Schopenhauer, un día como hoy hace 154 años

La mañana del viernes 21 de septiembre de 1860, la señora Schnepp llegó algo más tarde que de costumbre. Pensó que no le daría tiempo de ventilar la biblioteca antes de que el doctor saliese del dormitorio, pero lo intentó. Llamó con suavidad a la puerta y la abrió sólo un poco. Vio los pies del doctor enfundados en sus zapatillas junto a Butz, acostado sobre la alfombra. Se disculpó y cerró. En el dormitorio todo estaba en el orden de costumbre. Abrió la ventana, y una hoja seca entró con el aire otoñal. Retiró el orinal y vio que no se había utilizado. Entonces cayó en la cuenta de que no se había interesado por la salud del doctor. Volvió a la biblioteca, llamó con suavidad, no hubo respuesta. Entró. El doctor seguía sentado, levemente recostado sobre el brazo derecho del sofá. Parecía tranquilo. Le dio los buenos días, se acercó, y entonces comprendió. Se inclinó sobre él, le tocó la frente, luego le tomó la muñeca izquierda. Cuando la señora Schnepp alzó de nuevo el rostro vio que los ojos, grandes y negros, del hombre del cuadro la miraban, y le pareció que querían decir algo. Entonces pensó que el doctor tenía razón, que aquellos eran los ojos más hermosos que jamás se habían asomado al mundo.

Bajo un fuerte aguacero, el cuerpo sin vida de Arthur Schopenhauer fue conducido al cementerio municipal. El carruaje fúnebre precedía a la comitiva, formada por amigos, admiradores y una discreta representación oficial. Ningún sacerdote le acompañó.

(De El silencio de Goethe o la última noche de Arthur Schopenhauer)

7 comentarios

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7 Respuestas a “Schopenhauer, un día como hoy hace 154 años

  1. Pingback: Schopenhauer, un día como hoy hace 154 años (Blog de Antonio Priante) | Libréame

  2. Realice un gran esfuerzo para conseguir esta obra desde Colombia, el cual fue totalmente recompensado. La verdad, me entra un poco de agonía el pensar esos últimos años de un ser tan incomprendido como SCH. siempre me pregunte que representó para el pensamiento del autor la cercanía de la muerte; supongo que para él seria mas sereno que para muchos de nosotros.

  3. El «Baticano», es decir, la Santa Sede de Ciudad Gótica.

  4. El silencio de Goethe, la primera novela tuya que leí. Al igual que ahora me ha pasado con Hoffmann, al leer las dos entradas que le dedicaste en este blog, me pasó con Schopenhauer al que, desde entonces, no he dejado de leer.

  5. HACE EXACTAMENTE UN AÑO ME ENCONTRABA EN ROMA Y DESDE LA TERRAZA DEL HOTEL DIVISABA LA CÚPULA DE LA BASILICA DE SAN PEDRO EN EL BATICANO, LEYENDO «EL ARTE DE CONCERSE A SI MISMO» CON LA INTRODUCCIÓN DE FRANCO VOLPI, Y PENSABA QUE SI BIEN MI PSICOANALISIS PERSONAL Y EN TANTO SOY PSICOANALISTA ME HABÍA PERMITIDO CONOCERME MEJOR NO MENOS FUE LA LECUTURA DE LOS LIBROS DE SCH.
    RAUL

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