Archivo de la etiqueta: Ernesto Cardenal

JULIO CORTÁZAR. La alegría de escribir II

Julio Cortázar nació en Bruselas, Bélgica, en 1914. El padre, de ancestros vascos, era en aquel momento técnico comercial de la legación argentina; la madre, que ejercería pequeños empleos en la administración pública, también argentina, procedía de familias francesa y alemana. A ambos, y al recién nacido, los sorprendió en Bélgica el estallido de la guerra europea.

cortazar niño 2Hasta los casi cuatro años de Julio no pudieron regresar a su país. Se establecieron en Bánfield, población próxima a Buenos Aires luego integrada en la capital, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras. Un paraíso que, si bien le proporcionó algunos motivos y detalles para sus futuros cuentos, fue también el escenario de ciertas angustias del niño sensible, enamoradizo y fantasioso, al que el padre abandonó (como a toda la familia) cuando contaba seis años.

La lectura fue, quizá, el principal de los consuelos. Y la escritura, pues él mismo confiesa que a los nueve años escribió una novela romántica y en exceso sentimental. Y sin embargo el autor preferido de sus años infantiles fue Allan Poe; una preferencia que nunca le abandonaría y que, además de influirle en muchos aspectos, fructificaría en unas traducciones excelentes al español muchos años después.

Cursa estudios en la Escuela Normal y en 1932 obtiene el título de maestro. Tres años después se gradúa como Profesor Normal en Letras e ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras. Pero las penurias económicas de la familia le mueven a abandonar la carrera y dedicarse de pleno a la tarea de profesor en un colegio nacional.

Lee mucho. A los 19 años la lectura de Opio, de Cocteau, le descubre el surrealismo y muchas cosas más y le confirma en su propia vía literaria. En 1938 publica su primera colección de poemas, bajo el seudónimo de Julio Denis. En el 39 enseña en la Escuela Normal de Chivilcoy y en el 41 se traslada a Cuyo, donde da clases de literatura francesa en la universidad. Contrario a Perón, cuando éste gana las elecciones renuncia al puesto y vuelve a Buenos Aires, donde trabaja una temporada en la Cámara del Libro.

En 1946 (a los 32 años) publica el primer cuento propiamente cortazariano, Casa tomada, que pocos años después incluye en la primera colección de relatos: Bestiario (1951).

Tras obtener el título de traductor oficial de francés e inglés, consigue una beca de estudios del gobierno francés y se traslada a París con la intención de establecerse allí de manera permanente. En adelante, su principal actividad profesional, aparte la literaria, será la de traductor en la UNESCO. Pero, aunque tuvo la oportunidad, nunca quiso estar ligado por un contrato fijo. Quizá demasiado para un cronopio. 

En 1953 se casa con Aurora Bernárdez, también traductora y también colaboradora de la UNESCO, con quien vivió en París y viajó a Italia y a la India. Fue una pareja muy unida, además de por el amor, por similares intereses intelectuales, no obstante el distanciamiento y posterior separación a finales de la década de los 60, a lo que contribuyó sin duda la distinta impresión que causó en ellos el viaje que realizaron a Cuba a principios de la década. Pero, a pesar de las dos posteriores relaciones de Cortázar, la comunicación y el entendimiento intelectual y afectivo entre ambos no desapareció nunca. Aurora le acompañó en los últimos días y fue su heredera y albacea literaria. Murió en 2014.

A lo largo de las décadas de 1950-70, mientras se publicaban colecciones de cuentos que iban consolidando el oficio y el prestigio del escritor (Bestiario, en 1951; Final del juego, en 1956; Las armas secretas, en 1959, que incluye El perseguidor, hito esencial en su evolución artística y germen de Rayuela; la misma novela Rayuela, en 1963; La vuelta al día en ochenta mundos, etc.) proseguiría y culminaría la evolución de sus intereses artístico-intelectuales tal como él mismo la resumió (cito entre paréntesis alguna obra que me parece representativa de cada fase): La fase estética, juvenil, atenta a las formas y a la vestidura literaria por encima de todo (Casa tomada); la fase metafísica, atenta a los grandes e íntimos enigmas de la existencia (El perseguidor), y la fase histórica, en la que muestra sobre todo su preocupación por las condiciones de vida a que es reducida gran parte de la humanidad  (El Libro de Manuel).

En efecto, a partir del viaje que realizó a Cuba en 1961 apoyó públicamente la revolución cubana, si bien las relaciones con Fidel Castro se enfriarían notablemente con ocasión del caso Padilla (poeta cubano represaliado bajo la acusación de contrarrevolucionario); participó como jurado en el Tribunal Bertrand Russell (sin fuerza ejecutiva) sobre crímenes cometidos por los Estados contra la humanidad, y apoyó la revolución sandinista de Nicaragua, donde hizo amistad con el poeta, sacerdote y revolucionario Ernesto Cardenal. 

Julio Cortázar murió en París en 1984, víctima de la leucemia. A los setenta años. Prematuramente, como siempre ocurre con los grandes artistas.

Y él fue uno de los grandes, con una cualidades magnéticas que pocos han poseído. ¿Qué hace tan atractiva su lectura, aunque luego, en algunos casos – que no en éste – pueda tacharse su obra de insustancial, de pretenciosa?

Creo que el secreto de la magia de su escritura reside en el espíritu que la alienta, un espíritu juvenil, infantil incluso, humorístico, juguetón, libre e inspirado como la música de jazz que adoraba.

Creo que, a pesar de que en algunos casos Cortázar descienda a sacudir lo más trágico y misterioso de la condición humana, hay siempre en él una fuerza primordial liberadora, redentora, que recorre y anima toda su escritura: la alegría.

La alegría de descubrir y nombrar los mundos, jugando con las palabras como el travieso cronopio que era.

La alegría de escribir.

                     

                                                                                                                                                                                                                                        

                                                FIN     

                                                 de           

LOS LIBROS DE MI VIDA. LISTA B

Deja un comentario

Archivado bajo Opus meum