Volver a vivir

A Romà, que cumple cinco años

20151018_142429Cuando contemplo a mi nieto de cinco años, con todo ese derroche de alegría, de fantasía inagotable, de curiosidad infinita, de sentido del humor, sí, de sentido del humor, me pregunto si no estaría bien que yo pudiese volver ahí donde ahora está él, quiero decir, si no sería estupendo empezar de nuevo el camino de la vida desde esa posición inmejorable, que yo mismo – con las evidentes diferencias de caracteres – también ocupé.

Y me respondo que seguramente, no. Y pienso sobre las razones.

En la vida, un principio inmejorable no es más que una buena base, un buen augurio, como se dice; de ningún modo es garantía de que a uno le aguarde un camino de rosas.

Yo estoy en el tramo final de la existencia. Si consideramos los grandes males que siempre han afligido a los seres humanos – guerras, catástrofes, miseria, hambre, enfermedades… -, he sido un hombre afortunado. Nací en un país con fama de violento y fratricida, a los pocos meses de terminada la última guerra civil, y he disfrutado de una paz pública – primero impuesta, luego más o menos acordada – sin interrupciones. En los asuntos particulares e íntimos no me ha ido mal. Incluso el sueño de toda mi vida ha tenido finalmente un cumplimiento. No triunfal, pero razonable. Empezar de nuevo el camino con la esperanza de que, como mínimo, la misma suerte se repita parece cosa de locos.

Y además, es imposible, como ya me lo advertía aquel bolero que sonaba en todas las radios de mi infancia.

Y además, están las reflexiones de ciertos filósofos en el sentido de que el balance final de la vida siempre es negativo (será que todavía me falta conocer lo peor).

No sé. Por una parte, admiro a esos filósofos por la estricta coherencia de sus apreciaciones y, sobre todo, por la valentía de encarar esa visión del mundo. Por otra…

Lo siento, pero cuando contemplo a mi nieto de cinco años, no hay manera de creerme eso de que “lo mejor sería no haber nacido”.

7 comentarios

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7 Respuestas a “Volver a vivir

  1. Quien no se ha preguntado alguna vez «y si volviera a vivir….» yo también, por supuesto, poniendo imaginación de mi parte, me lo he cuestionado bastantes veces . Creo que cambiaría cosas, algunas de calado, pero también se que estos cambios que ilusoriamente nos los imaginamos como segundas oportunidades, no serían garantía de mayor felicidad.
    Simplemente, mi vida hubiera transcurrido de otra forma, que no significa mejor, pues si algo he ido aprendiendo es que no existen las personas ni las situaciones perfectas y posiblemente los desengaños y los disgustos me han permitida dar valor a lo que tengo y a como soy ahora, más equilibrada y comprensiva, mejor persona, creo.
    Me conmueve la descripción de tu nieto de cinco años. Es cierto, irradian alegría y vitalidad , pero también es cierto que ese mismo Romà, en poquito tiempo será un poco diferente y empezaras a percibir inquietudes en él que te provocaran un cierto desasosiego. Entrará en otra etapa de madurez con lo que eso conlleva, y en la que tu apenas podrás intervenir ni siquiera hacerte entender ya que su mundo y tu mundo estarán demasiado alejados. Yo lo empiezo a constatar con mi nieto de 11 años. Tan niño aún y a la vez, tan escurridizo en su relación conmigo. Otro desengaño que debo ir asumiendo…..
    Por lo demás comparto al cien por cien mi gratitud por las circunstancias que me han tocado vivir, tan alejadas de las verdaderas penalidades de tantos lugares de la Tierra.

  2. Me gustaría volver a vivir. Una segunda oportunidad, para enmendar lo que crees no has hecho bien, y que ha desviado lo que hubieras deseado. Como bien dices hemos vivido una vida sin complicaciones, y es mucho.

  3. Somos seres e-yectos,»arrojados al mundo» y condenados a vivir,tal como decía Sartre,pero si fuera posible me gustaría volver a vivir la experiencia de la vida,ese «paréntesis entre el ser y el no ser».

  4. Si no se nace… no tiene sentido «lo mejor» o «lo peor». En cuanto a renacer, los asiáticos tradicionales lo consideran un mal del cual sólo los Iluminados pueden escapar. Ahora se estila lo contrario, incluso ha dejado de tener sentido lo de «este valle de lágrimas». Obviamente se comprende que los dentistas ya no son lo que eran, pero el balance final es problemático. Lo que parece evidente es que no todos tienen la misma suerte. En mi caso no me quejo, aunque podría hacerlo y con fundamento; pero poder entender un poquito de la ciencia que se está construyendo compensa. Para muchas cosas importantes el año 2000 ya es prehistoria.

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