La solución real, positiva, del enigma de nuestra existencia debe consistir en algo que el intelecto humano no está en absoluto capacitado para concebir y pensar. De tal forma que si llegase un ser de una calidad superior y se esforzara al máximo para instruirnos, no podríamos comprender nada a través de sus introducciones, pues la solución sería trascendente, mientras que el intelecto es inmanente. (Trad. Adela Muñoz Fernández)
Ya lo había dicho Francisco Sánchez: “Que nada se sabe”