Larra

EL CORZO HERIDO DE MUERTE

El 1 de febrero de 1837, encerrado en su casa de la calle Santa Clara, desde su conciencia de hombre acabado, Larra escribe a su amigo Ventura de la Vega. Se trata de una carta sin mucho sentido, en la que, entre ironías y sarcasmos traspasados por una honda melancolía, recuerda momentos de su vida, que sin duda su amigo ya conoce. A esta primera siguen otras cartas. Hasta trece. Por esas páginas pasan fugazmente la infancia del exiliado, el primer desengaño (no solo amoroso), el matrimonio precipitado, la lucha por la fama, el éxito literario y social, la frustrada actividad política, la tenaz melancolía, el gran amor, que da sentido a todo y que, al desvanecerse, lo deja todo sin sentido. Una llamada a la puerta interrumpe la escritura. En el escenario de la calle Santa Clara empieza la representación de la última escena de la obra. Será breve. Pronto caerá el telón.

(Publicada por Editorial Cahoba, Barceloa, 2007; derechos disponibles para formato en papel)

LA CRÍTICA HA DICHO:

“Ahora Antonio Priante le dedica El corzo herido de muerte (Cahoba), una impactante novela que casi no parece novela. Los trece capítulos del libro son otras tantas cartas a Ventura de la Vega. Comienza la correspondencia el 1 de febrero, termina el 13, el mismo día de su muerte. Las cartas son apócrifas, cierto. Pero podían ser verdaderas, tan fielmente nos evocan el desolado tono de los últimos artículos Larra. La técnica es la misma que Priante emplea en otras novelas como Lesbia mía, una recreación de Catulo. Todas sus novelas son históricas y tienen la intensidad del poema, el rigor del ensayo.”

(José Luis García Martín, ABC, 16 de junio de 2007).

“Priante es un escritor culto de escritura diáfana, elegante y muy ajustada a lo que quiere contar. […] Priante se funde con el periodista y nos brinda su voz, Con libros así, la literatura no deja de alentar.”

(José Giménez Corbató, El Heraldo de Aragón, 4 de octubre de 2007).

“Mujer de poca fe me considero en lo que a la resurrección de la carne se refiere y, sin embargo, mi admirado Antonio Priante consigue hacerme cambiar de opinión (al menos en esa resurrección del espíritu y de la vida en que se empeña y logra con los personajes que toca). […] No se encarga Priante de hacer retratos sociales (aunque los hay), ni radiografías históricas (que también haylas), ni siquiera biografías al uso. Sino, insisto, resurrecciones. Quizá construye de esos seres lo que nunca vimos de ellos. Lo que faltaba por tejer perdido entre sus obras y las vidas que nos dejan enciclopedias y biógrafos. Con ese material Priante hace alquimia, depura y perfila los recovecos de grandes nombres dando de lleno en la diana de la verosimilitud…”

(Pequeñamoleskine, 30 de julio de 2007).

Microespacio titulado café con libros dentro del programa de la TPA.