Larra dual. Un suicidio anunciado. (A.E.P.11)

larra caraALTER.- ¿Hablamos de Larra?

EGO.- Larra, el primero de los periodistas españoles, y no sólo en el tiempo.

ALTER.- Desde luego. La mayoría de sus artículos se leen hoy con un interés enorme, algo que parece increíble después de casi dos siglos y en un campo como el periodismo, donde prima la más rabiosa actualidad.

EGO.- Lo bueno permanece, déjate de historias, sea periodismo, sea lo que sea. Lo que ocurre es que, para que la obra periodística permanezca ha de ser algo más que buena, y eso sólo lo ha conseguido Larra y pocos más, como Julio Camba, Josep Pla…y alguno que otro que ahora no se me ocurre. Pero seguro que, en total, se pueden contar con los dedos de una mano.

ALTER.- ¿Y qué me dices de la obra no periodística de Larra?

EGO.- Que si no fuese por sus artículos, no hubiese pasado a la historia de la literatura, puedes estar seguro.

ALTER.- ¿Tan mala es?

EGO.- Tiene un problema, y grave: la falta de distanciamiento, la evidente implicación del autor en la historia. El Doncel de Don Enrique el Doliente, por ejemplo, es una novela histórica a la moda de entonces, con una clara influencia de Walter Scott, pero mientras en las novelas del escocés el autor guarda silencio, en la de Larra está siempre presente, imponiéndonos abusivamente su pathos y su visión del mundo, y lo mismo ocurre en su tragedia Macías. Y eso es algo imperdonable, sobre todo en teatro, que es el género literario con mayor vocación de objetividad. Dicho de otra manera: en un artículo periodístico se puede adoctrinar; en una novela, en un drama, no.

ALTER.- ¿Y tú crees que adoctrinaba en sus artículos? A mí me da la impresión de que se reía de todo.

EGO.- Es la misma impresión, falsa, que tenían la mayoría de sus contemporáneos. Lo tachaban de gracioso, lo que es cierto. Pero, además de gracia, en sus artículos hay agudeza, ironía, sarcasmo y una buena dosis de amargura. Como para quitarse de encima el sambenito de «gracioso» que le habían colgado, escribió: «En este país, en sabiendo contar lo que pasa, cualquiera tiene gracia, cualquiera hará reir».

ALTER.- ¡Genial!

EGO.- Pero está claro que su intención no era sólo hacer reir. Larra no es sólo un humorista, ni sólo un costumbrista, como Mesonero Romanos; en sus escritos hay siempre una voluntad moral, una intención de reforma de las costumbres y de progreso de la sociedad.

ALTER.- ¿En qué sentido?

EGO.- En el sentido que hoy calificaríamos de avanzado y democrático. Pone como ejemplos a países como Francia e Inglaterra, y se muestra convencido de que, con el tiempo, España los alcanzará.

ALTER.- Partiendo de donde partía, hay que reconocer que era bastante optimista.

EGO.- Lo era. Casi tanto como pesimista.

ALTER.- ¿Las dos cosas al mismo tiempo?

EGO.- Es que hay dos Larras: el constructivo de la mayoría de sus artículos y el destructivo de algunos de ellos; el ilustrado que propugna una sociedad racional y ordenada, basada en la libertad, en el progreso material y en la cultura, y el romántico que vislumbra el caos y la nada por doquier, incluso en el corazón de esa sociedad racional y ordenada. «Libertad para recorrer un camino que no lleva a ninguna parte», llega a escribir.

ALTER.- Clásico y romántico al mismo tiempo, ¿no?

EGO.- Bueno, en eso no se distinguiría de la mayoría de las personas. Pero lo que yo advierto en Larra es una personalidad gravemente descompensada, desequilibrada: poderoso en el análisis, raquítico en la síntesis; ve los males como nadie, los estudia, los analiza, los reprueba; en todo este proceso camina sobre tierra firme. ¿Cuál es la respuesta a esos males, a esas carencias? Una España en paz, libre, próspera, «europea». Sí, en lo social tiene una referencia, un modelo, algo que proponer y hacia donde ir, pero…

ALTER.- En lo personal…

EGO.- Ahí está el gran déficit de Larra; su incapacidad para sintetizar un modelo personal, que sirva para el individuo y no sólo para la sociedad.

ALTER.- O sea, cero en inteligencia emocional.

EGO.- Evidente. La descompensación, el desequilibrio de la personalidad de Larra la veo de esta manera: por una parte, una inteligencia poderosa, penetrante, que aplica a la crítica corrosiva y sin embargo constructiva de la sociedad; por otra parte, una incapacidad radical de esa inteligencia para proporcionarle una visión del mundo, no sólo política, en el que se pueda sentir mínimamente cómodo. Claridad meridiana sobre la sociedad: sus defectos, sus remedios; oscuridad absoluta sobre el individuo, «mi corazón no es más que otro sepulcro», escribió. Y es esta zona de oscuridad la que más me interesa.

ALTER.- Oscuridad que le llevaría a la muerte, ¿no? Una muerte tremendamente romántica, como la de Werther, o sea, como la del amigo aquél de Goethe…Muerto por el amor de una mujer, qué cosas…

EGO.- Bueno, decir que lo mató el amor de una mujer es tanto como decir que lo mató la acción de la pistola. No aclara gran cosa.

ALTER.- Pero la causa inmediata fue el desengaño amoroso…

EGO.- No, la causa inmediata fue la presión del dedo sobre el gatillo.

ALTER.- Pero…¿a qué juegas?…Ah, ya…Atención: se anuncia una teoría, una teoría «bastante curiosa», formulada por no se sabe quién…

EGO.- No, no… la formulo yo, directamente…aunque a la sombra de ya sabes quién.

ALTER.- Adelante.

EGO.- Desde el día siguiente de su muerte se empezaron a formular teorías sobre cuáles habrían podido ser las razones que le empujaron al suicidio, La más antigua, y hoy la menos aceptada, es la que ve en la desesperación amorosa el motivo claro de su decisión, sin necesidad de más averiguaciones. Esta teoría sería irrefutable si, de todo el encadenamiento de las causas y efectos, pudiésemos separar el tramo final, porque efectivamente el suicidio se produjo inmediatamente después de la negativa de la amante a reanudar las relaciones. Pero ocurre que el tramo final es sólo el tramo final, y separarlo del resto para considerarlo de manera exclusiva supone dejar fuera…casi todo. Otra tendencia, defendida sobre todo por escritores muy preocupados por lo político y social, minimiza el hecho amoroso y busca los motivos en la frustración de Larra ante la España de la época: no fue comprendido, sus escritos no produjeron el resultado que buscaba, su voluntad reformista se estrellaba contra la zafiedad y holgazanería de la sociedad, su intento de participar en política resultó abortado por obra de un pronunciamiento militar (aunque de color progresista). En definitiva, a Larra «le dolía España», como más tarde diría Unamuno, y por eso se suicidó.

ALTER.- ¿Por eso?

EGO.- Es lo que yo me pregunto. Quizá sea ésta una cuestión muy personal, muy ligada al temperamento de cada cual, pero a mí me resulta muy difícil concebir que una persona, por patriota que sea, se suicide porque el país no anda como él quisiera. Francamente, esta teoría me parece menos creíble que la anterior.

ALTER.- Y a mí.

EGO.- Finalmente, la teoría más ponderada es la que admite todos los factores, desde el fracaso amoroso hasta el fracaso personal, social y político, como determinantes de un estado de ánimo que finalmente le empujó al suicidio. Piensa que el que había sido, desde su adolescencia, uno de los escritores más famosos y aclamados de España, en los últimos meses, tras el fracaso político, se había convertido en una especie de apestado, a cuya casa llegaban diariamente anónimos insultantes.

ALTER.- Bueno, los partidarios de esta teoría seguro que aciertan. Tienen todos los números.

EGO.- Menos el ganador.

ALTER.- ¿Cómo dices?…Ah, ya…Ahora es cuando se despliega la brillante teoría.

EGO.- Brillante, no, elemental. Yo creo que Larra se suicidó porque había nacido con vocación de suicida, como había nacido con vocación de escritor, vocaciones ambas tan claras como irreprimibles, aunque por suerte no tienen por qué ir juntas. Si examinamos sus escritos, sobre todo aquellos pasajes en que se expresa de manera más personal, advertimos siempre un profundo pesimismo, un sentimiento radical de vacío, una atracción fatal por la nada del sueño y de la muerte. Y no sólo en los últimos escritos, donde pudieran actuar los factores antes citados, sino también en los primeros, es decir, antes de toda experiencia. En el artículo El Café, que escribió a los dieciocho años, dice que todo es ilusión, que la única verdad está en el sueño (en el dormir). El sueño, imagen de la muerte, añado yo.

ALTER.- Pero eso es determinismo absoluto…

EGO.- Absoluto no, pero casi. Lo cierto es que en el carácter de Larra estaba esbozado su destino.

ALTER.- El carácter en el sentido que antes…

EGO.- Por supuesto. Como tú y yo sabemos, las vicisitudes no marcan el carácter; es el carácter el que se expresa a través de las vicisitudes. Más claro: en Larra, el sentimiento de vacío no es consecuencia de ciertas experiencias vitales; por el contrario, el modo en que experimenta la vida es consecuencia de su sentimiento de vacío. Sí, en el carácter de Larra -como nos ocurre a todos- estaba esbozado su destino. Sólo unas circunstancias extremadamente favorables hubieran podido dar a ese destino una forma menos trágica.

ALTER.- ¿Y tú crees que él era consciente de ese destino?

EGO.- Por lo menos semiconsciente, como todos los suicidas vocacionales, como Pavese, que a través de un personaje femenino de uno de sus relatos prefigura su propio suicidio en un hotel de Turín.

ALTER.- ¿Y hay alguna «prefiguración» en la obra de Larra?

EGO.- En cierto modo sí, al menos de la causa de su muerte, y de la peculiar venganza que imagina para la «causante». Tres años antes del trágico 13 de febrero, en su tragedia Macías, escribe estas palabras, que el despechado amante dirige a su amada:

Cuando mi muerte sepas, en tu oído

siempre estará mi nombre resonando;

yo le maté, dirás…

ALTER.- Increíble. Fue un suicidio anunciado.

EGO.- Como todo en la vida…si la examinamos bien.

(De Alter, Ego y el plan)

4 comentarios

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4 Respuestas a “Larra dual. Un suicidio anunciado. (A.E.P.11)

  1. Querido Priante:
    Todos traemos constitucionalmente un vacío imposible de llenar, El amor en ocasiones recibido desde la cuna, te ayuda a tolerarlo, como al dolor, diría Sch., aunque el no lo tuvo, al menos de su madre, el problema es cuando se piensa que la felicidad completa es posible y se busca en el amor.
    Tus artículos forman parte de mi lectura y muchos de ellos comparto con entusiasmo.
    Saludos
    Raúl

  2. rexval – M'agrada Wagner, l'òpera, la clàssica en general i els cantautors, sobretot Raimon i Llach. M'interessa la política, la història, la filosofia, la literatura, el cinema i l'educació. Crec que la cultura és un bé de primera necessitat que ha d'estar a l'abast de tothom.
    rexval

    Felicidades. Me encanta tu forma de escribir, que recuerda a Sócrates, y los contenidos que abordas. Es profundo y ameno. Un placer leerte.

    Las ilustraciones lo hacen más ameno si cabe.

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