Existe la tentación de aplicar a esas personas – a esos nombres – el calificativo de seudónimos. Error. El seudónimo es solo el nombre, distinto del suyo propio, con que un escritor firma su obra.
Podrían calificarse de máscaras. Error. La máscara es la personalidad fingida que un escritor da al autor de sus propias obras, que no dejan de ser suyas en todos los aspectos.
El heterónimo, que es como se llaman las personas pessoanas, es una personalidad
Los heterónimos se distinguen entre sí y del ortónimo Pessoa – el supuesto creador – además de por la correspondiente trayectoria vital, porque cada uno tiene su voz propia, su tono; su pensamiento, que a veces no coincide, incluso se enfrenta con el del propio Pessoa. Hasta el extremo de que en ocasiones no está claro quién ha dado vida a quién. Escribe Pessoa:
Un día – era el 8 de marzo de 1914 -, me acerqué a una cómoda alta, cogí papel y comencé a escribir de pie, que es como escribo siempre que puedo. Y escribí
Aquí pone Pessoa lugar y fecha al inicio de la gran explosión de heterónimos. Pero el impulso viene de muy antiguo:
Desde niño tuve la tendencia de crear a mi alrededor un mundo ficticio, de rodearme de amigos y conocidos que nunca existieron.
Y, contra lo que puede parecer normal, Pessoa no crea a sus poetas dotándoles primero
Alberto Caeiro nace en Lisboa en 1889 y muere en 1915. Sus estudios son primarios, casi inexistentes. Vive siempre en el campo. Su poesía es directa, ausente de artificios. A primera vista podría considerárse metafísica, pero es todo lo contrario: continuamente insiste en la ausencia de una realidad interior, de una explicación de las cosas, que no son más que lo que son:
El único sentido íntimo de las cosas / es que no tienen sentido íntimo ninguno.
Según cómo, parece panteísta, pero no lo es; más bien cabría calificarle como positivista. Un positivismo poético:
Pero si Dios es los árboles y las flores / y los montes y la luna y el sol / ¿para qué le llamo Dios? / Le llamo flores y árboles y montes y sol y luna.
Ricardo Reis nace en Oporto en 1887. Educado en los Jesuitas, médico de profesión. Monárquico, emigra a Brasil en 1919. Muestra en su obra una fuerte disciplina mental, vestida de música. Pagano de corazón, pretende actualizar la tradición latina:
No dio muerte a los dioses / el triste dios cristiano. / Cristo es solo un dios nuevo, / tal vez el que faltaba…
Son los mismos los dioses, siempre claros y calmos, / de eternidad repletos, / despreciándonos siempre.
Álvaro de Campos nace en Tavira en 1890. Ha estudiado ingeniería naval en Glasgow. Retirado en Lisboa, lleva una vida inactiva. Su poesía parece muy
Bernardo Soares. Se ignoran datos biográficos. Quizá porque es el que más se parece al propio Pessoa. Afirma éste que Soares “es yo menos el raciocinio y la afectividad”, una “simple mutilación de mi personalidad”. No muestra obra poética. Pessoa le imputa la autoría del Libro del desasosiego, así llamado porque la inquietud y la incertidumbre son sus notas predominantes. El libro constituye, según el mismo autor “una confesión soñada de la inutilidad y dolorosa furia estéril de soñar”.
La obra conjunta de los heterónimos poetas, y parte de la del mismo ortónimo, se publicó en la revista Athena en 1924, bajo la denominación Drama em gente, llamada así porque según el autor (o recopilador) constituye un drama dividido no en actos sino en personas.
Estos son los heterónimos pessoanos. Hay más, pero de corta trayectoria y no tan definidos. Estos son los heterónimos, sí. Pero ¿y Pessoa? ¿Quién es? (continúa)
(De Los libros de mi vida. Lista B)