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JULIO CORTÁZAR. La alegría de escribir I

cortazar1Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.

Típico de los cronopios, siempre imprevisibles y desmesurados. A los famas, muy formales, no les ocurre nada parecido. Y a las esperanzas, según y como, porque las esperanzas son el vivo ejemplo del ser indeciso e influenciable.

Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.

Los cronopios se le aparecieron a Julio Cortázar una tarde en el auditorio de un teatro desierto por el intermedio. A continuación surgieron los famas y las esperanzas. Y poco tiempo después Julio empezó a escribir sobre las aventuras y las maneras de tan curiosos personajes. El resultado fue el libro publicado en 1962 con el título de Historias de cronopios y de famas .

¡Fantasías! exclamaron todos los famas instalados en los ministerios, consejos de redacción y secretarías de los partidos. Con los problemas que tienen en Latinoamérica y viene este cronopio emigrado a confundirnos a todos con sus fantasías sin sentido. Evasión, pura evasión, sentenciaron. Y las esperanzas también sentenciaron evasión, porque las esperanzas son muy sensibles a las sentencias de los famas.

Y es que el autor de estas historias tiene una particularidad: que no distingue muy bien entre la llamada realidad y la llamada fantasía. Y no es que se haga un lío entre una y otra. Al contrario, en su proceso de creación una se apoya en la otra para construir una realidad más alta, esa de la que da cuenta el arte.

La fantasía, lo fantástico, lo imaginable que yo amo y con lo cual he tratado de hacer mi propia obra es todo lo que en el fondo sirve para proyectar con más claridad y con más fuerza la realidad que nos rodea.

La amenaza que pensamos situada en un mundo distante o imaginario puede en un momento saltar a nuestro mundo y acabar con nosotros. Continuidad de los parques. El hombre sentado en la butaca de terciopelo verde lee una novela de pasión y celos. En el relato, un individuo avanza hacia la gran casa empuñando un puñal. Entra, sube las escaleras y ataca por la espalda al hombre sentado en la butaca verde que lee una novela.

No es seguro que la vida sea vida y que el sueño sea sueño, porque quién sabe si el sueño es la vida y la vida el sueño. La noche boca arriba. Un motociclista corre por las calles de la gran ciudad entre altos edificios y paseos arbolados, hasta que un accidente hace volar la moto y él queda debajo. Trasladado al hospital… se ve, indio moteca, corriendo por la selva, huyendo de los enemigos aztecas… tendido boca arriba, personas de batas blancas se inclinan ante él…vuelve a dormirse, cree, y es finalmente apresado por los aztecas y conducido al lugar del sacrificio… despierta y el personal médico sigue atento sobre él, no quiere dormirse otra vez… pero ahora se ve sujetado sobre el altar del sacrificio y entiende que ésa es, era, su vida, no el sueño absurdo en el que corría sobre un pájaro de metal entre altos y extraños edificios.

Sucede a veces que un poder sin rostro y sin nombre nos expulsa del mundo que ha sido nuestro. Casa tomada. Dos hermanos, hombre y mujer, viven en la antigua casa heredada. Un día, tienen la sensación clarísima de que una presencia extraña ha ocupado una habitación. La cierran y siguen la vida prescindiendo de ese espacio. Pero la ocupación se extiende paulatinamente a otra habitación y a otra y a una sala y a otra, y ellos las van cerrando y se acomodan a vivir en el resto de la casa. Pero aquello avanza. Finalmente quedan reducidos al recibidor. Hasta que tienen que salir y cierran con llave la casa.

Los cuentos de Cortázar son así. Y de otras muchas maneras según la idea que domina en cada uno de ellos. Por ejemplo, la distorsión o estiramiento del tiempo (La isla al mediodía), la fatalidad o destino (El ídolo de las Cícladas), la potenciación del absurdo de una realidad (La autopista del sur). Los cuentos, junto con su gran novela, constituyen la obra más característica de Cortázar.

La gran novela se titula Rayuela y, en mi opinión, es digna de figurar en el elenco de las obras más logradas y definitorias del siglo XX, junto a Ulises, La montaña mágica,  Bajo el volcán, y quizá alguna más. La voluntad transgresora, innovadora del lenguaje, que en los cuentos ha tenido que contener el autor para que no oscurezca el efecto deseado, se manifiesta en Rayuela con toda libertad.

Cuenta el autor que hacía tiempo que tenía escrito un capítulo y que un buen día se puso a escribir todo lo anterior (los episodios de París) hasta enlazar con lo escrito y luego siguió con más episodios y otras cosas añadidas un poco a la manera de un collage. Además advierte que el libro se puede leer de manera tradicional hasta el capítulo 56 y que a partir de ahí puede dejarse, o leerse en su totalidad empezando por el capítulo 71 y siguiendo en el orden, quizá arbitrario, que propone.

La novela contiene una doble tentativa: por una parte, de modificación de la relación entre autor y lector en busca de una mayor participación activa de éste; por otra, de negación de la realidad cotidiana como única instancia y de admisión de otras realidades siempre latentes.

Publicada en 1963, en poco tiempo convirtió a su autor en el escritor argentino de su generación más leído y admirado. Pero Cortázar no había nacido en Argentina. (CONTINÚA)

(De Los libros de mi vida. Lista B)

  

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