Nunca muestres tus escritos a un escritor I

Este consejo va dirigido a una categoría muy concreta de personas: jóvenes o mayores, hombres o mujeres, que llevan un tiempo practicando la escritura creativa y que desearían que alguien con experiencia y, a ser posible, con fama valorase sus obras y aportase el estímulo necesario que les permitiese avanzar y finalmente triunfar en el intento. El consejo es aún más certero si el escritor elegido pertenece al selecto círculo de los consagrados, o a la popular tropa de los famosos. Y a los hechos me remito. Porque, imaginemos que no se sigue. ¿Qué ocurre? Pues algunas de las cosas que los que lo han ignorado – antes de que yo lo formulase, es cierto – conocen muy bien.

A) El escritor que recibe el escrito no contesta. Esto es fácil cuando no hay un conocimiento directo entre demandante y demandado. Cuando se conocen personalmente resulta más complicado. Pero siempre hay maneras.

B) El escritor que recibe el escrito contesta con vaguedades, por lo general sin apenas haberse mirado el texto. “Vas por buen camino…”, “persevera…”, “el esfuerzo rendirá sus frutos…”, etc. Vaguedades que el demandante avispado detecta enseguida y le sumen en un profundo malestar.

C) El escritor que recibe el escrito contesta con una descalificación rotunda, que en esencia viene a decir: “Nunca serás de los nuestros; dedícate a otra cosa, infeliz.”

Yo diría que no hay más alternativas. Con una de estas tres situaciones se encontrará el ingenuo escritor novato (o simplemente, no publicado) que muestre sus escritos a un autor más o menos consagrado. Pero ¿por qué se comportan así estos señores y señoras? ¿Orgullo? ¿Desprecio? ¿Espíritu corporativo? ¿Pereza? ¿Maldad?… Bueno, no exageremos. Intentemos comprender. Mañana.

Deja un comentario

Archivado bajo La letra o la vida

Deja un comentario Cancelar respuesta