Preguntarse por el sentido de un Blog es arriesgado. Es como preguntarse por el sentido de la vida. Las respuestas, o no existen o son falsas. Por otra parte, solo los animales racionales nos hacemos este tipo de preguntas. Los animales simples no se las plantean. Por eso no hablan ni escriben ni tienen blogs, aunque pueden disfrutar tanto o mejor que nosotros de todos los placeres de la vida, que, bien contados, son dos o tres.
Cierto que también existen los placeres superiores, a los que los simples animales no tienen acceso: el arte y… para de contar, porque en éste están contenidos todos. La literatura es un arte y, si no puede ser considerada como tal, será simple escritura, como la lista de la compra o el manual de autoayuda. Yo he nacido para transitar por la literatura, como lector y como autor, del mismo modo que otros han nacido para toreros – y aquí hay que aclarar que eso de “he nacido para” es un eufemismo por “solo sirvo para”, a cuya luz queda plenamente justificada la equiparación literato-torero. En realidad todo el mundo hace lo que puede y como puede, pero esta es una reflexión que da mucho de sí y mejor dejarla para otra ocasión.
El caso es que, al hilo de estas breves divagaciones, se me ha ocurrido que, si algún sentido podrá tener este blog, será el de dar salida a las cavilaciones que no tienen otra puerta de escape: comentar de vez en cuando aspectos de la propia obra, así como de las de otros escritores, preferiblemente muertos; colgar algunos de los artículos (en catalán) ya publicados en el Diari de Sant Cugat y a los que solo tuvieron acceso los no muy numerosos lectores de la publicación; colocar alguna meditación de profundidad variable y de extensión superior a los 140 caracteres, y hasta comentar algun aspecto de la actualidad, siempre que no sea muy rabiosa. Eso es todo. Faltan los agradecimientos, es cierto. Pues aquí están.
Agradezco a Seleucus (cuyo nombre auténtico no sé si estoy autorizado a pronunciar) su parte de culpa de haberme introducido finalmente en la red, a August Becker sus denodados y no muy felices esfuerzos por propagar mi nombre y mi obra y muy especialmente a l’estimada Eulàlia, dona del meu fill i mare del meu nét, per haver-me donat l’empenta i les eines necessàries per a aquesta estranya navegació.