Viene esto a cuento de que, leyendo estos días una obra de Aurobindo, me he encontrado con un párrafo que me ha recordado una cita de Schopenhauer que, hace unos años, comenté brevísimamente en este sitio. La única diferencia que encuentro entre ambos es que el alemán no osa, o no sabe, salir de lo enigmático, mientras que el indio da un paso adelante más (quizá muy alegremente).
Transcribo a continuación los respectivos párrafos.
Cuando uno logra alcanzar una edad avanzada siente, empero, todavía en su interior que sigue siendo exactamente el mismo que era cuando joven, incluso cuando niño: esto resulta invariable, pues el núcleo de nuestra esencia permanece el mismo y no envejece con el tiempo, ya que no está en el tiempo y resulta, por tanto, indestructible. (Trad. Adela Muñoz Fernández).
Aurobindo:
Existe una experiencia suprema y una intuición suprema por la que vamos por detrás de nuestro yo superficial y descubrimos que este devenir, mutación, sucesión, son solo un modo de nuestro ser y que en nosotros existe aquello que no está de ningún modo envuelto en el devenir. No solo podemos tener la intuición de esto que es estable y eterno en nosotros; no solo podemos vislumbrarlo en la experiencia detrás del velo de los devenires continuamente fugaces, sino que también podemos retrotraernos a eso y vivir en eso enteramente, efectuando de ese modo un cambio íntegro de nuestra vida externa, y en nuestra actitud, y en nuestra accción sobre el movimiento del mundo.(Trad., del inglés, de Héctor V. Morel).