Algunos efectos de la conversión religiosa

(según Paulino, coprotagonista de la novela La ciudad y el reino)

Aunque mi corazón se abrió desde el primer momento al aire nuevo, la mente se resistía a darle entrada. Pero el poder de la mente racional estaba ya en mí muy debilitado por la continua confrontación con la realidad. Porque ¿qué crédito puede otorgarse a la razón cuando uno experimenta, a su propio paso por el mundo, que todo es irracional y absurdo? Sin la luz superior que había de dar sentido a todo, mi razón humana estaba ya casi muerta, y poca resistencia podía oponer a la verdad, que abruptamente se abría paso a través del corazón.

Empecé a ver las cosas bajo una luz muy distinta. Todo, hasta el más pequeño detalle, empecé a relacionarlo con un poder oculto, con un plan superior que se va cumpliendo en lo grande y en lo pequeño, en lo alto y en lo bajo. Me dediqué con ahínco a la lectura de los libros sagrados y descubrí con sorpresa que pasajes que antes no había entendido, o había desechado por absurdos o ridículos, se manifestaban plenos de significado.

Maestro, no sé si has observado que vemos solo lo que queremos ver, que aprendemos solo lo que ya sabemos. De manera automática rechazamos cuanto no encaja en nuestra visión preconcebida del mundo. Es preciso un cataclismo, la irrupción de la Gracia, por ejemplo, para que permitamos el acceso de nuevas vías de conocimiento. 

(De LA CIUDAD Y EL REINO)

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