El eterno retorno (de una idea absurda)

Si realmente el tiempo es infinito, todo lo que puede ocurrir habría ocurrido ya.

Parece que sobre esta afirmación de Schopenhauer edificó Nietzsche su teoría del “eterno retorno”, teoría que ha sido luego admitida a trámite filosófico sin pestañear por serios pensadores que no dudarían en reírse del misterio de la Santísima Trinidad, pongo por caso. Pero yo creo que, para que la proposición citada se considere no una simple suposición sino una posibilidad cumplida, serían imprescindibles dos requisitos.

Primero. Que el tiempo sea en efecto infinito. Y es que hay varias creencias, religiosas o filosóficas, que no lo imaginan así. En el pensamiento cristiano, por ejemplo, se concibe un principio del tiempo, que es el acto creador de Dios, y un final, marcado por el regreso de Cristo y el fin de la historia, del tiempo. Por supuesto que esta creencia no está demostrada. Ni las otras tampoco.

Segundo. Que no se conozca o no se haya entendido en absoluto la concepción del tiempo en Kant y en Schopenhauer.

Obviamente, este último requisito requiere una aclaración. Intentaré darla, pidiendo por adelantado disculpas por mi torpeza en el manejo del instrumental filosófico.

La idea del eterno retorno, como la del tiempo infinito que le sirve de base, o del tiempo finito que la contradice, son hipótesis que se dirían formuladas por alguien exterior a la conciencia humana, que observase el devenir de las cosas y de los individuos.

Pero ese alguien no existe o, si existe, no se dedica a escribir filosofía. Así que esa hipótesis – la del eterno retorno – ha sido elaborada por la mente humana en una clara extralimitación de sus competencias. Y es que para una mente humana despierta – y que haya leído y entendido a K o a S -, el tiempo no es ni finito ni infinito; el tiempo es una cualidad, una característica consustancial al modo de operar del cerebro humano, una especie de foco connatural que permite conocer y distinguir lo que, en sí, es Uno e indistinguible.

Aplicando nuestro congénito foco del tiempo, experimentamos un suceso después de otro, (igual que aplicando el foco del espacio vemos un objeto al lado de otro). Ese es todo el tiempo del que podemos hablar.

El tiempo nace conmigo y muere conmigo. Y si, por un raro milagro, fuese cierto que yo ya había vivido antes o que este instante se me repite, al no tener conciencia o constancia de ello es exactamente igual que si no fuese cierto. Por la misma razón, todas las teorías sobre transmigraciones y similares son absolutamente inútiles. Es mi opinión.

También opino que los filólogos poetas no deberían dedicarse a la filosofía, sobre todo si son psíquicamente inestables. Y no opino más, porque hay mucho nietzscheano por ahí dispuesto a echarme la caballería encima.

Por otra parte, la frase de Schopenhauer que, según parece, está en la base de la teoría de Nietzsche ha de ser entendida en su contexto y en la intención del autor: poner de relieve la contradicción entre la idea de tiempo infinito y la idea de progreso, ya que, de existir el progreso en un tiempo infinito, allá donde hemos de llegar ya habríamos llegado sobradamente. 


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Una respuesta a “El eterno retorno (de una idea absurda)

  1. El eterno retorono al igual que todos los mitos,son amenidades que dan que pensar,pero de hecho son especulaciones absurdas que juegan su papel entre la filosofía y la religión.En este tema lo que si me parece interesante es el teorema de la recurrencia de Poincaré ,que ademas está demostrado matematicamente.

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