Hace un tiempo dediqué en este blog unas entradas a dar una visión de la antigua sociedad romana, diferente de la que suelen ofrecer distintos medios: novela, cine,
Un lector agudo me hizo notar que esa mala interpretación de la antigüedad romana, se da también, con otras características, acerca de la sociedad de la Edad Media. Tuve que darle la razón.
Pero no me quedé ahí, sino que me dediqué a aplicar la lente a distintas épocas y sociedades antiguas y a la forma en que han sido vistas por sociedades posteriores. Y me encontré con una gran sorpresa, es decir, sorpresa si no hubiese recordado al momento que el fenómeno – la imposibilidad de contemplar desde el presente una
Goethe escribe: “En el interior de una época no hay ningún punto de vista desde el cual contemplar otra”.
Quizá debió precisar que no hay ningún punto de vista para contemplar objetivamente esa otra época. Porque lo que se dice “puntos de vista” los hay en abundancia, y tan variados como puedan ser los intereses o deseos del “contemplador”.
Los líderes políticos de la Revolución Francesa veían en ésta el modo de restablecer las libertades de los antiguos ciudadanos romanos, que poco o nada tenían que ver con lo
Los mismos héroes nacionales se nos muestran como ejemplos del uso imaginativo de los datos históricos. Ahí está el caso de Juana de Arco, campesina, analfabeta y visionaria, elevada a las alturas de la representación del alma francesa, o el Cid Campeador, guerrero mercenario, convertido en icono de la España inmortal.
Está visto que con el pasado se puede hacer lo que se quiera, sobre todo se le
La historia nos da unas fechas, unos nombres, unos hechos. Todo lo demás lo pone la facultad fabuladora del ser humano. Ahí es donde está el pasado.
Por eso digo que toda época pasada está en ésta.