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La objetividad. Dichoso Goethe. Genio y figura. (A.E.P.10)

EGO.- Pareces preocupado. ¿Te ocurre algo?

ALTER.- Es que hace días que no dejo de darle vueltas a un problema, y no le veo la solución.

EGO.- ¿Es grave?

ALTER.- No. Es teórico.

EGO.- ¿Filosófico?

ALTER.- Quizá…

EGO.- Suéltalo ya.

ALTER.- El otro día asistí a una conferencia sobre el tema “La información veraz: lo objetivo y lo subjetivo”. El conferenciante, un famoso periodista, defendía, contra lo que él llamaba la marea del subjetivismo, que la información objetiva es posible, que basta para ello con ceñirse a los hechos y describirlos honradamente.

EGO.- ¿Y tú qué opinas?

ALTER.- Siempre he pensado eso mismo.

EGO.- ¿Dónde está entonces el problema? ¿Cuál es el motivo de tu preocupación?

ALTER.- Es que cuando el periodista ha expuesto la tesis contraria, para luego rebatirla, ha despertado tantas dudas en mí, que la defensa que ha hecho de su propia tesis no ha sido suficiente para disiparlas.

EGO.- Se trata sin duda de un hombre honrado y leal.

ALTER.- Eso me ha parecido: objetivo, imparcial.

EGO.- Yo no he dicho tanto. La honradez, la lealtad, la sinceridad sólo guardan un lejano parentesco con la objetividad y la imparcialidad. De hecho, pertenecen a familias diferentes.

ALTER.- Pues yo entiendo que una persona honrada será siempre objetiva e imparcial.

EGO.- Tenderá a ello. Pero hay un problema, o dos. La objetividad es algo muy difícil de alcanzar, por no decir imposible, en todo caso es siempre cuestión de grado. La imparcialidad simplemente no existe.

ALTER.- Dices que la objetividad es muy difícil de alcanzar, y sin embargo, para el conferenciante, parecía algo muy sencillo: basta con ceñirse a los hechos.

EGO.- Sí, pero ¿a qué hechos?

ALTER.- A los que constituyen el caso que se describe.

EGO.- ¿A todos? Eso es imposible. Los hechos que constituyen un caso, o digamos, para ajustar mejor el término, los datos que constituyen un caso son prácticamente infinitos (en un accidente de tránsito, por ejemplo, desde la dirección y velocidad de los vehículos, hasta los pensamientos que cruzaban por la mente de los conductores, pasando por el grado de desgaste de cada una de las ocho ruedas). Forzosamente, y a menudo inconscientemente, se eligen unos y se prescinde de otros, y toda elección es una operación subjetiva. Y cuando ese periodista investiga y describe una historia se ajustará a unos hechos, a unos datos, no lo dudo, pero a los que él consciente o inconscientemente elige entre los miles o millones que “objetivamente” configuran la historia.

ALTER.- Así, que la objetividad es imposible.

EGO.- Eso parece…en todo caso, es cuestión de grado.

ALTER.- Y la imparcialidad…

EGO.- Es un mito. Los gérmenes de los juicios que emitimos los llevamos dentro de nosotros mismos. Goethe decía “puedo prometer ser sincero, no imparcial”.

ALTER.- Dichoso Goethe…

EGO.- Eso es una gran verdad. Porque estoy seguro de que, entre todas las personas cuyos nombres ha guardado la historia, Goethe es quien supo alcanzar la mayor felicidad posible. Su obra es importantísima, pero su vida fue su mejor obra de arte. De él dijo un contemporáneo que lo que escribía era muy bueno, pero mejor era lo que hablaba y aún mejor lo que vivía.

ALTER.- ¿Y cuales fueron las causas de semejante portento?

EGO.- ¿Cuáles son las causas del genio? A eso debería responder la ciencia…si estuviese en condiciones de hacerlo.

ALTER.- Pero cuál es tu opinión personal.

EGO.- Si la ciencia no tiene opinión, según creo, ¿cómo quieres que yo la tenga?…De todos modos, quizás podríamos acercarnos a una respuesta por la vía de la eliminación.

ALTER.- ¿Cómo?

EGO.- Tratando de descartar aquellos factores que, tras un breve examen, deban ser rechazados.

ALTER.- Adelante.

EGO.- La teoría de la herencia está totalmente desacreditada, pero prestémosle un momento de atención. El padre y la madre de Goethe, así como sus abuelos, eran personas muy normales, el padre tirando a mediocre; no se sabe de ningún ascendiente con rasgos geniales. El hijo de Goethe parece que era algo estúpido, además de borrachín; no se sabe de ningún descendiente con rasgos geniales.

ALTER.- Vale, eliminada la herencia, veamos ahora la educación, la formación.

EGO.- La educación, la formación que recibió Goethe es la misma que recibió o podía recibir cualquier muchacho de su país, época y clase social. Que él sacase más provecho que los otros obedece a algún factor desconocido, que sin duda es el que tratamos de descubrir.

ALTER.- El ambiente…

EGO.- Aplícale lo que acabo de decir. Muchas personas vivieron en el mismo ambiente de Goethe, pero ninguna alcanzó parecido grado de genialidad. Y ahí va un ejemplo. Karl Wilhelm Jerusalem era un joven conocido de Goethe; como éste, amaba la poesía, la literatura, el pensamiento, el arte, es decir, que en cuanto a formación, ambiente e intereses coincidían plenamente. Jerusalem se enamoró de una mujer casada; obsesionado por una pasión sin remedio, se quitó la vida. Por los mismos años, Goethe se enamoró de una mujer comprometida; obsesionado por una pasión sin remedio, escribió una novela…para cuyo final trágico utilizó la triste historia del amigo.

ALTER.- ¡Werther!

EGO.- Sí.

ALTER.- Y díme ¿los genios no se suicidan?

EGO.- Los parciales sí, en algunos casos. Pero yo estoy hablando de una especie de genio total, es decir, de una persona que, además de tener una capacidad extraordinaria en una o varias materias (ciencia, poesía, música o lo que sea), posee la capacidad suprema de mantener en equilibrio todos sus mundos y tendencias, de alcanzar la máxima armonía vital posible.

ALTER.- O sea, una persona que, además de un diez en su asignatura, saca un diez en inteligencia emocional.

EGO.- Sí, se podría decir así. Y creo que, en este aspecto, nadie ha superado a Goethe.

ALTER.- Pero alguien habrá que se le acerque.

EGO.- A ver…déjame pensar…Picasso, sin duda; Dante, quizá…aunque los sinsabores que le proporcionó la política apuntan a algún tipo de carencia que le aparta del genio total…Y no sé si encontraría alguno más. Todos andan bastante deficientes en inteligencia emocional, como tú dices, y algunos con un cero clarísimo. Ahí tienes a Allan Poe, Dostoievski, Tolstoy, Van Gogh, Nietzsche y, por supuesto, casi todos los románticos: Novalis, Kleist, Holderlin, Nerval y un larguísimo etcétera.

ALTER.- Y Larra, ¿no?

EGO.- Yo no diría que Larra fuese un genio en el sentido que estamos dando al término. Larra fue un personaje destacadísimo en la España de su época. O sea, un tuerto en un país de ciegos. De todos modos, me gustaría que hablásemos de él.

ALTER.- Ahora no, por favor. Por una vez, podríamos intentar llegar al final de nuestras disquisiciones. Estábamos tratando de investigar las causas del genio.

EGO.- Sí, es cierto. Y, siguiendo un proceso de eliminación, habíamos descartado…

ALTER.- La herencia, la educación, la formación, el ambiente…

EGO.- ¿Qué nos queda?

ALTER.- El carácter, digo yo…y no se me ocurre nada más…a no ser que incluyamos la alimentación, la astrología y esas cosas.

EGO.- ¿Por qué no? Todo influye sobre todo. En el universo todo es interdependiente, todo está intercomunicado.

ALTER.- ¿Así que tú crees que los astros influyen sobre las personas?

EGO.- Seguro. Pero, a diferencia de los sabios astrólogos, ignoro por completo cómo y hasta dónde. Lo que ocurre es que, aunque tomásemos la astrología en consideración, nos encontraríamos con el mismo tipo de obstáculo que ya vimos a propósito de la educación y el ambiente, y es: ¿por qué, de todas las personas que nacieron en el mismo momento y bajo el mismo cielo, sólo Goethe fue genial?

ALTER.- Bien. Descartados los astros, pasemos al carácter.

EGO.- Como quieras. Pero primero tendríamos que ponernos de acuerdo sobre el significado de la palabra. ¿Tú que entiendes por carácter?

ALTER.- Pues…la manera de ser, de reaccionar, de comportarse una persona, eso que, fuera de lo físico, define al individuo y que se va modelando y perfilando con los años…

EGO.- Así que sólo los viejos tendrán un carácter definido.

ALTER.- Más que los jóvenes.

EGO.- ¿Y qué me dices de los bebés? ¿No has observado que hasta los niños de pocas semanas tienen un carácter bien definido?

ALTER.- Yo diría embrionario.

EGO.- Embrionario, vale….luego ya está ahí, y todo lo que hace a lo largo de la vida es manifestarse.

ALTER.- Y la experiencia ¿no cuenta?

EGO.- Como motivo, como estímulo para la manifestación del carácter.

ALTER.- A ver, defínete de una vez. ¿Qué es para ti el carácter?

EGO.-  La definición que tú has apuntado es la más corriente. Pero yo prefiero otra, al menos a los efectos del tema que nos ocupa.

ALTER.- Adelante.

EGO.- Para mí, el carácter es la naturaleza propia e inmutable de un ser. Toda persona entra en el mundo con su carácter ya formado. El carácter no es la consecuencia de la acción de la experiencia sobre el temperamento, como afirman muchos psicólogos. Al contrario, bajo el estímulo de las diversas experiencias uno actúa siempre y necesariamente de acuerdo con su propio carácter. El carácter es lo primero. Con el carácter nacemos y de él no nos podemos desprender. “Genio y figura hasta la sepultura”, afirma el dicho castellano, como corroborando la idea germánica.

ALTER.- ¿Germánica?

EGO.- Ah, he olvidado decirte que mi definición del carácter coincide por completo con la del Filósofo. Pero te aseguro que él la formuló mucho antes que yo.

ALTER.- Lo creo… Concluyendo, tú opinas que el secreto del genio está en el carácter, entendiendo éste como algo no adquirido y moldeable, sino como algo innato e inmutable.

EGO.- Aparte de lo que yo opine, creo que es la única opción que nos ha dejado nuestro proceso de eliminación.

ALTER.- Quizá, pero le veo un problema.

EGO.- ¿Uno?

ALTER.- Y es que no se trata propiamente de una solución, sino de una tautología. Decir que el genio está en el carácter es simplemente darle otro nombre. Porque, en el caso de un individuo genial ¿qué diferencia habrá entre lo que llamamos genio y lo que tú entiendes por carácter? Me parece que son la misma cosa con distinto nombre.

EGO.- No te falta razón, ¿y sabes lo que significa eso? Que si nuestros pasos han sido correctos, cosa bastante dudosa, hemos ido a dar de narices en el mismo muro en que se topa la ciencia cuando avanza todo lo posible en la investigación de las causas: en la incognoscibilidad de las causas últimas. Y es que la materia propia de la ciencia es el mundo de los fenómenos, mientras que las causas últimas se sitúan más allá de lo fenoménico.

ALTER.- ¿Estás hablando de metafísica?

EGO.- Eso parece. Y la metafísica no es de competencia de la ciencia, cosa que parecen olvidar algunos científicos de hoy cuando nos hablan del instante anterior (?) a la formación del Universo o de la existencia o inexistencia de Dios.

(De Alter, Ego y el plan)

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