Acabo de escribir “la falta de imaginación es la madre de todos los crímenes” y me quedo pensativo y dubitante. ¿Es verdad esto? Pienso entonces en toda la imaginación que se necesita para vislumbrar un paraíso – en este mundo o en el otro – y ser capaz de matar o morir por alcanzarlo. Y resulta que este tipo de imaginación es la que más crímenes
O quizá necesite una matización, es decir, quizá describe una verdad parcial que habría que colocar en su justo sitio, sin afanes totalizadores. Es lo malo de las máximas, sentencias o frases lapidarias: que por mucha verdad que contengan dejan siempre una buena porción fuera.
Porque, vamos a ver, para vislumbrar un paraíso – terrenal o celestial, tanto da – y creer en la necesidad de su imposición con tanta fuerza que empuje a morir o matar por ello, se necesita cierta imaginación, es cierto. Pero no es menos cierto que ésta sería un tipo de imaginación muy distinta de la que se alberga en la mente del que escribe novelas o del que es capaz de sufrir solo pensando en los que sufren.
Así que más bien parece que ni siquiera merece el nombre de imaginación. Porque, en todas sus variantes, lo imaginado no es nunca construcción del propio sujeto, sino que es algo
Mejor entonces llamarlo creencia, o fe, que es una especie de idea fija que en los casos extremos lleva al creyente – convertido ya en fanático – a cometer auténticas barbaridades.
Y he aquí que matizando, matizando, he regresado al punto inicial. Y eso está muy bien. Porque ahora puedo afirmar, y no un poco a bulto como al principio, sino con pleno conocimiento de causa, que sí, que la falta de imaginación es la madre de todos los crímenes.
Hablando de falta de imaginación… ¿Estás al tanto de la última obra Savater? Se llama El traspié. Una tarde con Schopenhauer:
http://www.elboomeran.com/obra/1526/el-traspie-una-tarde-con-schopenhauer
No sé por qué se me ocurre que alguien, a quien no le cuesta nada ser publicado, pudo haber tomado algunas ideas de tus «Nuevas aventuras de Fausto y Mefisto».
Es posible, Bahomet. Pero, leídas las páginas disponibles, lo que me ha sorprendido (bueno, no) es que el personaje Schopenhauer utilice el término “intuición” en el sentido más vulgar y más extraño a lo que el auténtico filósofo entendía por tal. Por cierto, ¿conoces el comentario que mi amigo August Becker suele colocar a cualquier aparición internáutica de un texto de Savater? : “Lo que Savater nos tiene que explicar es cómo siendo un novelista tan mediocre acapara premios y publica lo que quiere y cuando quiere”.
¡Y pensar que le fue otorgado el privilegio de redactar los capítulos sobre Schopenhauer y Nietzsche en la «Historia de la ética» compilada por Victoria Camps!
http://books.google.com.ar/books?id=PzcL09lOQC0C&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
En fin, «hazte fama…». Esto no explica, por supuesto, el origen o la legitimidad de esta fama.
Una escueta manera, con elegancia y mesura, de desligar lo intrínsecamente imaginativo de la ortodoxia fanática tan hipócritamente fomentada por la mayoría de las religiones establecidas, y que tanto daño han causado, están causando y causarán, a la humanidad.