Mundo, Demonio y Fausto (escena de la tercera jornada)

FAUSTO.- …una sucesión de experiencias inútiles. Todo pasa, nada queda, y al final te mueres tan desnudo como naciste. Hay que ser de una manera muy especial, hay que estar hecho de pura carne mítica para poder mantenerse en el propio papel, pese a los reveses y a las burlas de la fortuna. “Un instante al que pueda decir: detente”…je, palabras, palabras…pero no debo hablar así. He de seguir adelante, adelante, como el buey que es arrastrado por los cuernos de su destino. Sin mi destino no soy nadie, no soy nada. Apuremos pues la jarra de cerveza y…¡esa chica!

Fausto se levanta. La joven, que va pasando entre las mesas como buscando a alguien, le ve y se dirige hacia él. Se miran, se abrazan. Se sientan.

FAUSTO.- ¡Increíble! ¡Tú aquí! No me hubiese atrevido a soñarlo.

CATHERINE.- ¿Y tú? ¿Qué ha sido de tu vida en todo este tiempo? ¿Vives en París?

FAUSTO.- No…bueno, sí…una temporada.

CATHERINE.- ¿Y tu amigo…aquel tipo tan raro?

FAUSTO.- Lo veo poco últimamente. No hace mucho me lo encontré en España. Pero enseguida nos perdimos de vista.

CATHERINE.- A veces pienso que mi padre tenía razón: que era el mismo Diablo.

FAUSTO.- No exageres…¿Cómo está tu padre?

CATHERINE.- Ha cambiado mucho. No le conocerías.

FAUSTO.- ¿Para bien?

CATHERINE.- Yo diría que para mal. No sé si la intención de tu amigo el Diablo era buena o no. Pero, desde luego, el resultado no ha podido ser peor.

FAUSTO.- ¿Sufre mucho?

CATHERINE.- ¿Quién? ¿Mi padre? No, qué va. Parece el hombre más feliz del mundo.

FAUSTO.- Entonces, de qué te quejas. Recobró la vista y es feliz. ¿Qué más quieres?

CATHERINE.- Las cosas no son así de simples, Enrique, y tú lo sabes tan bien o mejor que yo. En fin, tú mismo podrás juzgar: he quedado aquí con él. Si no tienes prisa…

FAUSTO.- Tengo todo el tiempo del mundo.

CATHERINE.- Me ha citado aquí para presentarme a su novia…sí, a sus sesenta y tres años dice que se va a casar… y para que los acompañe a la conferencia que va a dar dentro de una hora en el Club de la Prensa. ¿Te interesa?

Le muestra un programa

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EL CLUB DE LA PRENSA DE PARÍS

Le invita a la conferencia que pronunciará el

Doctor ALBERT DENEUVE

Catedrático de Semidiótica Mediática de la Universidad de Deux-aspects

“Estructura paratextual de la serie televisiva El corazón amargo de la ciudad

Día 15 de abril de 2004, a las 18,30 horas

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FAUSTO.- Sí, puede ser interesante. Es un mundo que desconozco por completo.

CATHERINE.- Mira. Ahí están.

Aparecen Deneuve y Margot (55 años, vestida de 18). Presentaciones.

CATHERINE.- ¿No te acuerdas de Enrique, papá, el amigo de…?

DENEUVE.- Sí, sí. Gran hombre su amigo, qué personalidad, qué carácter…le debo mucho a…nunca consigo recordar el nombre.

FAUSTO.- El nombre…

CATHERINE.- Se supone que Sabatini ¿no?

MARGOT.- Yo conocí a un Sabatini. Era el maestro de armas del marqués de Montfleury. Pero la verdad …(risita contenida)…la verdad es que tenía una estocada muy floja.

DENEUVE.- Ah, la juventud. No sabes lo feliz que soy, hija (toma la mano de Margot).

MARGOT.- La buena gente damos lo que tenemos. Yo tenía un caniche marrón y se lo di al profesor Melbourne; el profesor Melbourne tenía una pluma azul y se la dio al aduanero López; el aduanero López tenía un florete corto y se lo dio a maese Sabatini…

FAUSTO.- Y supongo que maese Sabatini le daría el florete corto al marqués de Montfleury.

MARGOT.- Síiii…y con una estocada preciosa. Eres genial, Enrique. Vienes a la conferencia ¿no?

Sala de conferencias del Club de Prensa. Lleno total. Sentados en la primera fila, Fausto, Catherine y Margot. Últimos minutos de la intervención de Deneuve.

DENEUVE.- …y es que en todo estudio paratextual, confrontado con el tsunami virtual de la exhaustividad de una producción pletórica, se plantea la cuestión metodológica de la relación de la muestra tomada con el campo investigado. Entonces, una vez realizada esta ectoplasmatización del corpus, el análisis puede reducirse a parangones entre paratextualidad y tradición oral más que a determinar la pertinencia estructural de cada rasgo, vista la eventual homología de ambos sistemas. Lo que de nuevo nos lleva a la parataxis del principio: que la modernidad se define por la producción estética serial. Gracias.

Aplausos. Se levanta un joven con gafas.

JOVEN CON GAFAS.- ¿Puede decirnos algo de las incidencias cognitivas de la serialización sobre el acto de televidencia?

DENEUVE.- Puedo. El acto de televidencia es la toma de conciencia ecránica del ser en sí presuntamente incognoscible. Es la final domesticación de los anárquicos eones y su conversión en dóciles fotones, que nos revelan la auténtica realidad del ser, necesariamente ecránico…Y diré más: fuera de la pantalla no hay salvación.

HOMBRE CON BARBA.- Profesor Deneuve, ¿se puede afirmar que sólo existe lo que está en los medios?

DENEUVE.- Claro que se puede afirmar, y ahora se lo demuestro: sólo existe lo que está en los medios.

HOMBRE CON BARBA.- ¿Quiere decir que, si estas cámaras y micrófonos no estuviesen aquí, nosotros no existiríamos?

DENEUVE.- Algo así quiero decir, y algún día lo diré con el debido acompañamiento erudito.

JOVEN CON BOINA.- ¿Y la basura, doctor Deneuve?

DENEUVE.- Oh, qué pesadez, qué obsesión. La basura, jovencito, es sólo una fase del proceso universal de reciclaje. La basura de hoy es la libertad de ayer y la kitschnostalgia de mañana.

MUJER CON PAMELA.- ¿Pero nadie ha pensado en cuánta madre huérfana queda por el camino?

DENEUVE.- Las madres son de todos, si me permite decirlo, y no hay que darle tanta importancia al tema…digo yo.

ANCIANO CON PERILLA.- ¿Sabe usted qué hay detrás del sorprendente vuelco que se produce en el capítulo 999 de El corazón amargo de la ciudad?

Deneuve palidece y permanece en silencio. El silencio se va extendiendo por toda la sala como un gas letal. Aparecen cuatro ujieres con máscara, que desde el fondo de la sala van avanzando repartiendo entre los asistentes unas octavillas:

“Ha habido un aviso de bomba

Conserven la calma

Abandonen la sala ordenadamente.”

Concluido el reparto, el público abandona la sala ordenadamente.

 

De Mundo, Demonio y Fausto

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