En la mesa presidencial, frente a una platea repleta de hombres y mujeres con sus carpetas negras, nueve personas ante nueve micros plateados y nueve botellines de agua. En el centro, el Moderador; en el extremo izquierdo, Mefisto (Profesor Sabatini).
Sabatini-Mefisto parece dormido, incluso emite débiles ronquidos.
MODERADOR.- (alto) ¡Señor Sabatini!
MEFISTO.- Ah…sí…Bien, estoy muy bien.
MODERADOR.- ¿Desea intervenir, profesor, o prefiere irse a descansar?
Risas entre los asistentes.
MEFISTO.- Intervenir…claro…intervenir. Yo siempre intervengo, pero pocas veces sirve de algo…
MODERADOR.- Quizá no esté en condiciones de leernos su ponencia…
MEFISTO.- ¿Leer? No, claro que no. Leer me aburre. Siempre las mismas estupideces. Si al menos hubiese un poco de imaginación…
MODERADOR.- ¿Y qué tal si nos expresa, muy brevemente, se lo ruego, su opinión sobre las ponencias presentadas? ¿Por cuál de las tres alternativas que acabo de resumir se inclina usted?
MEFISTO.- Por todas.
MODERADOR.- ¿Cómo dice? Piense que al menos una de ellas es incompatible con las otras dos…
MEFISTO.- Todas son ciertas.
MODERADOR,- ¿Puede explicarnos eso?
MEFISTO.- Todas son falsas.
MODERADOR.- ¿En qué quedamos?
MEFISTO.- Todas son ciertas y todas son falsas.
MODERADOR.- ¿Le importaría exponer su opinión de una manera comprensible?
MEFISTO.- De acuerdo, de acuerdo. Lo que pasa es que puedo ser un poco…heterodoxo.
MODERADOR.- Heterodoxos lo somos todos… faltaría más. Pero también somos respetuosos. Respetuosos con las sensibilidades… Ya me entiende… no ofender…
MODERADOR.- Sí, ya sabe…a las mujeres, a los judíos, a los musulmanes, a los homosexuales, a los adventistas del séptimo día, a las lesbianas, a los metrosexuales, a los zurdos, a los urbanos, a los taxistas, a los metastanos, a los taxidermistas, a los agentes de la propiedad inmobiliaria, a los psicólogos, a los periodistas, a los zoólogos, a los espiritistas, a los odontólogos…en fin, ya me entiende.
MEFISTO.- A los católicos…
MODERADOR.- (con una sonrisita) Bueno, eso…usted mismo.
MEFISTO.- Pues mire por dónde…Yo mismo me siento muy unido a la teología católica, y sentiría ofenderla.
Risitas y silbiditos entre los asistentes.
MODERADOR.- (a la concurrencia) Por favor, por favor. Escuchemos al profesor Sabatini. Todas las opiniones son respetables.
MEFISTO.- Eso que acaba de decir es una de las memeces más extendidas en este siglo y parte del otro. Ha de saber, señor mío, que desde el punto de vista intelectual, el noventa y nueve por ciento de las opiniones que se expresan son absolutamente despreciables y no merecen el menor respeto.
MODERADOR.- (algo irritado) ¿Acaso es usted el único que está en posesión de la verdad? ¿Es usted Dios?
MEFISTO.- ¿Pero cómo voy a ser Dios, mentecato, si soy el mismísimo Diablo?
Grandes risas entre los asistentes. Irritación contenida en el Moderador.
MODERADOR.- ¿Usted, el Diablo? Vaya, esta sí que es una buena noticia. Señoras y señores, ante ustedes, el Diablo en persona. Señor Diablo, ¿sería tan amable de desvelarnos el misterio de su personalidad y acabar así con las dudas de estos pobres mortales?
BOBOY.- Esa filosofía es repugnante.
LELAY.- Esa filosofía es cobarde.
SOSOY.- Esa filosofía es una muestra del callejón sin salida del idealismo absoluto: el solipsismo.
MODERADOR.- Ya ve, profesor Sabatini, perdón, señor Diablo. Ya ha oído las reacciones de los colegas. Reconozca que no es tan fácil embarcarse en el vuelo de la filosofía.
MEFISTO.- Para mí es sencillísimo.
MODERADOR.- ¿De verdad sabe usted a qué me refiero cuando hablo del vuelo de la filosofía?
MEFISTO.- Perfectamente, e insisto que, para mí, el vuelo de la filosofía, como cualquier otro vuelo, es cosa de coser y cantar.
MODERADOR.- Demuéstrelo.
MEFISTO.- Atienda…
(De Mundo, Demonio y Fausto) Ver Jornada completa