Bien, si me he de defender, alegaré lo siguiente:
Primero, que la lista impugnada en cuestión no contiene precisamente a los escritores que considero mejores, sino a los que más me han influido o aportado o conmovido, aunque reconozco que ambas categorías se pueden confundir fácilmente.
Segundo, que elaborar una lista que establezca un canon objetivo de autores es tarea condenada al fracaso, como ya ha quedado demostrado en varias ocasiones.
Tercero, que, no obstante lo anterior, también puedo yo establecer un canon de esos por el sencillo y socorrido procedimiento de llamar “objetivo” a lo subjetivo.
Y para demostrar todo lo anterior, he preparado una lista B con criterios lo más “objetivos” posibles. Aquí está…
1. Ovidio. Las dos caras de la vida
2. Petronio. La vida como juego
3. Ausiàs March. Ira y amor
4. Garcilaso de la Vega. El caballero y la muerte
5. Montaigne. Una torre con vistas
6. Cervantes. La novela en su laberinto
7. Shakespeare. El escritor ausente
8. Calderón de la Barca. El teatro del mundo
9. Leopardi. El silencio infinito
10. Allan Poe. La vorágine y el método
11. Stendhal. Sentimiento y estilo
12. Tolstoy. Arte y conciencia
13. Huysmans. La estética de la fe
14. Oscar Wilde. La profundidad de la superficie
15. Pirandello. Ser o parecer
16. Pessoa. Las personas del verso
17. Antonio Machado. El sol de la infancia
18. Pavese. El vicio absurdo
19. Malcom Lowry. El infierno deseado
20. Albert Camus. Un verano invencible
21. Julio Cortázar. La alegría de escribir
Hecha la lista con los 21 de rigor, le doy un breve vistazo y concluyo que debería hacer unas observaciones:
a) Algunos de los personajes que aparecen ya los he tratado de una u otra manera: Ovidio y Oscar Wilde son coprotagonistas del ensayo Ovidio y Wilde, dos vidas paralelas; a Petronio le dediqué un capítulo en el ensayo Del suicidio considerado como una de las bellas artes (Editorial Minobitia, 2012) y es protagonista de la novela no publicada Conversaciones con Petronio. De estas obras he reproducido breves fragmentos en este
Quiero decir con todo esto que será inevitable que en algún momento tire de lo ya escrito, es decir, que me plagie. No se si el autoplagio es delito o si simplemente se considera de mal gusto. En todo caso, me consuela la idea de que nadie lo advertirá y que, si en algún caso eso ocurre, será porque yo mismo acabo de dar las pistas.
b) No es seguro que la lista que ahora ofrezco se mantenga tal cual hasta el final de la redacción de la obra. Y es que tengo dudas sobre si algunos autores faltan y si otros les deberían ceder el sitio (han de ser 21, por supuesto). En fin, sobre la marcha ya se verá.
c) A diferencia de lo que ocurría en Los libros de mi vida, aquí en la evocación de autores seguiré el orden histórico o cronológico y no irá salpicada de breves detalles de mi biografía. Lo que no quiere decir que alguna vez no ocurra.
d) No es en absoluto seguro que llegue a cumplir la tarea. Si acaso en algún momento abandono, espero que mis seguidores, más selectos que numerosos, lo comprendan y me disculpen.
Y una recomendación práctica: si alguien cree que falta en la lista un
Eso es todo. Y ahora a bucear de nuevo por los mares de la genialidad literaria, es decir, a disfrutar. Y es que, como egoísta que soy, pienso sobre todo en mí mismo.
Pingback: SHAKESPEARE. El escritor ausente II | Blog de Antonio Priante
Excelente artículo, Antonio, y excelente el canon literario que propones, con el que estoy, casi, completamente de acuerdo. El “casi” es porque hay un par de autores que no he leído. Un abrazo.
Gracias, Jesús. También hay muchos que no he leído y que precisamente por eso no están ahí, aunque quizá deberían estar.
Muy bien Antonio,salvando las distancias ,me recuerdas a Henry Miller,cuando escribió,”Los libros de mis amigos”,una recopilación literaria muy interesante,espero que la tuya sea mejor.
Leí la de Miller, que creo que no se llamaba exactamente así. Y la mía no será mejor. Si es, será muy mía.
Es verdad Antonio,el libro de Henry Miller,se titula “El libro de mis amigos”.
A eso me refería hace un momento en facebook. Qué envidia cuando uno dedica todas sus energias y pone la imaginación a cien para crear un proyecto, que por nuevo, todavía no se ha contaminado de los gérmenes que inevitablemente lo van debilitar. ¡¡¡Bravo Antonio!!!!
Gracias, Eugenia, por el impulso.