ALTER.- Una especie de novela de formación al revés, quieres decir.
EGO.- Más o menos. Figúrate, un hombre de treinta y tantos años, anclado conscientemente en la inmadurez, de pronto es secuestrado por un profesor de secundaria, que se lo lleva a un instituto, donde ha de convivir con colegiales quinceañeros, inmerso de nuevo en el mundo
ALTER.- Un terrorista de la literatura…
EGO.- Sí, pero no creas…Basta con leer sus Diarios para darse cuenta de que su iconoclastia no va dirigida contra lo que podríamos llamar el arte perenne, sino más bien contra las modas y estereotipos que en cada momento imponen los grandes sacerdotes de la Forma. Piensa que, entre sus grandes admirados, se cuenta Thomas Mann, heredero directo de Goethe y
ALTER.- Un hombre realmente libre.
EGO.- Un creador tan libre que no se le pudo encasillar en ninguna tendencia. Él mismo, para facilitar la labor a los críticos, vino a decir que, por eliminación, se le podría considerar existencialista.
ALTER.- ¿Y de dónde era?
EGO.- De donde quiso. Nació en Polonia, donde publicó sus primeras obras. La guerra mundial le sorprendió en Argentina, y ahí se quedó y permaneció durante veinticuatro años, primero malviviendo y luego trabajando en el Banco Polaco y relacionándose, muy poco, con la gente de letras de Buenos Aires; conoció a Sabato, a Ocampo y a otros escritores más o menos consagrados. La traducción de Ferdydurke al castellano fue algo increíble.
ALTER.- ¿Quién la hizo?
EGO.- No, lo de increíble lo digo porque es el único caso, que yo sepa, de traducción asamblearia de una novela. Un grupo de escritores, reunidos en un café de Buenos Aires, entre las voces de los clientes y los golpes de taco de los billares, llevó a cabo la traducción definitiva sobre la versión en mal español aportada por el propio autor, quien naturalmente también participaba en los debates.
ALTER.-Y el resultado…
EGO.- Excelente, te la recomiendo. Más tarde, en el 63 se fue a Europa y, ya reconocido internacionalmente, se estableció en Francia, donde murió seis años después.
ALTER.- O sea, que fue colega de los escritores del boom latinoamericano.
EGO.- No fue colega de nadie, pero más bien trató a los de la generación anterior, como Sabato, al que le unió una buena amistad.
ALTER.- Y Borges…
EGO.- A Borges no lo tragaba mucho. Le reprochaba que practicase la literatura sobre la literatura.
ALTER.- ¿Y te parece justo el reproche?
EGO.- Como expresión del sentir de Gombrowicz me parece de lo más justo; como defecto objetivo de Borges, discrepo. En todo caso eso no es un defecto, sino una característica.
ALTER.- Quieres decir que cualquiera tiene el derecho de hacer literatura sobre la literatura.
EGO.- Por supuesto. Y lo de Borges me parece admirable: crear un mundo hiperliterario
ALTER.- ¿Como por ejemplo?
EGO.- Pierre Menard, autor del Quijote.
ALTER.- ¿Autor del Quijote?
EGO.- Sí, en su relato Borges nos cuenta el caso del escritor Pierre Menard, autor, entre otras obras, de varios capítulos del Quijote de Cervantes.
ALTER.- ¿Una nueva versión de la historia?
EGO.- No. He dicho del Quijote de Cervantes. Y es que el empeño de Menard consistía en eso: escribir en 1918 el mismo libro que Cervantes había escrito a principios del siglo XVII.
ALTER.- ¿Modernizando el idioma?
EGO.- No. He dicho el mismo libro, palabra por palabra, punto por punto.
ALTER.- Pero eso es absurdo. Basta con copiar.
EGO.- Te equivocas. En la visión de Borges el reto era inmenso, y el resultado sorprendente. Y es que el Quijote escrito por Menard resultaba mucho más rico en significados, y también mucho más ambiguo, es decir, más moderno que el escrito por Cervantes.
ALTER.- ¿Pero no quedamos en que era idéntico, palabra por palabra?
EGO.- Sí, y ahí está el meollo de la cuestión. Un ejemplo. En la obra de Cervantes, en un discurso memorable, don Quijote defiende la supremacía de las armas sobre las letras. Esto, escrito hacia el 1600, es casi un lugar común, una banalidad. En la obra de Menard, en un discurso memorable, don Quijote defiende la supremacía de las armas sobre las letras. Esto,
ALTER.- Creo que ya entiendo…Imagino que se trata de una parábola con la que Borges nos quiere decir algo. Pero ahí me quedo.
EGO.- En mi opinión, lo que el relato señala en primer término es la imposibilidad de leer una novela de una época pasada con los ojos de aquella misma época. Para escribir el Quijote de Cervantes, Menard tenía que realizar la hazaña de borrar de su mente trescientos años de historia. De igual manera, para leer el mismo Quijote que Cervantes escribió, el lector de hoy tendría que borrar de su mente cuatrocientos años de historia.
ALTER.- O sea, que el Quijote que hoy podemos leer es nuevo y distinto del que escribió Cervantes.
EGO.- Exacto, del mismo modo que el Quijote que escribió Menard era nuevo y distinto del que escribiera Cervantes…aunque ambos coincidiesen frase por frase, palabra por palabra, punto por punto.
ALTER.- Muy ingenioso. Y supongo que a la parábola se le pueden sacar muchos más significados.
EGO.- Ni te lo imaginas. Hay toda una literatura sobre esa muestra de literatura sobre la literatura. Legiones de estudiantes y profesores caen a diario sobre ella y, después de descuartizarla, le extraen cosas tales como que “la literatura es un conjunto de formas que esperan un sentido”, o nos hablan de la urgente necesidad de que nos traslademos “de la estética de la producción a la estética de la recepción”.
ALTER.- Lo siento, empiezo a perderme.
EGO.- Eso es lo bueno de Borges, y de cualquier escritor reconocido: que sus ficciones generan multitud de otras ficciones, en general bajo la forma de tesis doctorales. Creo que fue el mismo Borges quien dijo que la filosofía es un género de la literatura. Algo parecido se podría decir de la crítica literaria: que pertenece al género de la literatura fantástica.
ALTER.- Con la crítica hemos topado.
EGO.- ¿Alguna intención especial en esas palabras?
ALTER.- No, solo que…imagino que, como todo artista, tendrás algo que decir de la crítica, y
EGO.- ¿Como todo artista? Parece que olvidas que hay una clase de artistas que están encantados con la crítica, porque de hecho se lo deben todo a ella. Un pintor informalista, por ejemplo, si existe, es porque la crítica de arte lo ha creado.
ALTER.- Bien, pues, si te parece, lo dejamos en “como todo escritor”.
EGO.- Sigues siendo inexacto. Yo soy escritor y no tengo nada contra la crítica literaria. Al contrario, en lo poco que se ha ocupado de mí me ha tratado muy bien, tan bien como los lectores, y mejor, desde luego, que los editores.
ALTER.- ¿Hablamos de los editores?
EGO.- No, hablamos de la crítica.
ALTER.- De acuerdo. Me gustaría conocer tu opinión sobre esto. Con frecuencia se ha dicho que un buen crítico no puede ser un gran creador, y a la inversa; que una y otra actividad responden a cualidades de signo opuesto, que no suelen darse en la misma persona. Por un lado, la capacidad de análisis, propia del crítico; por otro, la capacidad de síntesis, propia del creador. ¿Tú que opinas?
EGO.- Algo de cierto debe de haber en ello. Milan Kundera, en su ensayo El arte de la novela,
ALTER.- Me parece una observación bastante venenosa.
EGO.- Lo siento, no era mi intención. Lo que ocurre es que, cuando la gente va dejando tantas pistas, a veces no puedes evitar saltar sobre una de ellas y, como un niño juguetón, exclamar ¡te he cazado!
ALTER.- Ya veo…Imagino que el mundo de las letras debe ser cruel y perverso…
EGO.- No más que otros. Y en cambio, para mí, proporciona muchas más satisfacciones que cualquiera de los otros mundos. Es claro que no me refiero al aspecto profesional o corporativo, sino al estrictamente artístico.
ALTER.- Pues yo, personalmente, lo veo como algo problemático, como un territorio extraño, difícil, lleno de trampas, engaños y espejismos. ¿Cómo moverme con seguridad en él? ¿Cómo saber dónde está lo bueno y dónde lo malo? ¿Cómo aprender a separar el grano de la paja? En definitiva, ¿cómo estar a la altura del arte? A veces, ocurre que me recomiendan un autor, unánimamente reconocido como genial, y yo…no puedo entrar en él, o me aburre o no le entiendo.
EGO.- En esos casos, déjalo, sin pensártelo dos veces. Para los no profesionales, entre los que me incluyo, la literatura es uno de los pocos reductos de la libertad. Nadie puede imponerte nada.
ALTER.- Ya sé, pero es que a veces me gustaría participar del goce que el lector Fulano encuentra en el autor Mengano. Pero no puedo.
EGO.- Porque no le amas.
ALTER.- ¿Cómo dices?
EGO.- Pero no te preocupes: podrás amar a otro.
ALTER.- No te entiendo.
EGO.- Es que con los escritores, vivos o muertos, ocurre como con las personas que nos rodean. Para comprender cabalmente a un escritor hay que llegar a amarlo. Pero si no puedes, no te preocupes. Es que no estás hecho para él. Ya encontrarás a otro.
ALTER.- Pero amarlo ¿cómo?
EGO.- Como a ti mismo. Es decir, creyéndote él mismo. Amándolos así, he llegado a comprender perfectamente, y no es inmodestia, a Catulo, a Cicerón, a Dante, a Goethe, a
ALTER.- Así, que también en esto importa el amor.
EGO.- Es lo único que importa, ¿recuerdas?
ALTER.- Sí, “the only meaning“.
(De Ego, Alter y el plan)