Pasó la infancia de un lado a otro debido a los cambios de domicilio impuestos por el padre para eludir las molestias de los acreedores, lo que no le libraría de pasar unos meses en la cárcel por deudas cuando el pequeño Miguel tenía seis años, situación que recuerda la que había de vivir otro gran novelista de tres siglos después.
De sus estudios poco se sabe, solo que no los hizo completos o reglados, debido a la continua trashumancia de la familia. Se supone que estudió en Sevilla y Córdoba. A principios de 1569 consta como alumno en el Estudio de Madrid, dirigido por López de Hoyos, prestigioso humanista de tendencia erasmista, a quien sin duda debe en parte la actitud abierta y tolerante (siempre protegida por una doble capa de ironía y humor), que contrasta con la mentalidad inquisitorial y contrarreformista que, desde finales del siglo XVI, impera en España y en parte de Europa.
A principios de 1569 aparece en Roma, sin que los historiadores se pongan de acuerdo sobre los motivos (algunos suponen problemas con la justicia). El caso es que, a sus dieciocho años, el incipiente poeta que era entonces conoce se maravilla y goza de la vida y la cultura italiana, manjar siempre exquisito para
Aunque no lo es. O no lo era entonces, piénsese en Garcilaso, gran poeta y gran soldado. El caso es que en Nápoles se alistó en los Tercios cuando se preparaba una gran ofensiva contra los turcos, encabezada por España y Venecia.
En la batalla naval de Lepanto, librada en 1571, su actitud fue la propia de un soldado español de la época: valiente más allá de lo necesario (otra vez el recuerdo de
Cartas, por cierto, que habían de tener una utilidad que no pudo imaginar. Y es que la embarcación en que navegaba fue asaltada por corsarios berberiscos y sus pasajeros, capturados y llevados a Argel. Y aquí lo de la importancia de las cartas, porque, de acuerdo con el protocolo del oficio, lo primero que hicieron los
Rescatado gracias a las gestiones de la familia y de los frailes trinitarios, previo pago
En 1585 publica La Galatea, novela pastoril que le da cierto renombre y que lo sitúa entre los autores “medianos” de la época, situación que apenas variará a lo largo de su vida no obstante el doble éxito de sus últimos años.
Por las mismas fechas se casa con Catalina de Salazar, de 19 años – él tiene 37 -, heredera rural de Esquivias (Toledo), donde la pareja reside durante años, entre idas
Ese “parece que”, inserto en el párrafo anterior, lo considero necesario en todo lo que se refiere al relato de la vida de Cervantes. Porque de él sabemos muchas cosas, por lo que cuenta, por lo que cuentan los otros y por los documentos, pero todas se refieren a sus movimientos, traslados, amistades, relaciones. Mientras que, de verdad, de verdad, poco o nada sabemos de sus sentimientos y afectos. No se sabe, por ejemplo, si su vida matrimonial fue satisfactoria o razonablemente feliz. Por una frase del testamento de la esposa años después de que enviudase parece que sí. Parece. Y ni siquiera su visión del mundo se conoce en verdad, pues resulta muy difícil, sino imposible, descubrirla bajo el brillante juego entre lo convencional y lo irónico en el que se mueve toda su obra. (Continúa)