La importancia de ser yo

No hay ejercicio mental y emocional más difícil que el de ponerse en el lugar del otro. Y se comprende, porque lo primero necesario para que se pueda realizar es reconocer que el otro existe, y que su existencia tiene la misma o parecida entidad que la tuya propia.

io ioQue existe, parece cierto. Basta salir a la calle para observar sus movimientos. Camina como tú, habla, gesticula, se indigna como tú. Y si le observas en ámbitos más íntimos, verás que come como tú, y que prácticamente hace todas las cosas que haces tú mismo.

Pero, si lo piensas bien, comprenderás que todo eso no es suficiente. O que, en todo caso, la entidad de su existencia no es en absoluto comparable con la tuya. Un ejemplo lo muestra claramente. Tú puedes admirar o envidiar la fortuna del otro, su belleza, juventud, riqueza, prestigio, etc. Y a la pregunta de si te cambiarías por él, puedes estar a punto de responder que sí. Pero entonces reflexionas un poco y te dices: no, no,  lo que yo quiero es su belleza, su riqueza, su prestigio, todo lo que él posee, pero para mí, sin dejar de ser yo, que es lo que realmente existe. Porque si me cambiase por él perdería mi yo para hundirme en las tinieblas exteriores de la otredad. Ni hablar.

Además, en la gran mayoría de los casos, el otro no cumple con su función, es decir, no justifica debidamente su existencia, su razón de ser.

La razón de ser del otro consiste básicamente en ejercer de espejo amable de ti mismo. En sus palabras y su actitud ha de verse reflejada la estupenda persona que tú eres. Incluso cuando actúa como adversario, ha de darte generoso pie para que despliegues todo tu ingenio y agudeza en la respuesta.

Si eres escritor, por ejemplo, el otro ha de leer tus escritos, alabarlos, promocionarlos, estar siempre pendiente de tus progresos, dudas, sueños y caprichos. Y, si te contradice, lo ha de hacer con la poca gracia adecuada para que brille fulgurante el rayo de tu réplica.

Puede ocurrir, y con demasiada frecuencia ocurre, que el otro también sea escritor. Y que se imagine que tiene derecho a esperar de ti la actitud propia de todo “otro” . Pues que imagine. Es su problema.

Y para acabar, una aclaración. Como  el lector inteligente ya habrá comprendido, todo lo que acabo de decir es pura fantasía. La verdad es muy diferente. La verdad la formula el siempre lúcido y elegante Thomas Mann :

Todo el mundo está demasiado ocupado consigo mismo como para estar en situación de formarse en serio una opinión sobre los demás.

2 comentarios

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2 Respuestas a “La importancia de ser yo

  1. TdP

    El Yo, el ente metafísico moderno por excelencia, no existe más que como recurso narrativo, ficción lógica, suposición fabulosa XD.
    Y Thomas Mann, más que mentir, habla con suma candidez sobre el comportamiento humano y su psicología. Qué poco habrá vivido el tío…

    Puesto que a Antonio le pone nervioso el “arrebato” de Nietzsche transcribiré algo que viene muy bien a cuento:
    “Nosotros, los que conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca, ¿cómo íbamos a encontrarnos? Con razón se ha dicho: donde está vuestro tesoro, ahí está vuestro corazón. Nuestro tesoro está donde se asientan las colmenas de nuestro conocimiento, y estamos siempre en camino hacia ellas cual animales alados de nacimiento y recolectores de miel del espíritu. Nos preocupamos de corazón propiamente de una sola cosa -De llevar a casa algo. En lo que se refiere, por lo demás, a la vida, a las denominadas “vivencias”, ¿quién de nosotros tiene siquiera seriedad para ellas? ¿O suficiente tiempo? Me temo que en tales asuntos jamás hemos prestado bien atención “al asunto”, puesto que no tenemos ahí nuestro corazón ¡Ni siquiera nuestro oído! Antes bien, así como un hombre divinamente distraído y absorto a quien el reloj acaba de atronarle fuertemente en los oídos con sus doce campanadas del mediodía, se desvela de golpe y se pregunta “¿qué es lo que en realidad ha sonado ahí?”. Así también nosotros nos frotamos a veces las orejas una vez ocurridas las cosas y preguntamos, sorprendidos del todo, perplejos del todo, “¿qué es lo que en realidad hemos vivido ahí?”, más aún, “¿quienes somos nosotros en realidad? Y nos ponemos a contar con retraso, como hemos dicho, las doce campanadas de nuestra vivencia, de nuestra vida, de nuestro ser -¡Ay! Y nos equivocamos en la cuenta… Necesariamente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, tenemos que confundirnos con otros, en nosotros se cumple siempre la máxima que dice “cada uno es para sí el más lejano”. En lo que a nosotros se refiere no somos “los que conocemos”.”

  2. Rafael Velazquez Leon – Venezuela – Escritor
    Rafael Velazquez Leon

    Pienso que en mayor medida somos nosotros el reflejo de los otros y no los otros el reflejo de uno. Porque uno tambien es el otro, y que hace al otro desde nuestra posición como otro.

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