Un anciano reciente

Escena en un autobús urbano.

Personajes: Anciano Reciente, Mujer de Mediana Edad.

autobus2

MUJER – (levantándose de su asiento) Siéntese, por favor.

ANCIANO – No, gracias.

M. – ¿No quiere sentarse? Vamos hombre, siéntese.

A. – No, no quiero sentarme.

M. – De todas maneras, yo ya me he levantado y no me volveré a sentar.

A. – Haga lo que quiera. A lo mejor alguien lo puede aprovechar, algún anciano, inválido o idiota.

M. – Es usted un poco raro, perdone que se lo diga.

A. – Usted me ha llamado viejo.

M. – Yo no le he llamado nada. Solo le he cedido el asiento.

A. – Ah, ¿sí? ¿Y por qué no le ha cedido el asiento al joven ese de los cables que le cuelgan de las orejas? ¿O a esa chica de los pantalones destrozados? No, claro, me lo ha cedido a mí porque piensa que soy viejo. Y no solo lo piensa, sino que me lo dice en la cara con ese gesto tan e-du-ca-do de levantarse para cederme el asiento. Estoy harto, ¿sabe qué le digo? Que estoy harto, harto de tanta amabilidad fingida, de tanta atención dulzona. No es mi caso… todavía, pero ¿se ha fijado cómo trata el personal sanitario a los ancianos? “Ven ricura; haz esto cariño; sé bueno y tómate esto… muy bien, abuelo, así se hace”…Pero ¿qué es esto? ¿Es así como se trata a un adulto? ¿O creen que con la edad nos volvemos tontos? Bueno, algunos sí, pero aunque así sea, ¡un respeto!, todo el mundo merece un respeto. Y eso, los que supuestamente van con buenas intenciones, porque para la mayoría de individuos los ancianos son simples obstáculos, gente que amarga la vida de los demás con su sola presencia. ¿Ha visto con qué desfachatez, con qué prepotencia los jóvenes y no tan jóvenes ciclistas circulan a toda velocidad por las aceras, sorteando los palos de slalom que somos los simples peatones? ¿Sabe que en poco tiempo ya han derribado tres de esos palos, vamos que se han cargado a tres ancianos? Y la lista de actitudes desaprensivas, despreciativas, ofensivas es larga, muy larga…

M. – Sí, sí, ya le entiendo. Y le doy la razón en todo eso, pero su reacción no es…

A.- ¿No es qué? ¿Usted me ha mirado, señora?

M. – Bueno, ya está bien, no sé adónde quiere ir a parar, y no sé si me interesa seguir…

A. – ¿Usted me ha mirado? Porque si me ha mirado bien, habrá visto que tengo dos piernas, y que me sostienen perfectamente, y dos brazos con dos manos en óptimas condiciones, que pueden agarrarse a la barra o a cualquier sitio si conviene. Si me ha mirado bien habrá visto que me muevo sin ninguna dificultad, que avanzo sin problemas entre toda esta gente y que no necesito ayuda de nadie. Pero, claro, quizá ha observado el pequeño detalle de que tengo algunas arrugas, que soy calvo (lo soy desde los treinta años), que voy un poco encorvado (así he ido toda la vida) y se ha dicho “ahí tenemos al pobre viejo desgraciado, habrá que cederle el asiento”. Pues le comunico que de viejo desgraciado, nada, que soy más fuerte y me siento más seguro que toda esta gente del autobús…

M. – Un poco de pena sí que da.

A.- ¿Cómo ha dicho?

M. – Digo que es una pena que un hombre como usted, por lo que parece inteligente y hasta culto, no sepa asumir correctamente el paso del tiempo y todo lo que significa. Es una pena que, a la menor alusión, se revuelva histéricamente como una fiera herida; que no sepa aceptar la realidad; que no tenga la más mínima sabiduría para darse cuenta de dónde está y de cuál es su relación actual con el mundo.

A.- ¡Vaya con la sabia! No será usted psicóloga…

M.- Sí, soy psicóloga, ¿algún problema?

A.- No, nada…Solo que…entonces pienso que no solo tengo razón en todo lo que le he dicho sino que, además, ha actuado usted con la máxima crueldad, plenamente consciente del daño que me podía hacer llamándome viejo.

M. – Yo no le he llamado viejo, sólo le he cedido el asiento.

A. – Ya… Tendríamos mucho que hablar de eso.

M. – Cuando quiera. Yo ahora me apeo, pero mire, aquí tiene mi tarjeta. Me llama y tomamos un café… Hasta luego.

A. – Adiós….Encantado… Y usted per…

M. – ¡Y no olvide el bastón!

A. – ¡Hija de…!

11 comentarios

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11 Respuestas a “Un anciano reciente

  1. Lo tenemos difícil. En el fondo lo que se busca a toda costa es que los individuos sean «productivos». Nos protegen los del negocio de las residencias de ancianos y los fabricantes de drogas milagro curavejeces, que, por supuesto, casi por definición, son un timo.
    Con la incorporación masiva de la mujer a la moderna esclavitud que es el mercado laboral , los mínimos cuidados , a veces más que mínimos, que el anciano necesita, son un incordio. Impiden ese espantoso concepto y horrible palabra que es la competitividad . Cuidar a un anciano no es un trabajo productivo, salvo para los propietarios de residencias. Los vocablos «tití», en medio de la palabreja no creo que sean casuales. Hacer bailar como titís a los individuos modernos, como locos, sí, de un lado para otro y a ese ritmo ya no llegamos, y sobramos… Además cobramos pensiones…
    Me considero una persona poco agresiva, pero si alguien me llamara ricura creo que puedo cometer un asesinato…

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Es lo que hay, César. Antiguamente los viejos eran un bien escaso y depositarios de los conocimientos. Ahora hay sobreabundancia de viejos y el «conocimiento» está en los más jóvenes, en sus tablets, quiero decir.

  2. Caramba con la psicóloga. Vamos, que habría que ponerle límites severos a la vejez. ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Inmortales? Ahora en serio: me recuerda a esa opinión de algunos psiquiatras que decían que llorar la muerte de un ser querido por periodos superiores a un mes es algo insano y es síntoma de enfermedad mental. ¡Habría que prohibir el duelo que exceda las 72 horas, verdad! Una forta abraçada, Antonio. ¡Y a seguir incordiando!

  3. Pues aún es peor cuando a partir de ciertos años te das cuentas de que te has vuelto invisible para los más jóvenes.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Sí, para los más jóvenes sí, pero no para los de mediana edad, que, en cuanto te ven aparecer en el bus o metro, corren a demostrarte que son más jóvenes que tú, cediéndote el asiento. Al menos esta es la impresión del protagonista de la historia.

  4. Yo no le daría mucha importancia a la vejez. Si conseguimos alargar un poquito más en unos pocos años se habrá comercializado un compuesto que nos volverá a los alegres 20. Lo están probando en laboratorios y otros centros de tortura, en ratones y en algunos humanos/as que se prestan ilusionados al experimento. Lo presentan como matar a la muerte. La vejez no es el final sino una enfermedad que se puede prevenir manipulando correctamente el ADN e introduciendo nanorobots en el interior de las arterias.
    Así que, ahora que ya me he acostumbrado a vivir sin las tiranías propias de la juventud y que siento un profundo alivio por ello, va y nos quieren quitar aquello que nos igualaba a todos: listos, tontos, guapos, feos, ricos, desgraciados…..
    Has archivado como «A veces estoy loco», yo diría «A veces me río del mundo y de mi mismo». La locura de verdad es gran parte de lo que nos rodea , eso sin contar con la que se organizaría con esta supuesta inmortalidad que nos están empezando a vender.
    El artículo, muy divertido. Una vez yo también escribí algo sobre un anciano. Si lo encuentro lo publicaré.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Sí, se me ha ocurrido la nueva categoría «A veces estoy loco» para reunir entradas que no encajan en ninguna otra y que, por lo general revelan que o el protagonista o el narrador o ambos están efectivamente locos. En cuanto a la vejez, algún día me dedicaré a exponer la visión de Cicerón, insuperable en sabiduría y sentido común.

  5. Un poco cascarrabias,el anciano debutante.Yo en su caso,hubiera agradecido la atención,me hubiera sentado ,y hubiera analizado el porqué de lo evidente.

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