Archivo mensual: marzo 2016

La política: gloria y miserias (sabiduría clásica III)

La actividad más noble a la que podía dedicarse un ciudadano romano de la época republicana era la política. En varios escritos insiste Cicerón en la superioridad moral de la dedicación a lo público sobre las demás actividades humanas. Él, que vivió los senatus populusqueúltimos años de aquella época, sabía muy bien que en un régimen despótico, por ilustrado que fuera – como sin duda lo hubiera sido el de César -, no cabía la política, y es que la política es el ejercicio de la negociación, el pacto y la seducción, actividades que no tienen sentido en un régimen de ordeno y mando. Y eso, teniendo en cuenta que la romana era una república aristocrática – con ciertos contrapesos – en la que solo participaban los ciudadanos con plenos derechos, que no eran la mayoría de la población.

Así que, además de moralmente superior a cualquiera otra actividad humana, la política es para Cicerón un deber, que un ciudadano solo puede rechazar por razones extremas, entre la que curiosamente incluye lo que podríamos llamar un exceso de talento.

No deben censurarse quizá porque no pongan empeño en conseguir el gobierno y la administración del Estado aquellos que, dotados de un gran talento, se consagraron al estudio, o quienes, impedidos por una salud precaria o por otras causas más lamentables, se apartan de los negocios públicos y dejan a otros el poder y la gloria de administrarlos. (Sobre los deberes, I, LXXI; trad. José Guillén Cabañero).

Por supuesto que el ejercicio de funciones públicas tiene sus riesgos tanto para la moral del que las ejerce como para el bien de los administrados. El principal, la avaricia:

No hay, pues, vicio más repugnante que la avaricia, sobre todo en la gente principal y en los que gobiernan la República. Desempeñar un cargo público para enriquecerse no es solamente vergonzoso, sino también impío contra la patria y sacrílego contra los dioses. (Sobre los deberes, II, LXXVII; trad José Guillén Cabañero).

Para erradicar el vicio de los gobernadores de los países sometidos de enriquecerse a toda costa se dictaron leyes contra la concusión, delito consistente en imponer tributos ilegales, en beneficio del gobernador de turno, por supuesto. Pero los efectos de esa normativa tan bien intencionada habían de ser contraproducentes. Al menos, eso es lo que expone Cicerón con su ironía característica:

... sucedería, pensaba yo, que las naciones extranjeras enviarían legados al pueblo romano para que se eliminasen las leyes y los procesos por concusión; pues consideran que, si no hay proceso alguno, cada cual se llevará cuanto piense que es suficiente para él y sus hijos; que ahora, puesto que las acciones judiciales son así, cada uno se lleva cuanto les será suficiente a él, a sus patronos, a sus abogados, al pretor y a los jueces; que ellos pueden satisfacer las ansias del hombre más codicioso, pero no la victoria (en juicio por concusión) de uno muy culpable.(Contra Verres, I, XIV; trad., José María Requejo Prieto)

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El tiempo que pasa (sabiduría clásica II)

La necesidad de aprovechar el tiempo es una de las principales preocupaciones de Séneca. Ya la primera carta a Lucilio la dedica a este tema:

El tiempo que hasta hoy te han estado tomando, te han estado robando o que te ha huido, recógelo y aprovéchalo. Persuádete de que es tal como te lo estoy escribiendo; unas horas nos han sido tomadas, otras nos han sido robadas, otras nos han huido. La pérdida más vergonzosa es, sin duda, la que acontece por negligencia. Y si te fijas bien, la mayor parte de la vida la pasamos entregados al mal; otra parte, y no menguada, sin hacer nada, y toda la vida haciendo lo que no deberíamos hacer. […] Asegura bien el contenido del día de hoy, y así será como dependerás menos del mañana. Aunque aplacemos las cosas, la vida nos huye. Todas las cosas, Lucilio, en realidad nos son extrañas, solo el tiempo es bien nuestro. (Cartas morales a Lucilio, I, trad. Jaume Bofill i Ferro)

En varias ocasiones sostiene Séneca que la vida no es breve, que somos nosotros los que no la sabemos aprovechar. ¿Y cómo la desaprovechamos? Dedicando nuestro tiempo a actividades absurdas que nos van alejando de la posibilidad del verdadero goce de la vida.

Larga es la vida si la sabemos aprovechar. A uno detiene la insaciable avaricia, a otro la cuidadosa diligencia de inútiles trabajos; uno se entrega al vino, otro con la ociosidad se entorpece; a otro fatiga la ambición pendiente siempre de ajenos pareceres, […] Hay otros que en veneración no agradecida de superiores consumen su edad en voluntaria servidumbre, […] Pequeña parte de la vida es lo que vivimos: porque lo demás es espacio, y no vida, sino tiempo. (De la brevedad de la vida, I ; trad. Pedro Fernández Navarrete).

En cierto momento, Cicerón, hablando por boca de su personaje Catón el Viejo, opina que la longitud del tiempo es indiferente; que, una vez transcurrido, no importa si fue largo o corto, porque, al pasar, da muerte por igual a todo lo que en su escenario ocurre:

No me parece duradero nada que tenga un término; en efecto, en el mismo momento de llegar éste, se desvanece todo lo que ha pasado. (Sobre la vejez, XIX, LXIX; trad. Eduardo Valentí Fiol).

Quizá quien con más acierto y contundencia expone el rasgo fundamental del tiempo que pasa sea un poeta, Publio Ovidio Nasón, y lo hace con solo tres palabras, que vale la pena recordar en su versión original: tempus edax rerum:

El tiempo, devorador de las cosas. (Metamorfosis, XV, 234)

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El cuidado del cuerpo (sabiduría clásica I)

A medida que la influencia de la cultura griega se afianza en Roma, se va despertando entre los varones un interés antes desconocido: el cuidado del cuerpo, no ya como necesario entrenamiento para la guerra, sino con fines exclusivamente narcisistas, se podría decir.

Séneca, en carta a su supuesto amigo Lucilio, advierte y aconseja:

Nosotros, es menester confesarlo, tenemos un amor innato a nuestro cuerpo, del cual nos ha sido confiada la tutela. No niego que debamos tratarlo bien, pero sí que debamos servirle, pues servirá a muchos dueños quien sirva a él, quien se ocupe demasiado en él, quien todo lo refiera a él. Es menester que nos comportemos no como aquel que tiene que vivir para el cuerpo, sino como aquel que no puede vivir sin el cuerpo. Un amor excesivo a éste nos inquieta con temores, nos carga de afanes, nos expone a afrentas. (Cartas morales a Lucilio, XIV)

………….

hombres que reparten su tiempo entre el óleo y el vino y tienen el día por bien
aplicado cuando han sudado suficientemente, y para reparar el líquido que de esta manera perdieron han ingerido ya en ayunas mucha bebida para que penetre más adentro. Beber y sudar constituye la vida..
.(CML, XV)

Y  le recuerda que, no solo estas costumbres, sino otras que se consideran más normales, como el baño diario, eran desconocidas entre los antepasados:

Y aun, para que lo sepas, no se lavaban cada día, pues, según dicen aquellos que nos han trasmitido la relación de las costumbres antiguas, se lavaban cada día los brazos y las piernas, que se ensuciaban con el trabajo; lo demás del cuerpo solo lo hacían los días de mercado. (CML, LXXXVI). 

(traducciones, Jaume Bofill i Ferro)  

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Sabiduría clásica

La antigüedad clásica – y me refiero a la romana, que es la que conozco un poco – contiene un cúmulo de tesoros hoy en día ignorados. Incluso aquellas personas que sienten cierta inclinación por ella, si no la han abordado mediante estudios mínimamente serios, pueden convertirse sin darse cuenta en víctimas de una de las muchas mixtificaciones o falsificaciones que hoy nos asedian.

Todo lo que el ciudadano medio – incluidos individuos supuestamente cultos – conoce de esa civilización y cultura es lo que se expone en películas, series televisivas y novelas “históricas”. No quiero decir que algunos de esos productos no sean dignos y hasta acertados, pero en general poseen unos rasgos o características que, a mi juicio, los inhabilita como honestos transmisores de las realidades y valores de aquella civilización.

Por ejemplo, el exotismo y su contrario el actualismo. Entiendo por exotismo la pretensión de presentar la antigua sociedad romana como algo muy alejado de la normalidad humana actual, como algo curioso, fantástico, increíble. Lamento que el único ejemplo que ahora recuerdo sea precisamente una película por otra parte admirable: Satiricón, de Fellini.

Por actualismo entiendo el intento de presentar aquella sociedad como un espejo malintencionado de la nuestra, es decir, de llevar al espectador a la idea de que nada ha cambiado en los seres humanos, de que todo es siempre lo mismo. Parte de verdad hay en ello. Lo malo es que se fuercen los parecidos y se trasluzca la intención, como tantas veces ocurre.

Pero el verdadero elemento distorsionador de una posible comprensión de la antigüedad romana a través de esos productos “artísticos” consiste en lo que podríamos llamar el morbo de la violencia y el sexo, la obsesión por estos aspectos, y no desinteresada por cierto, sino alentada por la conocida capacidad de convocatoria comercial de tales ingredientes. Tanto es así que en la imaginación de los consumidores de esos productos, la antigua Roma no es más que un conglomerado de violencia física y de actividad sexual de toda clase: incestos, violaciones, excesos sexuales. No puede haber Roma sin luchas sangrientas de gladiadores, espadas que traspasan cuerpos o seccionan cuellos, envenenamientos, cuerpos de todos los sexos que se amontonan en orgías sin fin, etcétera.

No pretendo acabar con esa visión “mediática”. Tampoco podría. Solo aspiro a dejar constancia – como contrapartida – de las cimas intelectuales y espirituales que aquella sociedad alcanzó por medio de sus mentes más preclaras. Unos cuantos escritores me acompañarán en el intento: Cicerón, Séneca, y alguno más.

  1. El cuidado del cuerpo
  2. El tiempo que pasa
  3. La política: gloria y miserias
  4. Religión, dioses, mente divina I y II
  5. Séneca, psicólogo
  6. El suicidio en Roma
  7. Cultura y poder  
  8. La vejez    

NOTA: Me había pasado por la cabeza incluir la versión original latina de cada cita. Pero luego he pensado que la exhibición interesaría a pocos y espantaría a muchos. Así que los muy interesados podrán encontrarla en el lugar correspondiente de este estupendo compendio de la literatura latina:  http://www.thelatinlibrary.com

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