Archivo de la etiqueta: Joyce

Los caminos del libro. Literatura y cine. (A.E.P.12)

ALTER.- El otro día me preguntaba qué es lo que nos lleva a elegir un libro para leer, en vez de otro.

EGO.- Supongo que lo mismo nos lleva a elegir a una persona, para la amistad o el amor, en vez de a otra: la intuición de que ése es el libro, o la persona, que necesitamos.

ALTER.- Intuición que en muchos casos resulta falsa.

EGO.- En bastantes casos, sí, tanto con los libros como con las personas. Pero bueno, eso dependerá de las dotes intuitivas de cada cual. Los hay que casi siempre aciertan…y también los hay que casi siempre se equivocan.

ALTER.- Y también habrá el término medio.

EGO.- También, pero todo lo que tiene que ver con el término medio carece por completo de magrisinterés.

ALTER.- Vaya sorpresa. Te creía ponderado, ecuánime, colega de Claudio Magris y todo eso.. y ahora sales con…

EGO.- ¿Con qué? He dicho que el término medio carece de interés, no que carezca de todas las demás virtudes.

ALTER.- Pero, volviendo al tema, en tu caso ¿qué es lo que te lleva a empezar a leer un libro determinado?

EGO.- Las vías que te llevan a elegir un libro…hay de todo….puede ser… la lectura de otro libro. Esto es lo más corriente en mí. Una lectura te habla sugestivamente de un autor, o de un ambiente vinculado a un autor, y te entra el deseo de conocerlo directamente. El Danubio, de Claudio Magris, por ejemplo, me descubrió el mundo de Joseph Roth y, de un tirón, me leí cinco libros suyos, y con el máximo placer, te lo aseguro: La marcha Radetzky es una de las mejores novelas que he leído en mi vida. También puede ser… la lectura de algún artículo o reseña en un periódico o revista: de este modo me interesé por Claudio Magris, o también, el paseo por una librería hojeando los libros de los estantes, aunque este procedimiento, por lo general, más que llevarme a un autor determinado, me ha desaconsejado muchos.

ALTER.- ¿Y por la recomendación de algún amigo?

EGO.- Hace años, muchos años, un amigo me descubrió a Henry Miller; recientemente, otro me ha descubierto una deliciosa novelita de Thomas Mann, que no conocía.. Pero son casos excepcionales. Por lo general, la recomendación de los amigos no funciona en mi caso.

ALTER. – ¿Y las películas? ¿No te han sugerido alguna vez una lectura?

EGO.- Sí, pero sobre todo en la adolescencia y juventud. Por la película Quo vadis, leí la novela y lo mismo ocurrió con Sinué el Egipcio, y supongo que con alguna otra. Pero desde entonces, no recuerdo que ninguna película me haya conducido a una obra o autor.

ALTER.- Ya que has apuntado el tema, ¿qué opinas de la relación entre literatura y cine?

EGO.- Que, desde el nacimiento del cine, siempre ha existido…aunque con resultados más bien raquíticos.

ALTER.- Sí, es muy difícil que una obra literaria sea trasladada correctamente al cine.

EGO.- Depende. Una buena obra literaria perderá siempre en su traslado al cine, y es que hay que tener en cuenta que, si la obra la ha creado un verdadero artista, forzosamente necesitará otro artista de verdad para ser llevada a la pantalla con similares resultados. Por la misma razón, con las obras menores la adaptación resultará mucho más fácil. Es muy difícil que una gran novela no pierda profundidad y ambigüedad, es decir su riqueza más característica, al ser llevada al cine. Con el teatro es diferente…ahí tienes las excelentes versiones cinematográficas de Shakespeare, Oscar Wilde y otros. Y no me refiero al teatro meramente filmado, por supuesto. Y es que, pese a lo que pueda parecer por la profusión de medios con que cuenta el cine, el lenguaje cinematográfico es mucho más afín al teatral que al novelesco.

ALTER.- Y sin embargo, como tú mismo has apuntado, parece que el cine, con todos sus medios y efectos especiales, se presta perfectamente para representar toda la acción novelesca.

EGO.- ¿Toda?… A ver ¿A qué acción nos referimos? ¿A la que consiste en batallas, carreras y persecuciones? Por supuesto que ésa sí es representable por el cine. Pero no es éste, o no es éste principalmente, el tipo de acción que contiene una buena novela. La acción propia de una novela tiene que ver con el interior de los personajes, y con el del propio lector, y consiste en un proceso, por lo general lento y muy sutil, de modificación de las conciencias. A través de las vicisitudes de la acción externa, los personajes experimentan unas mutaciones internas que hacen que, por el ejemplo, el protagonista no sea al final lo mismo que era al principio. Don Quijote empieza como un hombre que quiere ser loco para poder vivir y termina como un hombre que quiere ser cuerdo para poder morir. Y también la conciencia del lector se modifica: cuando uno acaba de leer una novela, una buena novela, no es el mismo que cuando la empezó a leer.

ALTER.- Y tú crees que esa acción interior…

EGO.- Es muy difícil, por no decir imposible, que el cine la capte del texto de una novela, conservando el mismo espíritu que le infundió el autor.

ALTER.- ¿Y con el teatro no ocurre lo mismo?

EGO.- No, porque ahí la acción interior se desprende directamente de los diálogos de los personajes, diálogos que el cine puede recoger perfectamente, adaptándolos a sus propios medios expresivos, mientras que en la novela no se desprende sólo de los diálogos, que a veces ni siquiera existen, sino de todo el texto de la obra, con toda su riqueza de ambigüedades y matices. Y ahí radica la dificultad. ¿Te imaginas una adaptación cinematográfica de À rebours de Huysmans?

ALTER.- No, no me la imagino…De todos modos, seguro que recordarás alguna buena adaptación cinematográfica.

ALTER.- Sí, y alguna mala. Empecemos por la mala, y no es que sea de las peores, por cierto. El túnel, de Sabato, fue llevada a la pantalla por un director creo que español, y cosechó críticas más bien favorables. Pues bien, lo que yo vi fue una representación estéticamente muy cuidada de la misma historia que se cuenta en el libro, pero fría, glacial, carente por completo del fervor y la pasión con que el narrador nos arrastra en la novela. Yendo al otro caso, Dublineses, dirigida por Huston, adaptación del relato Los muertos, de Joyce, me pareció un ejercicio increíble de sabiduría cinematográfica en perfecta sintonía con la obra literaria.

ALTER.- Quizá es que tratándose de un relato corto…

EGO.- Quizá, no; seguro. Porque es el caso que el mismo Huston filmó una adaptación de Bajo el Volcán, de Malcolm Lowry…donde se ejemplifican todas las dificultades que antes he apuntado. Y es que la película es una buena ilustración de algunos aspectos de la novela, pero la inmensa riqueza que encierra la obra de Lowry queda casi por completo fuera de la pantalla. Lo mismo podría decirse de otra adaptación estimable, Guerra y paz, dirigida por King Vidor. Pero ¿es que alguien puede pensar que el riquísimo mundo literario de Tolstoy puede expresarse por otro medio que no sea la literatura? Una novela no es un guión cinematográfico. O no debería. 

(De Alter, Ego y el plan)

4 comentarios

Archivado bajo Opus meum

Huysmans. Catolicismo bueno y catolicismo malo. El secreto de la Iglesia. (A.E.P.8)

ALTER.- ¿Qué es lo último que has leído?

EGO.- Sospecho que la elección de la pregunta responde a alguna astucia secreta. No importa, por algún lado hay que continuar. Aparte de una serie de artículos de Claudio Magris, reunidos bajo el título de Utopía y desencanto, lo último que he leído ha sido En route, de Huysmans.

ALTER.- Dices «aparte de». ¿Consideras que esos artículos no merecen algún comentario?

EGO.- No, considero que no pienso hacer ningún comentario, por la sencilla razón de que no me motivan. A medida que los leía iba comprobando con cierto asombro cómo las ideas de Magris, escritor ilustrado, ponderado, incisivo a veces, enemigo declarado del mejunje posmoderno y de los nuevos irracionalismos, coinciden con las mías…¡hasta en el año de nacimiento coincidimos! Y es tan aburrido leerse a uno mismo…

ALTER.- Pues pasemos a Huysmans. Hace unos años leí A contrapelo, y me encantó.

EGO.- De las varias traducciones posibles del original À rebours, la menos afortunada es sin duda la que has mencionado. Estoy seguro de que al esteta Huysmans le hubiese horrorizado. Contra natura es fonéticamente mucho mejor, pero se aleja bastante del sentido del original; Al revés no está mal, pero resulta algo ambigua. Para mí, la más ajustada es A contracorriente, sobre todo teniendo en cuenta que el autor plantea en la novela una actitud humana opuesta por completo a la que describe en À vau l’eau, expresión que significa «aguas abajo» o «siguiendo la corriente». Pero decías que la novela te gustó…¿por algún motivo especial?

ALTER.- Bueno, para empezar es muy curioso que una novela en la que prácticamente no hay acción resulte tan interesante.

EGO.- Sí, toda la acción externa se reduce a la estancia de Des Esseintes, aristócrata decadente y esteticista, en la casa adonde se retira huyendo de la vulgaridad del mundo moderno. Ahí, rodeado de libros, joyas, piedras preciosas, cuadros, perfumes, tapices y otros objetos más o menos artísticos o exóticos, se abandona a sus ensoñaciones.

ALTER.- Pero no consigue la paz espiritual que al parecer busca.

EGO.- No, sino que, al contrario, su neurastenia se acrecienta hasta extremos insoportables…y la obra acaba con una angustiosa llamada de ayuda dirigida a un Dios en el que no cree.

ALTER.- Y ésta que acabas de leer, ¿es del mismo estilo?

EGO.- No exactamente. En route, tradúzcase por En marcha o En camino, representa el final de una etapa del desarrollo personal del autor, y el comienzo de otra.

ALTER.- A ver, explícame eso del desarrollo y las etapas.

EGO.- Pocos años después de À rebours, Husmans publicó Là-bas (Allá lejos). El protagonista de esta novela es un escritor, Durtal, que al mismo tiempo que hace investigaciones, teóricas y prácticas, sobre el satanismo y las misas negras, frecuenta un reducido círculo de amigos más o menos católicos, y se siente especialmente atraído por la fe inconmovible de uno de ellos: el campanero de una iglesia de París.

ALTER.- La fe del campanero…me suena.

EGO.- Sí, tú has oído campanas, pero no son éstas. Lo que te suena es «la fe del carbonero», típica expresión castellana para referirse a la persona que cree por delegación, sin plantearse ninguna duda. Pero bueno, en este caso coinciden. La fe del campanero de Là-bas es la misma fe del carbonero, tan citada por Unamuno…Pero, a lo que iba. En la novela En route, el mismo protagonista de la anterior, Durtal, se plantea abiertamente abandonarse a la fe católica y, tras unos capítulos de dudas y escrúpulos monjiles, decide pasar unos días en un monasterio trapense, donde, entre piadosas conversaciones y bellísima liturgia, se prepara el camino de la conversión definitiva.

ALTER.- O sea, que A contrapelo, Allá lejos y En camino forman una trilogía.

EGO.- Quizá no en sentido estricto. Porque antes y después y quizá entre estas obras Huysmans escribió otras novelas, que habría, o no, que incluir. Pero, para mí, sí, forman una trilogía bien definida. En realidad constituyen una especie de progresión dialéctica, en el sentido hegeliano de la palabra. En À rebours tenemos la tesis: la angustia generada por una existencia vacía, que ni siquiera el arte más exquisito puede llenar; en Là-bas tenemos la antítesis: el paisaje que la realidad ofrece como abanico abierto entre la abyección sin sentido del satanismo y la sublimidad sin sentido de la fe del campanero; en En route tenemos la síntesis: el arte (la música, la arquitectura, las preces y toda la liturgia exquisita de la Iglesia) da sentido a la fe, y la fe da sentido al arte.

ALTER.- Deduzco que para ti Huysmans es un gran escritor.

EGO.- Por supuesto, uno de los grandes de finales del XIX…Su penetración psicológica, su capacidad de introspección y de autoanálisis, su hipersensibilidad estética, su tratamiento del monólogo interior, esa especie de recurso literario que dicen que inauguró Joyce, pero al que, sin embargo, siempre salen ilustres precedentes…en fin, toda una serie de elementos que hacen de Huysmans un gran artista, un excelente escritor…

ALTER.- Pero…

EGO.- Pero ¿qué?

ALTER.- No, eres tú el que tiene el «pero». Vamos, suéltalo.

EGO.- Muy perspicaz…Sí, hay algo, una cosa, un pequeño detalle que no me gusta de él, aunque nada tiene que ver con sus virtudes literarias.

ALTER.- Y es…

EGO.- Su catolicismo.

ALTER.- Un escritor ¿no puede ser católico?

EGO.- Claro que puede. Ese tema ya lo hemos tratado y sentenciado. No me refiero el hecho de que sea o se manifieste católico. Me refiero a su forma de catolicismo.

ALTER.- ¿Hay varios catolicismos?

EGO.- Naturalmente.

ALTER.- Y supongo que habrá uno bueno y otro malo.

EGO.- Supones bien. Para mí el bueno es el sencillo y poético de Francisco de Asís o el racional y místico de Dante o, si quieres, el de San Juan de la Cruz o el de Erasmo de Rotterdam; el malo es el decimonónico caído en manos de sacerdotes casposos que, en sus lúgubres confesionarios, llevaban las cuentas de pecados y penitencias mientras dirigían las conciencias hacia la mediocridad más absoluta.

ALTER.- Y el de Huysmans, ¿es de este tipo?

EGO.- Él pretende que no, cuando afirma que la mística y el arte le separa de la masa estulta de los beatos. Pero basta considerar el contenido de las conversaciones que se mantienen en la novela (me refiero a En route) para darnos cuenta de que no hemos salido del catolicismo casposo. Es muy difícil sustraerse a la propia época…

ALTER.- Qué quieres que te diga…me cuesta mucho imaginarme a un esteta como Huysmans en plan casposo.

EGO.- Quizá no nos referimos a lo mismo. Para que me entiendas, fíjate en este detalle. Tanto en Là-bas como en En route, que son las primeras novelas de Huysmans que entran de lleno en el tema religioso, el único pecado de que se habla y que se tiene en cuenta es el del sexo…los demás no existen. Por su parte, Dante consideraba la lujuria, que achacaba a la debilidad de la propia naturaleza humana, como el menos grave de los pecados, mientras que reservaba las máximas sanciones para los desvíos del espíritu, como la envidia, la soberbia o la traición. ¿Adviertes la diferencia? No lo llamemos casposo, si no quieres, pero…sabes a qué me refiero.

ALTER.- Sí, ha quedado bastante claro.

EGO.- Yo creo que el catolicismo épico y vigoroso de la Edad Media y del Renacimiento fue ahogado por la Contrarreforma, cuando jesuitas y compañía empezaron a hurgar morbosamente en las conciencias.

ALTER.- Y ahora ¿cómo ves el panorama?

EGO.- Ahora la Iglesia Católica es una especie de imperio austrohúngaro, dentro de cuyas fronteras convive una gran variedad de pueblos, desde los teólogos de la liberación hasta los legionarios de Cristo. De hecho es una situación más parecida a la medieval que a la de hace un siglo. Y esto creo que es bueno, para ella. Lo malo es que, con todas las reformas habidas en la liturgia y en el estilo de la Iglesia, conversiones como la de Huysmans y otros estetas hoy serían imposibles. Piensa en Oscar Wilde, o en el joven Paul Claudel, convertido de manera fulminante al presenciar un oficio religioso en Notre Dame. De unas décadas a esta parte parece como si la Iglesia se avergonzase de su enorme tesoro artístico; el puro canto gregoriano ha quedado confinado en ciertos monasterios, lo mismo que la liturgia en latín.

ALTER.- Bueno, imagino que será una manera de acercarse al pueblo, que no entiende de esas exquisiteces.

EGO.- No, es una manera de abaratar el culto, sin obtener nada a cambio. Y piensa que el pueblo, un pueblo en teoría más ignorante que el de hoy en día, siempre se había sentido fascinado, y hasta arropado, por esas «exquisiteces». Se trate de la religión o de la cultura en general, siempre he pensado que el abaratamiento, la nivelación por lo bajo, constituye un triple error: desnaturaliza el arte en cuestión, desconcierta y hasta pone en fuga a sus fieles seguidores y sólo consigue atraer a cuatro despistados ignorantes, que vienen a introducir más confusión.

ALTER.- ¿Crees entonces que la Iglesia habría de rectificar y volver a la liturgia y los modos de siempre?

EGO.- Eso es imposible. Pero no sé si me he explicado bien. No es que la Iglesia haya renunciado a la liturgia tradicional y al latín, que sigue siendo su lengua oficial, es que los mantiene casi ocultos, como si se avergonzase de ellos, como si no se atreviese a mostrarlos a la masa. Pero una vuelta atrás, como tú dices, resulta impensable, desde cualquier punto de vista. ¿Te imaginas la que se armaría si la Iglesia Católica decidiese, por ejemplo, volver al latín en todas sus manifestaciones?…No, hay decisiones, erróneas o no, que no admiten corrección.

ALTER.- De todos modos, creo que la Iglesia Católica goza de una salud envidiable… para sus casi dos mil años de edad. ¿Sabes tú de alguna otra institución que haya durado tanto?

EGO.- No, creo que no hay ninguna otra.

ALTER.- ¿Y dónde crees que debe estar el secreto de una longevidad tan prodigiosa?

EGO.- Hay varias teorías. La de la misma Iglesia es clara y contundente: la protección divina, el cumplimiento de la promesa que Cristo hizo a Pedro.

ALTER.- ¿Y entre las no canónicas?

EGO.- En general hacen hincapié en la extraordinaria disciplina de sus miembros y en el poder aglutinante del dogma…aunque, hoy en día, ni es tan extraordinaria esa disciplina ni es tan de una pieza el dogma (los teólogos de las diversas tendencias hacen con él auténticas maravillas), con lo cual se estaría anunciando un rápido declive de la institución. Hay otra teoría, bastante curiosa, que achaca la longevidad de la Iglesia al celibato de sus clérigos.

ALTER.- ¿Al celibato?

EGO.- Sí, sostiene esta teoría que el hecho de que curas, obispos, cardenales y papas no estén casados elimina el principal elemento de discordia y disgregación de todo grupo humano. Por una parte, no han de preocuparse del mantenimiento de una familia; por otra, permanecen a salvo de la influencia, o acoso, de esposa, suegra, cuñadas…

ALTER.- Pero eso no es nada políticamente correcto.

EGO.- No, me temo que no.

ALTER.- Es profundamente machista.

EGO.- No veo por qué. El machismo es una actitud agresiva, y esto de lo que hablo es un recurso más bien defensivo, y se ha de reconocer que por lo menos tiene su pizca de verdad. Macbeth, por ejemplo, nunca podría darse en la Iglesia Católica. Por otra parte, la pasión con que el papa y altos jerarcas defienden el celibato obligatorio, que nada tiene que ver con el dogma, da que pensar si no serán partidarios secretos de esta teoría, de que la única explicación de la perduración de la Iglesia se halla en el celibato de sus miembros.

ALTER.- ¡Qué ocurrencia! No sé…a veces tengo la impresión de que no hablas en serio.

EGO.- No sé qué quiere decir hablar en serio. Yo reflexiono, hablo sobre el mundo tal como se me aparece. Si el mundo es cómico, extraño o paradójico, forzosamente mi hablar será cómico o extraño o paradójico.

ALTER.- Pero siempre eludes pronunciarte de una manera franca y directa.

EGO.- Eso no es cierto.

ALTER.- Sí, a veces sí.

EGO.- «A veces» no es siempre.

ALTER.- Quiero decir que cuando, por ejemplo, dices «hay una teoría que», tengo la impresión de que esa teoría, en realidad, es exclusivamente tuya.

EGO.- Quizá. En todo caso sería una forma de modestia.

(De Alter, Ego y el plan)

7 comentarios

Archivado bajo Opus meum