Archivo mensual: agosto 2023

En defensa de Werther

Con éste, termina la serie de breves fragmentos de las Conversaciones con Goethe que en su día fueron señalados por mí, lector de veinte años. Un fragmento muy significativo. Porque resulta que Goethe siempre ha sido acusado, entre otras cosas, de reaccionario. Y en algunos aspectos lo era. Pero en lo esencial, no. Las líneas que siguen son una muestra. En ellas el artista, el creador, defiende una de sus obras de los ataques que el moralista de turno le dirige. Y para hacerlo no se abstiene de señalar allá donde reside la auténtica inmoralidad: en la conducta criminal de príncipes y sacerdotes. 

“Goethe trató de nuevo, con la misma ironía e intención de antes, la cuestión de los enormes sueldos que disfrutan los altos eclesiásticos ingleses y contó una aventura que le había sucedido con lord Bristol, obispo de Derby.

Lord Bristol —dijo—, que pasó en cierta ocasión por Jena, quiso conocerme, y acepté su invitación de pasar una velada con él. Era un hombre a quien encantaba ser grosero con los demás, pero si éstos lo eran con él se hacía completamente tratable. Así quiso obsequiarme en aquella velada con un sermón sobre mi Werther, para meterme en la conciencia que con aquella obra había incitado a los hombres al suicidio.

«¡El Werther —me dijo— es un libro totalmente inmoral y condenable!».

«¡Basta ya! —exclamé—. Si habláis de esa manera de mi pobre Werther, ¿qué tono deberéis emplear para recriminar a los poderosos de la Tierra, que en una sola campaña envían cien mil hombres al campo, de los cuales, más de ochenta mil se matan unos a otros, y se incitan mutuamente al asesinato, al incendio y al saqueo? Pero tras estas crueldades vos siempre cantáis un Te Deum. Y, además, ¿qué diréis cuando atormentáis a las almas débiles de vuestra parroquia predicándoles sobre los horrores de los castigos del infierno, hasta el punto de que muchas de estas infelices personas acaban por perder la razón y van a parar a una casa de locos? ¿O cuando por obra de muchas de vuestras doctrinas ortodoxas, insostenibles ante nuestra razón, sembráis la mala semilla de la duda en el ánimo de vuestros cristianos oyentes, y hacéis que estas almas ni fuertes ni débiles se pierdan en un verdadero laberinto, al que no ven otra salida que la muerte? ¿Qué debéis deciros y qué castigos debéis reservar para esto?… ¡Y ahora queréis hacer responsable a un escritor y condenar una obra, que mal interpretada por algunos espíritus limitados, ha limpiado el mundo de una docena a lo sumo, de cabezas locas, de seres inútiles que no podían hacer nada mejor que soplar sobre los débiles restos de su escasa luz interior! ¡Yo creí haber prestado un verdadero servicio a la humanidad y merecer el agradecimiento de ésta, y ahora llegáis vos y pretendéis convertir en un crimen este mísero hecho de armas, mientras vosotros, príncipes y sacerdotes, sois los que lleváis a cabo los verdaderamente inmensos crímenes!».

Estas palabras ejercieron una admirable influencia sobre mi buen obispo. Se volvió tan manso como un cordero, y desde aquel momento se comportó durante todo el resto de la velada con la mayor cortesía y el más delicado tacto.”

Conversaciones con Goethe, por J.P. Eckermann (17 marzo 1830). Trad. Jaime Bofill y Ferro. Editorial Iberia, Barcelona 1956.

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Arte y política

“El poeta inglés Thomson escribió un excelente poema sobre las estaciones, pero otro muy deficiente sobre la libertad, y no por falta de poesía en el autor, sino en el tema. En cuanto un poeta pretende actuar políticamente ha de entregarse a un partido, y tan pronto como realiza esto se ha perdido para el arte. Tiene que despedirse de su libre ingenio, de su visión desenvuelta y sin trabas, para calarse hasta las orejas el gorro de la limitación y del odio ciego. El poeta ha de amar a su patria como hombre y como ciudadano; pero la patria de sus esfuerzos y de su actividad poética es lo bueno, lo noble y lo bello, cosas que no están acantonadas en ninguna provincia ni en ningún país determinado y que es preciso captar allí donde se encuentren. En esto se parece al águila, que vuela, libre la mirada, por encima de las tierras, y a la que le resulta completamente indiferente si la liebre sobre la que se precipita se encuentra en Prusia o en Sajonia.

Y ¿qué significa amar a su patria y obrar con patriotismo? Si un poeta se ha esforzado durante toda su vida en combatir destructores prejuicios, en apartar mezquinos puntos de vista, en ilustrar el espíritu de su pueblo, purificarle el gusto y ennoblecerle ideas y propósitos, ¿qué más puede hacer en favor de él y cómo podría proceder de manera más patriótica? Cargar sobre un poeta otras ingratas obligaciones poco adecuadas para él es como si impusiésemos al coronel de un regimiento que para ser verdaderamente patriota tuviese que mezclarse en los asuntos políticos olvidando las obligaciones de su cargo.”

Conversaciones con Goethe, por J.P. Eckermann (marzo 1832). Trad. Jaime Bofill y Ferro. Editorial Iberia, Barcelona 1956.

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