La imaginación II

Voy a seguir con el tema de la imaginación. Pero bajo otro aspecto. Porque, si en aquella entrada traté de la imaginación como elemento básico e imprescindible de la personalidad, en esta divagaré sobre su aspecto más positivo, es decir, como la cualidad que permite al individuo humano ser algo más que individuo. Artista, por ejemplo.

infernoLas personas normales, y esto no es ningún reproche, ven la realidad como una superficie plana. Las cosas son lo que son, y punto. Los artistas ven en esa superficie ondulaciones sorprendentes, cifras, signos, que remiten a algo que quizá está fuera quizá debajo de esa superficie. Esta capacidad de ver, adivinar o construir mundos vivos sobre una apariencia plana es lo que distingue no solo al artista sino a toda persona con un punto más de evolución respecto de las demás. Y esto tampoco es un reproche hacia “las demás”. Es la simple constatación de la existencia de una pluralidad de niveles. Pero me parece que ya salta alguien con aquello de ¡elitismo! No importa, no quiero desviarme. Lo de hoy es la imaginación.

Hay artistas, escritores, que nos han regalado con un derroche de imaginación desbordante. Los ha habido en todas las épocas (incluso ahora, nadie lo diría). Pero solo mencionaré tres, y de los considerados clásicos.

Cervantes, quien no solo imagina al loco-cuerdo más notable de la historia de la ficción, sino que nos lo cuenta con un humor y una ironía que le han valido el título de padre de la novela moderna, es decir, de la novela a secas. Como ejemplo, la peculiar situación de la segunda parte del Quijote, donde los dos protagonistas son reconocidos por otros personajes… porque éstos ya han leído la primera parte.

Dante, quien no solo cree en el dogma católico, sino que además le pone decorado, ambientación, attrezzo y efectos especiales, dando salida en su Commedia a la imaginación más excelsa, perversa y poética que podemos hallar en la historia de la literatura.

Shakespeare, creador de  unos seres humanos tan consistentes, que muchos de los reales palidecen ante su resplandor. Y es que, para Shakespeare, lo de menos es imaginar historias, que suele tomar de aquí y de allá; lo de más es imaginar esos caracteres que permanecerán para siempre como paradigmas de las diferentes formas de manifestarse la condición humana. Aparte de la gran riqueza poética, imaginativa, de su escritura.

Pero, además de la función artística, la imaginación positiva  tiene otras virtudes más modestas, pero también más eficaces y hasta necesarias. La principal es la imaginación del otro. Si uno es capaz de imaginarse, es decir, de ponerse en el lugar del otro (en especial si este otro es el enemigo o el contrario) toda la fuerza del antagonismo se desvanece. Y si todos fuésemos capaces de este ejercicio, los conflictos y las guerras desaparecerían de la faz de la tierra. Que no es poco.

Decía Oscar Wilde que el peor de los vicios es la falta de imaginación. En efecto, porque la falta de imaginación es la madre de todos los crímenes.

3 comentarios

Archivado bajo La letra o la vida

3 Respuestas a “La imaginación II

  1. tcfact – The Compassionate Friends of the ACT and Queanbeyan
    J. Salavert

    Por una de esas coincidencias maravillosas e inexplicables que hacen de la vida diaria algo noticiable, leía esta mañana en una reseña de la última novela de Brian Castro lo siguiente:
    “Imagination is like masturbation”. Las palabras las pone Castro en boca del padre del personaje de la novela; un progenitor que no tiene en mucha estima ni a artistas (a su propio hijo) ni al arte mismo.
    Por cierto, pareciera que hace falta imaginación para poder vivir en España sin desesperarse. Los hechos están alcanzando insospechados niveles ficticios…Todo es ficción, salvo algunas cosas, claro.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      ¿Ficción? Sí, pero de la peor especie.

      • tcfact – The Compassionate Friends of the ACT and Queanbeyan
        J. Salavert

        Ironía, querido Antonio, todo es ironía. Desde la distancia, y sospecho que también vosotros en la sufrida cercanía física, uno ya no sabe qué pensar, ni qué creer… ¿Es todo una burla macabra? Gracia no tiene ninguna, desde luego.
        Addendum: ¿Dónde está ahora el graciosillo ése, sí, el señorito Luisgé, con sus payasadas y elogios de la pereza, con su preclara inopia intelectual? ¿Tiene algo que decir? ¿O se calla las simplezas porque no tiene nada que aportar?
        Abrazo.

Deja un comentarioCancelar respuesta