La imposibilidad de imaginarse inexistente

Es posible que mi afirmación de que en la muerte no hay cuestión no convenza a nadie. No importa. Tampoco se trata de convencer a nadie en primer término, sino más bien de convencerme a mí mismo de que soy capaz de pensar de una manera coherente, divertida y eficaz, adjetivos que no suelen ir juntos.

Con eso de que “en la muerte no hay cuestión” quiero decir lo que ya he dicho en otro momento y lugar: que lo misterioso del asunto no está en el hecho de morirse, cosa absolutamente normal y aun necesaria en la naturaleza, sino en el hecho de que, en el fondo, no nos lo creemos. Y si llegamos a creérnoslo lo rechazamos, nos rebelamos con todas nuestras fuerzas. Y es que no nos podemos imaginar inexistentes.

Esta imposibilidad la explica muy bien un filósofo contemporáneo en el par de páginas que esta mañana le he leído en una librería.

El fondo de la explicación de Bauman consiste en una verdad muy elemental, que yo recuerdo argumentada perfectamente por Schopenhauer. Y es que no hay ni puede haber objeto sin sujeto, ni sujeto sin objeto.

Yo me puedo imaginar situado en un paraíso, o en un infierno, o en un mundo futuro o pasado. Y en efecto, ahí estoy, con todas las sensaciones o emociones que le quiera poner. Pero, si quiero imaginarme como inexistente, surge el problema.

Pienso: yo no existo. Vale. Pero, si no existe el que piensa, ¿quién piensa que yo no existo? ¿Quién puede verme como inexistente? No yo, por supuesto, dado que no existo. Este es un ejemplo muy claro de la imposibilidad de contemplar un objeto (la nada, la inexistencia) sin sujeto (el yo pensante).

Y por este camino estoy llegando a una conclusión inesperada, sorprendente. Y provisional, por supuesto, como todas las conclusiones verdaderas. Resulta que ese rechazo, esa rebelión nuestra ante la muerte no tiene su origen en cierto sentido moral o de dignidad humana (¡soy demasiado importante para desaparecer!), sino en una mera incapacidad cognitiva o epistémica: no podemos imaginarnos inexistentes, nuestra estructura mental no lo permite. Eso es todo.impsobilidad epistom

(De Postales filosóficas: la serie)

5 comentarios

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5 Respuestas a “La imposibilidad de imaginarse inexistente

  1. olallo
    olallo

    En relación con esa estructura mental que ‘no permite conocer ciertas cosas’, los neurólogos de hoy se están atreviendo a afirmar que esas cosas pueden estar cerca de ser conocidas. En este pasaje del la revista «Schopenhaueriana», escribo lo siguiente, tomado del libro de David Eagleman, «Incógnito. Las vidas secretas del cerebro» (Anagrama, 2013):

    [El momento en que] El entendimiento realiza el tránsito desde la sensación en la retina hasta su causa, puede ser considerado como el límite entre el mundo como voluntad y el mundo como representación, o también como el lugar de nacimiento de este último (Sch., en el MVR-II, pág. 317. Trotta).
    En este mundo nuevo y exterior, el ser animal busca las mejores condiciones para su desarrollo con el fin de procurarse alimento y la oportunidad de reproducirse. Por tanto, la mente (el cerebro) ha evolucionado enteramente para satisfacer, en primer lugar, las necesidades elementales de nutrición y reproducción. Pero ‘ahí fuera’ hay otro mundo un poco más lejano, que también despierta la curiosidad del ser humano: el mundo del arte, de la filosofía, del pensamiento. Y mucho más lejano todavía se encuentra el mundo metafísico.
    En relación con lo dicho, es interesante lo que las neurociencias están poniendo de relieve. David Eagleman señala que
    A medida que la ciencia avanza con máquinas que pueden ver lo que nosotros no podemos, ha ido quedando claro que nuestros cerebros tan solo captan una pequeña parte del mundo físico que nos rodea. En 1909, el biólogo alemán Jacob von Uexküll observó que distintos animales del mismo ecosistema captaban señales diferentes de su entorno. En el mundo ciego y sordo de la garrapata, las señales importantes son la temperatura y el olor del ácido butírico. Para el pez cuchillo ‘fantasma negro’, son los campos eléctricos. Para el murciélago, las ondas de compresión del aire. Así fue como Uexküll introdujo un nuevo concepto: la parte que es capaz de conocer [cada uno de estos seres vivos] se conoce como umwelt [entorno cercano], y la realidad más vasta (si es que existe tal cosa) se conoce como el umgebung [entorno lejano]. Cada organismo tiene su propio umwelt, y es de suponer que esa es para él toda la realidad objetiva que hay “ahí fuera”. ¿Por qué íbamos a pararnos a pensar que existe algo más de lo que podemos percibir? […] Aceptamos la realidad del mundo que se nos presenta. Aceptamos el umwelt y de ahí no pasamos.
    ……………..
    Más adelante afirma:
    Cada cerebro determina de manera única lo que percibe […] De manera análoga a su percepción del mundo, su vida mental se construye para abarcar cierto territorio, y queda restringida a él […] El umwelt del pensamiento es una fracción diminuta del umgebung. La función de este ordenador húmedo, el cerebro, es generar comportamientos que sean adecuados a las circunstancias ambientales.
    ————————–

    Nótese que, a pesar de estar hablando del mismo tema que Schopenhauer, el neorólogo no lo cita.

    Saludos.
    Federico.

  2. rexval – M'agrada Wagner, l'òpera, la clàssica en general i els cantautors, sobretot Raimon i Llach. M'interessa la política, la història, la filosofia, la literatura, el cinema i l'educació. Crec que la cultura és un bé de primera necessitat que ha d'estar a l'abast de tothom.
    rexval

    Un niño no puede ni imaginarse ni comprender qué es la muerte. Los adultos tampoco podemos imaginarnos que es nuestra muerte, pero sí la de los demás, sobre todo la de los seres queridos. Ausencia, vacío, no estar. Mi madre murió hace año y medio. Siempre la tengo presente. Soy consciente de que ya no está cuando siento ganas de llamarla por teléfono o cuando voy a ver a mi madre. Es curioso, siento más el hueco vacío de mi madre, el de la silla donde se sentaba que la presencia de mi padre.
    Schopenhauer hablaba de aprender a morir y de renunciar a la voluntad de vivir. No va conmigo, creo que lo mejor es aferrarse a la vida y disfrutar de ella mientras puedas así como con los demás. hay que hacerle cómoda la vida a los otros.

  3. Acabo de leer la biografia de Schopenhauer, escrita por Luis Fernando Moreno Claros (te sonará) y, efectivamente, el filosofo alemán trataba el concepto de muerte en esos terminos. Creo que ese «no podemos imaginarnos inexistentes, nuestra estructura mental no lo permite» es la clave de todo.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Claro que me suena Moreno Claros. Reseñó muy favorablemente dos obras mías (El silencio,,,y Del suicidio…). Y ahora se me ocurre otra vía para seguir reflexionando sobre el tema: que nuestra estructura mental sea esa, ¿obedece a algo? ¿Tiene algún sentido que desconocemos? ¿O es así porque sí? Gracias, Jesús.

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