre. La vida de las luces y los acontecimientos. La que no se quisiera vivir.
3-IX-63
El desconocimiento del propio valer y de las propias fuerzas es el peor de los males… Te desconoces: o te sobreestimas o te subestimas, y es lo último lo más corriente y lo que más perjudica.
22-XI-64
Hace un año que asesinaron a Kennedy. Ya no me interesa la política. La política como ciencia. Ni la política como actividad humana. No me interesa en absoluto. ¿Estaba equivocado antes? ¿Lo estoy ahora? En el fondo, siempre ha sido lo mismo. Un interés forzado. Tenía que justificarme de algún modo. Ahora, no necesito justificación.
23-XI-64
A las 7 en la Fac. Reunión con mi grupo. Me siento obligado a definirme. Ahora que tan lejos me encuentro de toda definición. Pero no hay que fomentar el escepticismo entre los jóvenes.
11-XII-64
Pienso a veces que no llevo la vida de un hombre normal. No me interesa ser normal, por supuesto. Pero, ¿y si es que efectivamente no tengo capacidad para ello? ¿Y si mi anormalidad es por defecto y no por exceso?
8-III-65
Justa opinión la de Papini; si Leopardi hubiese sido todo lo pesimista que afirmaba ser, nunca hubiese escrito una línea.
4-IV-65
En un principio me habló Papini. Más tarde Goethe. Ahora me llama H.Miller. No me importa su mundo ni su anécdota. Lo que me interesa es su espíritu. Captar su fuerza. Esa fuerza misteriosa que logra el milagro de que un hombre desarrolle ante sí el tapete de la vida y se ponga a dar brincos sobre él. El genio del arte. El secreto de construir y descifrar símbolos. Y no desfallecer.
AMIEL, MARAÑÓN, EL DIARIO Y YO. FIN DE LAS CITAS:
19-IX-65
El Amiel de Marañón es un anormal bastante corriente. Veo muchos puntos de contacto entre su personalidad y la mía…
Pero no estoy de acuerdo en la separación tajante que hace Marañón entre Diario íntimo y vida activa. En mi caso el alumbramiento de mi Diario fue debido a la típica necesidad del adolescente, eso es cierto. También es cierto que en los momentos en que la actividad crecía, la necesidad de comunicarse con el Diario íntimo se debilitaba. Pero no es menos cierto que los momentos de alejamiento de estas páginas correspondían también, y de una manera inevitable, a períodos de radical inconsecuencia conmigo mismo. Esto está claro. ¿Cómo siendo novio de T. hubiera podido, cada día, confesarme a mí mismo que en realidad no la quería? ¿Cómo últimamente hubiera podido reconocer constantemente la carencia absoluta de sentido práctico de mi vida? Y sin embargo en esto he concedido en muchas ocasiones.
Creo que, aparte de la vertiente típicamente adolescente, característica de todo Diario íntimo, hay otra que no sólo no aparta el transcriptor de una vida activa, sino que constituye el fundamento inherente a toda actividad seria. Me refiero a la necesaria unidad de la personalidad. No creo – al menos éste es mi caso – que nadie pueda ser radicalmente insincero consigo mismo en las páginas de su Diario ya que, de serlo y no llevar una vida medianamente consecuente, el tormento que esto representaría sería insoportable. Lo que ocurre es que nadie o muy pocos llevan una vida medianamente racional y consecuente, y entonces, eso está claro, puede decirse que el Diario aparta al hombre de la vida. Pero es que esa no es vida, o al menos auténtica vida, sino simple actividad desquiciada, inconexa, sin sentido. Sólo del hombre que con perfecta tranquilidad de conciencia lleva o puede llevar un diario íntimo, podemos decir que vive de un modo auténtico, que vive una vida de hombre consciente.
Pierre Teilhard de Chardin nació en Sarcenat, cerca de Clermont-Ferrand, Francia, en 1881, en el seno de una familia muy acomodada y muy ilustrada. Y no solo ilustrada, sino además emparentada directamente con la Ilustración, pues la madre era tataranieta de una hermana de Voltaire. Una mujer muy piadosa, por cierto, que supo trasmitir a los hijos lo mejor del cristianismo. Del padre, naturalista, bebió el niño Pierre el amor por la naturaleza y la afición a las ciencias naturales.
A los once años inició los estudios secundarios en un colegio jesuita. A los dieciséis, se graduó en el bachillerato de ciencias naturales y, en los dos años siguientes, en los de filosofía y letras y de matemáticas. En 1899 ingresó en un noviciado de los jesuitas.
Estudia filosofía. De 1905 a 1908 enseña física y química en un colegio jesuita y luego se traslada a Inglaterra, donde estudia teología durante tres años. En 1911 es ordenado sacerdote y empieza a interesarse por la paleontología humana. Dos años después colabora en unas excavaciones que el célebre paleontólogo Henri Breuil realiza en el norte de España.
Tras el paréntesis de la Gran Guerra, en la que sirve como camillero, continúa con sus estudios e investigaciones científicas. En 1922 se doctora en ciencias naturales con una tesis claramente evolucionista, opción que le había de crear graves problemas con la dirección de la Compañía y de la Iglesia. Tras unos años como catedrático de geología del Instituto Católico de París, a partir de 1930 forma parte de diversas expediciones científicas por el Asia oriental, donde participa en el descubrimiento del sinanthropus pekinensis. Aprovechando la ocasión, la Compañía le ordena que permanezca en China. Y allá reside hasta 1946, con breves viajes a Europa.
De regreso a Francia, las tensiones con el mando jesuitico se mantienen, hasta que en 1950 se traslada a Nueva York. Pero el acoso no cesa: en 1955, último año de su vida, las autoridades eclesiásticas impiden que pueda participar en un congreso científico que había de celebrarse en la Sorbona. Finalmente el día 10 de abril del mismo año Pierre Teilhard de Chardin deja de existir como fenómeno físico y como conciencia individual. Era domingo, Pascua de la Resurrección.
No es frecuente que una vida se consuma al servicio de un ideal, y menos aún, que ese ideal sea algo noble y positivo para la humanidad. Porque vidas empujadas por una idea fija las ha habido las hay y las habrá: la obsesión del poder, del dinero, o de cualquiera de las formas de placer egoísta. Una vida entregada a una gran causa ajena al pequeño yo es solo patrimonio de los santos, de los científicos auténticos y de los artistas. Pierre Teilhard de Chardin fue las tres cosas. Santo, aunque tendrán que pasar años para que la Iglesia que lo maltrató y a la que siempre se mantuvo fiel lo reconozca; científico, porque al estudio sistemático de la naturaleza dedicó con abnegación toda la vida; artista, porque supo crear la obra en que se ahogan todas las penas y se realizan todos los sueños.
Nada me gustaría tanto como que se cumpliese aquella idea (¿esperanza?) suya de que, al alcanzar la humanidad el Punto Omega-Cristo, se recupere todo lo que se llevó el tiempo y nos podamos volver a ver (sueño también de Goethe).
Su mirada fue pura como la de un santo, aguda como la de un genio (M. Crusafont Pairó)
Como es normal, en la facultad de derecho había una biblioteca. Como es normal, esa biblioteca contaba con libros sobre temas jurídicos, políticos y sociales. Ya no sé si es (o era) tan normal que, además, hubiese un proporción nada despreciable de libros de otras materias, en especial humanísticas (filosofía, literatura), y hasta de ciencia. Sospecho que esta especie de anomalía no se debió al exquisito criterio del organizador competente sino a una causa más pedestre. Y es que el edificio de la facultad se acababa de inaugurar y es posible que no hubiese suficiente materia adecuada para llenar los estantes de la biblioteca, de manera que se recurrió, imagino, a lo que se pudo encontrar aquí y allá. Pues bien, bendita anomalía.
En la biblioteca pasaba yo bastantes ratos. Unas veces, porque no tenía clase a esa hora; otras, porque la clase que tenía era perfectamente superflua (un señor que va explicando lo que con las mismas palabras se explica en el libro que tienes que estudiar). Lo que no solía hacer en la biblioteca, excepto en época de inminentes exámenes, era estudiar textos de derecho, sino que casi siempre mi atención se dirigía a libros sobre literatura y pensamiento.
Guardo un recuerdo muy especial de uno titulado Literatura del siglo XX y cristianismo, de Charles Moeller, sacerdote belga y teólogo de gran prestigio. Parece raro, sí, pero fue un cura quien me puso en conocimiento o me permitió entender mejor a autores como Sartre, Weil, Camus (del que ya había leído cosas), Graham y Julien Green (nada que ver entre sí), Gide, Martin de Gard y otros varios. Y no sólo la literatura. También la ciencia, o mejor dicho, la divulgación científica, fue objeto de mi interés.
Muy interesante era el libro que estaba un poco de moda y que tan gentilmente me ofrecía aquella biblioteca para pasar los ratos de otro modo perdidos por diferentes ámbitos de la facultad, a veces atractivos, no lo niego (césped al sol, bar, clases diversas). El libro tenía por título Tras las huellas de Adán, su autor era Herbert Wendt y, con un estilo muy ameno, trataba de los últimos descubrimientos en materia de zoo-antropología (no sé si me acabo de inventar el término), es decir, de la aparición del hombre en la tierra y de las más recientes hipótesis científicas sobre el fenómeno. No recuerdo cómo, pero fue a raíz de la lectura del libro en cuestión que tuve conocimiento de la existencia de Teilhard de Chardin y de sus teorías. Tampoco recuerdo si lo empecé a leer en un ejemplar existente en la misma biblioteca, o en el libro que me compré poco después (La aparición del hombre, fechado por mi mano el 23 abril de 1960). Está claro que escribir “memorias” cuando todo empieza a desmemorizarse tiene sus problemas.
El caso es que, además del mencionado, conservo tres libros del autor, todos editados por Taurus Ediciones: El fenómeno humano, El medio divino y La visión del pasado. Y en ellos me sumergí durante meses, mientras el mundo vulgar de los estudios legales, los debates estudiantiles, la incertidumbre del futuro personal (¿qué será de mi vida?) y las penas y alegrías del vivir a los veinte años alborotaban a mi alrededor.
In my beginning is my end, dice Eliot. Pues empecemos por lo que parece el principio.
En su aparente insensibilidad, la materia más bruta guarda en su seno el proyecto del fin. La materia no es algo fijo, estático – lo saben muy bien los físicos de hoy –, sino que es esencialmente duración, y evolución. Y evoluciona mediante un proceso continuado de complejización, cosa que resulta evidente si comparamos la estructura de una piedra con la del cerebro humano. Ese proceso alcanza uno de sus puntos críticos con la formación de la vida. Pero también las estructuras de la vida evolucionan, hasta que alcanzan otro punto crítico: la aparición de la conciencia.
La conciencia individual humana no es el final del camino. La complejización continúa, de manera que el proceso de interacción de las conciencias individuales dará origen a una conciencia global, que finalmente accederá – pero ya con todos los misterios desvelados – a la Fuerza que estaba en el principio, oculta en la materia inerte.
Es decir, que en el universo, o por lo menos en el planeta tierra, se mueven tres capas de diversa y creciente complejidad: la Geosfera, el mundo meramente material, único existente antes de la aparición de la vida; la Biosfera, el tejido de los seres vivos que pueblan la tierra, y la Noosfera, compuesta por la capa pensante, que ha tomado el poder en el planeta y que es ahora la encargada de dirigir las siguientes fases de la evolución.
Porque Theilard de Chardin no niega la evolución, simplemente la interpreta de modo muy distinto a como la pensaba Darwin. Y es que todo ese proceso, o progreso, que burdamente he sintetizado, no se produce de una manera puramente mecánica o por casualidad, de modo que hubiera podido no producirse. No, es un proceso necesario y su fin estaba ya en su principio.
La creciente complejización de la materia produce necesariamente la vida; la creciente complejización de la vida produce necesariamente la conciencia, y la creciente complejización, mediante interacción, de las conciencias individuales producirá necesariamente la Conciencia única y total, que se encontrá con el Dios-Hombre (Punto Omega), el cual ya estaba al principio (Punto Alfa), oculto en la materia, e impulsando las distintas fases de la evolución.
La distancia con el darwinismo mecanicista es inmensa. El hombre, la maravilla del cerebro humano, no es resultado casual del proceso evolutivo – hay que tener mucha fe para creer en tanta casualidad, imagino que apostillaría un Chesterton –, es el eje, la flecha de la evolución.
Admitido este proceso – y, salvo quizás en su etapa final, parece que hay que admitirlo -, surge la pregunta. ¿Todo eso sucede porque sí, es decir, por la fuerza propia de la misma naturaleza? ¿O hay algún poder externo que lo ha planeado y lo impulsa todo? La Fuerza, ¿es inmanente o trascendente?
Teilhard, como el católico y jesuita que nunca dejó de ser – aunque a veces se lo pusieran tan difícil –, opta por lo segundo. Es lícito preguntarse si se podría optar por lo primero.