Voy a seguir con el tema de la imaginación. Pero bajo otro aspecto. Porque, si en aquella entrada traté de la imaginación como elemento básico e imprescindible de la personalidad, en esta divagaré sobre su aspecto más positivo, es decir, como la cualidad que permite al individuo humano ser algo más que individuo. Artista, por ejemplo.
Hay artistas, escritores, que nos han regalado con un derroche de imaginación desbordante. Los ha habido en todas las épocas (incluso ahora, nadie lo diría). Pero solo mencionaré tres, y de los considerados clásicos.
Cervantes, quien no solo imagina al loco-cuerdo más notable de la historia de la ficción, sino que nos lo cuenta con un
Dante, quien no solo cree en el dogma católico, sino que además le pone decorado, ambientación, attrezzo y efectos especiales, dando salida en su Commedia a la imaginación más excelsa, perversa y poética que podemos hallar en la historia de la literatura.
Shakespeare, creador de unos seres humanos tan consistentes, que muchos de los reales palidecen ante su resplandor. Y es que, para Shakespeare, lo de menos es imaginar historias, que suele tomar de aquí y de allá; lo de más es imaginar esos caracteres que permanecerán para siempre como paradigmas de las diferentes formas de manifestarse la condición humana. Aparte de la gran riqueza poética, imaginativa, de su escritura.
Pero, además de la función artística, la imaginación positiva tiene otras virtudes más modestas, pero también más eficaces y hasta necesarias. La principal es la imaginación del otro. Si uno es capaz de imaginarse, es decir, de ponerse en el lugar del otro (en especial si este otro es el enemigo o el contrario) toda la fuerza del antagonismo se desvanece. Y si todos fuésemos capaces de este ejercicio, los conflictos y las guerras desaparecerían de la faz de la tierra. Que no es poco.
Decía Oscar Wilde que el peor de los vicios es la falta de imaginación. En efecto, porque la falta de imaginación es la madre de todos los crímenes.
Por una de esas coincidencias maravillosas e inexplicables que hacen de la vida diaria algo noticiable, leía esta mañana en una reseña de la última novela de Brian Castro lo siguiente:
“Imagination is like masturbation”. Las palabras las pone Castro en boca del padre del personaje de la novela; un progenitor que no tiene en mucha estima ni a artistas (a su propio hijo) ni al arte mismo.
Por cierto, pareciera que hace falta imaginación para poder vivir en España sin desesperarse. Los hechos están alcanzando insospechados niveles ficticios…Todo es ficción, salvo algunas cosas, claro.
¿Ficción? Sí, pero de la peor especie.
Ironía, querido Antonio, todo es ironía. Desde la distancia, y sospecho que también vosotros en la sufrida cercanía física, uno ya no sabe qué pensar, ni qué creer… ¿Es todo una burla macabra? Gracia no tiene ninguna, desde luego.
Addendum: ¿Dónde está ahora el graciosillo ése, sí, el señorito Luisgé, con sus payasadas y elogios de la pereza, con su preclara inopia intelectual? ¿Tiene algo que decir? ¿O se calla las simplezas porque no tiene nada que aportar?
Abrazo.