Fantasías a la manera de Hoffmann VIII

CIPRIANO.- Yo mismo, con tu permiso.

TEODORO.- Estupendo, porque la verdad es que, aunque parezca extraño, hoy no tengo ningún relato.

CIPRIANO.- Extraño sí que parece, pero mejor, así mi obra se evitará compararse con la tuya.

OTAMAR.- No nos pongamos ahora competitivos, y lee, Cipriano.

CIPRIANO.- Es una historia sin pretensiones, con poca fantasía y algo triste…bueno, como la vida misma. Pero vosotros juzgaréis. Empiezo [clicar AQUÍ y, después de leído el relato, regresar a esta pantalla]

                                                            DOPPELGÄNGER

hombre en la puerta

LOTARIO.- Hay que reconocer que es una historia bastante melancólica.

CIPRIANO.- Triste, ya lo he advertido.

OTOMAR.- Estoy de acuerdo. Y además creo que esa tristeza se presenta en dos frentes: el estilo y el contenido.

CIPRIANO.- ¿Quieres decir que mi estilo es más bien triste?

OTOMAR.- Ya me entiendes, Cipriano. Lo que estoy diciendo es que se trata de un relato perfectamente ajustado en cuanto a forma y fondo.

SILVESTRE.- De acuerdo, pero ¿de dónde viene ésa tristeza de fondo que impregna todo el relato?

LOTARIO.- De la imposibilidad de realizar los sueños, quizá.

CIPRIANO.- Sí, aunque no hay que tomar eso de una manera general. Aquí se trata de un caso concreto, de una persona con supuesta fuerza creativa, que, por debilidad de carácter o por comodidad, renuncia a su sueño más querido. Porque, por otro lado, sabemos que hay muchas personas que apenas tienen problema en conseguir lo que se proponen.

OTOMAR.- Cierto, pero ésa suele ser la segunda parte de la tragedia… Quiero decir que, como apuntó Oscar, sólo hay una cosa peor que no alcanzar lo deseado, y es alcanzarlo.

CIPRIANO.- Eso es sólo una brillante paradoja.

OTOMAR. – Que describe una evidente realidad. El mundo está lleno que gente que ha obtenido lo que se proponía y que continúa insatisfecha. ¿O crees acaso que si Leónidas hubiese destacado, en su momento, como gran escritor, hubiese sido más feliz? No, simplemente no habría tenido ese problema.

CIPRIANO.- Como quieras Otomar, pero yo no he planteado en el relato el problema filosófico de la imposibilidad de la felicidad, simplemente he descrito un caso de renuncia a los ideales por… cobardía. Porque en definitiva se trata de eso.

SILVESTRE.- Por cobardía o, a veces, por simple necesidad. ¡En cuántos casos el que se siente llamado para un arte tiene que dedicar casi todo su tiempo y esfuerzos en la humilde tarea de ganarse la vida!

OTOMAR.- Siempre hay un resquicio, siempre hay una vía para que el genio salga a la luz o, dicho más modestamente, para que uno pueda cumplir con su tarea ideal.

LOTARIO.- Con su destino, dilo ya.

OTOMAR.- Sí, con su destino. Pensad en cuántos grandes escritores, desde Cervantes hasta Henry Miller, pasando por Dostoyevski, han tenido que luchar con circunstancias desfavorables de muy diversa naturaleza. Y el caso más curioso es el del maestro: desde siempre creyó que su auténtica vocación era la música, pero tuvo que estudiar y ejercer el derecho, cosa que hizo, por cierto, con una competencia y honradez reconocida por todos… y al final triunfó en literatura.

SILVESTRE.- Sí, el caso de Hoffmann es la más curiosa combinación que se conoce de todo eso que llamamos predisposición, cualidades, vocación, necesidad, destino, conveniencia…

OTOMAR.- Y no hemos de olvidar que, si finalmente se impuso la literatura, fue porque era lo que más le rendía económicamente. Un caso extraño, desde luego.

CIPRIANO.- Pues a mí lo que más extraño me parece es que, desde que he acabado la lectura, Teodoro no haya abierto la boca.

TEODORO.- Quieres decir que no la haya cerrado. Porque todavía sigo con la boca abierta.

CIPRIANO.- ¿Con la boca abierta? ¿Se puede saber por qué? No será por la calidad de la obra. Viniendo de ti, me parecería un cumplido difícil de creer.

TEODORO. – No, la historia no está mal. Pero lo que me ha dejado estupefacto es un detalle sin importancia, pero que me afecta.

CIPRIANO.- Creo que ya sé por dónde vas.

TEODORO.- Y no lo repruebo. No está mal eso de robar un personaje y darle una historia previa, un pasado.

LOTARIO.- Ah, ya sé de qué habláis. Yo también lo he pensado. Cuando Leónidas ya es viejo y se le describe como… es eso ¿no?

TEODORO.- Sí, como un hombre casi completamente calvo, delgado y encorvado y que pretende escribir algo que nos ilumine definitivamente sobre la miseria y el misterio de nuestra condición… ése no puede ser otro que mi narrador de los relatos del espíritu Alfredo.

CIPRIANO.- ¿Te molesta?

TEODORO.- No, al contrario, ya te lo he dicho. A primera vista, uno se puede imaginar perfectamente que Leónidas, ya mayor, escribe y vive las historias del espíritu Alfredo, pero… me parece que hay un detalle importante que no cuadra.

CIPRIANO.- ¿Y es?

TEODORO.- El carácter. Yo diría que mi narrador es un tipo más bien lúcido y cínico, mientras que tu personaje me parece bastante romántico (en el mal sentido de la palabra) y algo blando.

CIPRIANO.- Quizá tengas razón, y la verdad es que, cuando lo he acabado de escribir, también yo he pensado algo así. Pero no me he podido resistir al placer del juego.

SILVESTRE.- Eso está muy bien, todo el mundo tienen derecho a jugar con lo que los creadores ponen a disposición de todo el mundo. Aquí mismo tenemos esa curiosa versión del Doble que nos ha dado Cipriano.

CIPRIANO.- ¿Curiosa?

SILVESTRE.- Hombre, es evidente que lo que la tradición romántica (en el buen sentido), principalmente germánica, nos ha dado sobre ese fenómeno, suele ser un personaje maligno, tenebroso o, cuando menos, inquietante, y aquí el Doppelgänger de Leónidas se nos aparece más bien como una especie de ángel de la guarda que pretende llevarle por el buen camino.

OTOMAR.- Bueno ¿y qué? No hemos de ser esclavos de la tradición.

SILVESTRE.- Naturalmente que no, sólo he señalado un aspecto, unas diferencias con el patrón tradicional…

CIPRIANO.- Bueno, bastantes cosas se han señalado ya de mi historia…

                                             FIN  (provisional?)

                                               de

          FANTASÍAS A LA MANERA DE HOFFMANN

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