¿Nadie ha de hablar ahora? ¿Nadie ha de acusarme? ¿Nadie ha de venir a remover de nuevo los rescoldos de mi existencia? ¿Para qué he sido entonces devuelto a esta tiniebla? ¿Acaso ha terminado el juicio? ¿Cómo es que he sido abandonado aquí, entre la vida y la gran Luz? ¿Se han apagado ya todas las voces de la vida?
“De ti depende, Dante”
“¿De mí?…¡Beatriz, santa Beatriz! Ya no esperaba oir tu voz. Has venido para ayudarme, para acompañarme, para salvarme. Así se cumple el sueño de mi vida, el que legué al mundo, esculpido en millares de versos, que forman el mas grande poema nunca escrito… Háblame, Beatriz… ¿No dices nada?… ¿Qué ocurre? ¿He de permanecer de nuevo en la oscuridad y el silencio después de haber oído dos palabras tuyas? Háblame, Beatriz, te lo suplico”.
“¿Qué he de decir, Dante?”
“Alabado sea Dios, porque has hablado. Pero quizá no te he entendido. Yo, pobre pecador, ¿he de dictarte lo que has de decir?”
“Siempre ha sido así”.
“¿Siempre?…”
“Desde tus primeras canciones y baladas, que reuniste en el librito que llamaste La vida nueva, hasta el canto treinta de tu Paraíso, cuantas veces he hablado ha sido con palabras que tú ponías en mi boca.”
“Sí, comprendo…soy poeta… pero en nuestra juventud tuvimos alguna conversación sin que yo pusiera las palabras en tus labios, y ahora mismo…”
“Ahora mismo, ¿qué? ¿De dónde salen estas palabras mías? Eres poeta, sí, y como poeta has inventado un mundo, un extraño mundo que se inaugura con el primer soneto de La vida nueva, en el que sueñas que la personificación del amor me tiene en sus brazos, mientras con la mano me da a comer tu corazón. ¿Qué es eso, Dante? ¿Cómo hay que llamarlo?”
“Es… alegoría… fantasía…”
“Fantasía, sí. Toda tu obra es fantasía.”
“Toda obra poética es fantasía.”
“Sí, pero tu vida también lo es.”
“¿Es eso un reproche, Beatriz? ¿De qué me has de acusar ahora? ¿No se agotaron tus acusaciones en nuestro encuentro a la entrada del Paraíso? ¿No derramé ya entonces suficientes lágrimas para borrar todos mis errores pasados? ¿No quedé absuelto de todos los pecados para ser digno de contemplar la maravillosa visión?”
“Me estás dando la razón, Dante. Todo eso de que hablas pertenece a la obra, no a la vida.”
“Es cierto, pero también es verdad que la obra es la manera más auténtica y honda de entender y sentir la vida.”
“Luego no haces distinción entre vida y arte.”
“Apenas.”
“Y sin embargo, Dante, no eres capaz de llegar a las últimas consecuencias, de aceptar y reconocer todo eso que tus actos y tu vida entera proclaman.”
“¿Reconocer…?”
“Que eres tú quien pone las palabras en mis labios, que eres tú quien ha dado forma a mi persona”.
“Es verdad que siempre has habitado y crecido en la parte más honda de mi alma…pero yo te tomé de una niña, de una joven llamada Bice Portinari.”
“Igual que el dormido oye un ruido leve y sueña con una procesión de tambores”.
“Pero la realidad de la vida no es un sueño: el esfuerzo cotidiano por mantenerse en pie y con dignidad, el trabajo continuo por dominar las artes y las ciencias, por desentrañar la maquinaria del universo, las luchas ciudadanas, los amores, inocentes o perversos, el vino, tantas veces amargo, de la amistad. Todo eso es real y sentido. Guido Cavalcanti…”
“No hace falta que menciones a tu amigo. No ha de venir.”
“He polemizado con él en esta oscuridad…”
“¿Con él? ¿Estás seguro de que era él? ¿Cuántas cosas sabía ese Guido que no podía saber porque la muerte se lo había llevado antes, como el contenido de toda tu obra? No, Dante, no has polemizado con Guido.”
“No te entiendo, ¿con quién entonces he estado hablando y disputando?”
“Contigo, sólo contigo. Lo mismo que cuando te explicabas a Angelo o cuando te excusabas ante Gemma.”
“¿Conmigo? Pero ellos hablaban con razones propias, y sus palabras me herían o conmovían, ¿cómo podría ser yo el autor de todo eso?”
“Como lo eres en los sueños. ¿No sueles encontrar en ellos a personas extrañas u hostiles? Y, sin embargo, ¿quién es el único autor de tus sueños?”
“¿Yo…?
“Sí, Dante, en esta oscuridad no ha habido más voces que las que han salido de ti mismo. Pero no sólo en esta oscuridad. También antes, en la escena luminosa de la vida, eras tú quien creaba los personajes y les dictaba las palabras. No sólo a mi persona, a Beatriz, has dado forma. Tu mente ha creado una gran obra, que no se limita a los versos que escribiste. Dante, eres tú el creador del mundo en el que vives. De ti ha surgido todo, como cuando sueñas. Pero ahora has de despertar.”
A continuación, el texto de las razones que di en Facebook de la selección y publicación de estos nueve fragmentos:
Entre el 13 y el 14 de septiembre de 1321 Dante Alighieri, uno de los más grandes poetas que ha dado la humanidad, murió en Ravenna, donde vivía la última etapa de su exilio, forzado, hacía veinte años, por el triunfo de los enemigos políticos en su Florencia natal. Por aquí, apenas se ha conmemorado o dicho nada al respecto. Yo, hace unos años, escribí una novela dentro del estilo que he venido cultivando (Catulo, Cicerón, Schopenhauer, Larra, Petronio). Se titula La alta fantasía (Dante Alighieri) y no se ha publicado. La verdad es que no he puesto especial empeño en su publicación. Ahora me arrepiento. Pienso que, a mi edad, una de las cosas que me consolaría de tener que dejar este mundo sería ver publicada (y leída lo más posible) la obra citada. Y he pensado que, desde algunas redes sociales como ésta, quizá podría llegar mi especie de reclamo a algún editor interesado y valiente (practicantes del ghosting, abstenerse). Con este fin, a partir del día 6 de septiembre, publico aquí, mediante enlaces a mi Blog, ciertos fragmentos de la novela, que he seleccionado yo mismo.