PIRANDELLO. Ser o parecer II

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Luigi Pirandello nació el 28 de junio de 1867 en Girgenti, durante décadas llamada Agrigento (Italia), o más exactamente, en una pequeña localidad situada entre esta ciudad y Porto Empedocle, adonde se había trasladado la madre para evitar el cólera que invadía la zona. Se llamaba Cavasu, nombre que el mismo Pirandello imaginaba derivado del griego Caos, lo que le resultaba especialmente significativo.

Los padres, Stefano y Caterina, pertenecían a la clase media acomodada. Stefano había luchado con los garibaldinos por la unidad de Italia contra los últimos Borbones de Nápoles. Era además un hombre de negocios práctico y enérgico, a diferencia del hijo, concentrado y soñador, contraste de caracteres que Luigi sentiría como una especie de amenaza, si bien las relaciones entre ambos nunca fueron demasiado malas.

Después de cursar estudios primarios con profesores privados y en el instituto local y tras un breve intento de colaborar con el padre en el negocio del azufre, a los 18 años marcha a Palermo para iniciar estudios universitarios de filología y derecho (lo último, que pronto abandona, en atención al padre).

Tras una breve estancia en Girgenti con la familia, en 1886 se traslada a Roma para estudiar filología románica. Por poco tiempo, porque un encontronazo con un profesor le obliga a abandonar la universidad, y se traslada a Bonn (Alemania), donde prosigue sus estudios y se licencia con una tesis sobre el habla de Girgenti. En Bonn se encuentra cómodo, gracias, entre otras cosas, a la relación con la joven Jenny Schulz-Lander, más tarde reconocida escritora, a quien se negaría a ver cuando reapareció por carta muchos años después.

En 1892 (a los 25 años), se establece en Roma, decidido a seguir la carrera literaria. En los primeros años solo consigue dar a la luz, en publicaciones de corto alcance, algunos poemas y relatos, hasta que en 1901 publica su primera novela, La excluida, en la que ya plantea su relativismo cognitivo, la convicción de la imposibilidad de que la verdad de una persona sea cabalmente comprendida por otra.

Pirandello se va introduciendo en el ambiente literario de Roma, gracias, sobre todo, a Luigi Capuana. Vive bien, mediante la asignación mensual que le llega del padre, dependencia que, sin embargo, le es especialmente molesta. Hasta que, a finales de 1893, el padre le comunica que hay un buen partido para él, con una dote muy importante. Luigi vuelve rápido a Girgenti, donde es presentado a la familia de Calogero Portolano, colega comercial de Stefano y a la hija Antonietta. No se lo piensa mucho. En enero del año siguiente se casa en Girgenti, y poco después regresa a Roma, con la esposa, la dote (que de momento le administra el padre) y la esperanza de una vida holgada y tranquila que le permita desarrollar sin trabas su universo literario.

En los cinco primeros años de matrimonio nacen tres hijos: Stefano (con el que siempre estará muy unido), Lietta y Fausto. Y mientras, la madre vive ausente del mundo literario del padre y poco a poco parece que del mundo en general. Asoma la inestabilidad mental, que recibirá el golpe definitivo con la desgracia que cae de repente sobre la familia.

En 1903 una inundación destruye todas las existencias de azufre en las que se basa la economía de las dos familias, llevándose también gran parte de la dote, que el padre Stefano había comprometido en el negocio. Luigi se queda sin más ingresos que los escasos que le aporta su trabajo de profesor de “lingüística y estilística” en el Instituto Superior de Magisterio femenino. Intenta entonces cobrar por sus escritos, difíciles todavía de colocar.

Pero lo peor ocurre en la cabeza de Antonietta. Se instala la paranoia, en especial los celos, potenciados por la actividad del marido, profesor de adolescentes, en la que por cierto mostró una resistencia ejemplar ante el acoso femenino (“todas estaban – estábamos – enamoradas del profesor”, según afirman testigos y afectadas).

Pirandello cuidó personalmente de su mujer, – en cuya mente cabe imaginar que vería asomarse el mundo de algunos de sus personajes- , hasta que, en 1919, por consejo médico, fue recluida en un manicomio.

En 1904 se publica El difunto Matías Pascal, novela sobre la imposibilidad de huir, de ser otro, el primero de sus grandes éxitos. Continúa escribiendo y publicando relatos y algunos ensayos como Arte y Ciencia y El humorismo (1908), en el que expone su visión, ya plenamente formada, de la función de la literatura y de las características del humor moderno, tan importante en sus obras. Y sigue escribiendo y publicando novelas, como Los viejos y los jóvenes (1913) y Cuadernos de Salvatore Gubbio, operador (1915).

La guerra europea, que estalla en 1914, le arrebata al hijo Stefano, que permanece prisionero en Austria durante tres años y con el que mantiene una extensa correspondencia epistolar.

En 1918 reúne en Máscaras desnudas sus textos teatrales, pero no será hasta Seis personajes en busca de autor (1921) cuando se adentre definitivamente en el género que había de reportarle enorme reconocimiento internacional. El escándalo del estreno en Roma fue satisfactoriamente corregido por el éxito sin fisuras que obtuvo en Milán y, a continuación, en todo el mundo.

En 1922 estrenó Enrique IV, con el tema de la locura, real o fingida, en el centro del drama, como en cierto modo también estaba en el centro de su vida. Le siguieron, hasta poco antes de su muerte, una serie de obras que acabaron por consagrar a su autor – como si no fuesen suficientes las dos anteriores – como el genio indiscutible del teatro de su tiempo. Y de otros muchos. Entre ellas, La vida que te di, Cuando se es alguien, El hombre de la flor en la boca, Cada cual a su manera, Esta noche se improvisa, Los gigantes de la montaña (no acabada). A las que habría que añadir algunas anteriores a esta época, como, de 1917, Así es (si así os parece). Pero no por ello, abandona el género novelístico; en 1926 publica Uno, ninguno y cien mil, fábula sobre la incognoscibilidad y la vaporosa identidad del ser humano.

En 1924 se produce un hecho decisivo en su vida: conoce a la joven actriz Marta Abba, con la que permanecerá ligado hasta el fin de sus días en lo profesional y en lo afectivo. El mismo año se afilia al Partido Fascista (Pirandello ¿fascista?), con cuyo universo mental no tenía – y siguió sin tener – el menor punto de contacto. La decisión puede deberse al interés de captarse a las altas jerarquías para la creación de un teatro estatal, sueño que no llegó a cumplirse, y puede explicarse por su apoliticismo radical, rara condición que suele producir monstruos. De todos modos hay que tener en cuenta que el fascismo italiano de los años veinte, con importante respaldo popular (sobre todo de los “apolíticos”),  no sonaba lo mismo que el llamado fascismo en nuestros días.

En diciembre de 1934 Pirandello recibe el Premio Nobel de literatura “por su audaz e ingeniosa renovación del arte del drama y de la escena”.

A principios de 1936, desilusionado por el fracaso de sus tentativas ante el poder (solo obtuvo una pequeña subvención para su compañía), emprende una gira por Europa y América para a promocionar a Marta Abba.

El 10 de diciembre del mismo año se acaba la representación: muere Luigi Pirandello, nacido en Caos y llamado por los dioses a convertir el Caos viviente en Forma inmortal.

(De Los libros de mi vida. Lista B)

 

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