PESSOA. Las personas del verso II

pessoa casa natalFernando Pessoa nace en Lisboa en 1888. A los cinco años queda huérfano de padre (funcionario del ministerio de justicia y crítico musical) y, dos años después, la madre se casa por poderes con Joâo Miguel Rosa, cónsul en Durban (África del Sur), adonde se trasladan madre e hijo.

Estudia las primeras letras, en inglés (Durban pertenecía a la colonia británica de Natal), en un colegio de monjas irlandesas y en 1899 ingresa en la escuela secundaria de la misma ciudad.

En 1901, a los trece años, escribe sus primeros poemas, en inglés. Viaja con la familia a Portugal y a la vuelta, en 1903, ingresa en la Universidad de El Cabo, donde estudia poco tiempo; obtiene el premio Reina Victoria de ensayo en inglés. Se dedica sobre todo al estudio de los clásicos ingleses y latinos. Y sigue escribiendo, poesía y prosa, siempre en inglés, al tiempo que le asoman los primeros heterónimos.

En 1905 regresa, solo, a Portugal, donde permanecerá el resto de su vida. En Lisboa vive los primeros años en casa de parientes (tías y abuela) y, más tarde, en habitaciones alquiladas.

En estos años Pessoa siente ya de manera clara la angustia de sentirse solo, y de saberse diferente:

Por mis tendencia naturales, por las circunstancias que rodearon el comienzo de mi vida, por la influencia de los estudios hechos debido al impulso de todo eso… por todo ello mi carácter es del género interior, autocéntrico, mudo, no autosuficiente sino perdido en sí mismo. Toda mi vida [escribe esto hacia los veinte años] ha sido de pasividad y de sueño. Todo mi carácter consiste en el odio, en el horror por la incapacidad que impregna todo lo que soy, física y mentalmente, para actos decisivos, para pensamientos definidos. Jamás tomé una decisión nacida del autodominio, jamás saqué al exterior una voluntad consciente.

En 1906 se matricula en el Curso Superior de Letras de la Universidad de Lisboa, que abandona sin terminarlo. Un año después, con la pequeña herencia que recibe tras la muerte de la abuela Dionísia, intenta una aventura empresarial: una imprenta, que al poco tiempo quiebra. Se dedica entonces a la traducción y corresponsalía comerciales, para varias empresas, de forma autónoma, actividad que constituirá su único medio de vida.

En 1912 inicia la labor ensayística y crítica con varios artículos, que se publican en la revista A Águia, entre los que destaca “La nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada”.

Aunque su vida social nunca llega a ser muy relevante, en esos años empieza a tratar a escritores más o menos conocidos y a frecuentar tertulias literarias, primero en el café A Brasileira, en el barrio del Chiado, y más tarde en el Martinho da Arcada, en la plaza Comércio. Son los años de la eclosión de los ismos de la vanguardia artística: el modernismo, el futurismo, el dadaísmo, y en las tertulias se debate sobre todo ello y sobre la nueva poesía portuguesa, entre cuyos máximos representantes está Sá-Carneiro – entonces apenas conocido -, gran amigo de Pessoa, con el que, en 1915, colabora para sacar adelante la revista Orpheu, introductora del modernismo en Portugal. Y también se bebe. Y Pessoa sobre todo vino, continuamente.

En marzo de 1914, sin haberlo convocado expresamente, se le aparece el primer heterónimo, Alberto Caeiro, poeta, y a continuación otros dos, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, cuyas obras, sin embargo, no verán la luz debidamente hasta su publicación bajo el título Drama em gente, en 1924, en la revista Athena.

El historial amoroso de Pessoa es, por lo que se sabe, tan breve como atípico. En 1920 conoce a Ofélia Queiroz, joven de 19 años (él tiene 31), en una de las oficinas que él frecuenta y en la que ella trabaja como mecanógrafa y, hasta donde se puede decir tratándose de nuestro personaje, se enamora de ella, e incluso llega a plantearse el matrimonio. Pero en octubre del mismo año sufre una fuerte depresión y poco después rompe con Ofélia.

A finales de 1929 se reanuda el idilio, pero no pasan más de cuatro meses hasta que se produce la ruptura definitiva. Hay que destacar que en toda la historia tuvo su papel Álvaro de Campos, personaje odioso para Ofélia, a la que llegó a escribir cartas aconsejándole que dejase a Pessoa, e incluso en una ocasión se presentó a una cita sustituyendo al ortónimo.

La visión política de Pessoa no resulta menos atípica. Se define como liberal radical, antisocialista; defiende la dictadura militar que, en 1926, había derribado a la república que había derribado a la monarquía en 1910, pero se muestra contrario al Estado Novo de Oliveira Salazar, instaurado en 1933. Parece que lo que más le irritaba del nuevo mandatario era que fuese abstemio y que prohibiese la masonería y las sociedades secretas (además de la poesía, las grandes pasiones de Pessoa eran el ocultismo y la astrología). Pero no hay que tener esto muy en cuenta, ya se sabe que no hay nada tan absurdo como un poeta metido a político. Excepto un político metido a poeta, por supuesto. Pero esto, más que absurdo, es imposible, por lo menos en nuestros tiempos. 

En 1924 publica en la revista Athena Drama em gente, que contiene la obra poética de los tres heterónimos principales. De su propia obra en portugués, lo único que llega a publicarse en vida es Mensagem, en 1934, conjunto de poemas más bien oscuros, acordes con su afición ocultista y su “visión” política.

La considerable cantidad de escritos que quedaron inéditos a su muerte se han ido publicando póstumamente (y parece que aún quedan). Entre ellos destaca El libro del desasosiego, que atribuyó a su heterónimo Bernardo Soares, publicado en 1982.

Fernando Pessoa murió en un hospital, internado a consecuencia de un cólico hepático, el 30 de noviembre de 1935… a los treinta y cinco años exactos del día en que murió Oscar Wilde y cuatro años exactos antes del día en que nació el que esto ha escrito.

(Ahí dejo la última frase por si interesa a astrólogos, cabalistas, numerólogos u ocultistas en general).

(De Los libros de mi vida. Lista B)

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