La muerte de César como sacrificio expiatorio

cesar muerte2La lectura del blog de Jaime Fernández En lengua propia es siempre un placer intelectual de primer orden. La reciente entrada, que trata de la muerte de Julio César a través de la tragedia de Shakespeare es un buen ejemplo. Y para mí, que desde hace mucho tiempo me ha dado por reflexionar sobre el asunto, muy estimulante.

Lógicamente tenía que hacer algún comentario. Pero ¿por dónde empezar? Porque, en todo caso, había de ser un poco largo. Y no me parece correcto aprovechar el blog de otro para entregarse uno a las propias divagaciones.

Por otra parte, he recordado que el núcleo de las reflexiones que se me ocurrieron durante la lectura del post aludido ya estaba contenido en un fragmento de mi obra (no publicada) Conversaciones con Petronio, en la que Lucio, joven admirador de Petronio, durante su relación con éste va descubriendo la existencia de una conspiración, dirigida por el senador Pisón, que pretende acabar con Nerón.

Una frase del artículo de Jaime, escrita a propósito de unas palabras del Bruto shakesperiano, fue el detonante decisivo de ésta mi intervención :

La comparación del cuerpo de César con un manjar divino alude a un sacrificio expiatorio.

El fragmento aludido de Conversaciones con Petronio es éste:

[PETRONIO]…el plan tendría, o tiene, que ejecutarse con ocasión de la fiesta principal de los Juegos de Ceres, es decir, pasado mañana, y su diseño y desarrollo es un buen ejemplo de lo bajo que ha caído la literatura en nuestros días.

[ LUCIO] -¿La literatura has dicho?

-Sí, he dicho la literatura, ¿o debiera decir el teatro? Amigo, ya no hay ideas nuevas. Recordarás aquella tragedia que tuvo lugar en la sala anexa del Teatro de Pompeyo en los Idus de marzo del año del último consulado de Julio César. En ella, los actores rodean al tirano para alabarle o pedirle gracias hasta que, de pronto, uno de ellos lo coge de la toga y tira con fuerza. Es la señal para que todos se precipiten sobre la víctima con sus espadas y puñales… Pues bien, la función que piensa dar la compañía de Pisón es un simple calco de aquella tragedia. En ésta, Laterano hará de Címber, Seneción hará de Casca, o quizá Escevino, y así, cada uno se asignará un papel de acuerdo con la máscara elegida. ¿Qué te parece?

-No sé, desde el punto de vista estético me repugna comparar a Nerón con Julio César, o a Escevino con Bruto…

-No, en este caso, Bruto será Pisón. Pero es igual, tienes razón. La grandeza de una obra de arte está en su cualidad de irrepetible, y la muerte de Julio César es una de las obras de arte más grandes de la historia. Los caracteres de los conjurados y sus relaciones mutuas, el ritmo de la acción, el clima de tensión creciente que finalmente estalla en el momento crítico, y ese mismo momento, con la víctima acosada que va a dar finalmente a los pies de la estatua de su antiguo enemigo-amigo, y el carácter ritual del homicidio colectivo, como si todos hubiesen de participar por igual de la sangre de la víctima, misteriosamente dotada de propiedades salvíficas, misterio que arranca ya de la cena de la víspera, cuando el que ha de morir se despide de sus amigos compartiendo con ellos la comida y el vino. La muerte de César es quizá el eje central de la historia, el paradigma de todos los homicidios sagrados. Es la muerte que se da al padre por la libertad individual, es la muerte que se da al rey por la libertad colectiva, es la muerte que la naturaleza impone para perpetuar la vida. La muerte de César pide a gritos un gran artista de la tragedia que la instaure de una vez por todas como obra de arte, rescatándola de las vagas sombras de la memoria de lo real. Y lo tendrá, claro que lo tendrá…Ahora, imagina todo eso interpretado por la compañía teatral de Pisón: músicos mediocres, mariquitas histéricas, poetas chiflados, intentando sostener sus puñales de lujo para meterlos entre las adiposidades de un cerdito bien cebado, de chillidos insoportables.. ¿Entiendes ahora por qué le dije a Escevino que lo peor del plan es que está mal escrito?

– Lo entiendo muy bien, y comparto por completo tu opinión. Creo que un acto importante, transcendente, ha de revestirse siempre de cierta grandeza.

-En efecto, aun cuando los protagonistas no sean conscientes. Si un hecho es realmente grande, por fuerza será bello. En el fondo no es más que una cuestión de estilo.

-¿Como en la literatura?

-Sí, como en la literatura.

-¿Puedo deducir entonces que tus razones para rechazar la conspiración son exclusivamente de orden estético?

-Puedes.

2 comentarios

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2 Respuestas a “La muerte de César como sacrificio expiatorio

  1. Un acto de este tipo puede estar justificado y ser liberador en el sentido más concreto (muerte al dictador) al más amplio (muerte par perpetuar la vida), y a la vez ser brutal y despiadado y sentir acerca del mismo múltiples sentimientos contradictorios: duda, miedo, tensión, culpa, satisfacción, liberación y un sinfín de matices todos comprensibles, pero lo que le otorga su grandeza, lo que lo reviste de homicidio sagrado, no es la víctima ni los ejecutores ni la complejidad de su preparación, ni el acto en sí mismo, es cuando un Autor al contárnoslo, al interpretarlo lo convierte en magnífica (y no por magnicidio) obra de arte.

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