¿Crees en Dios?

dios¿Crees en Dios? Hay personas que son capaces de hacer esta pregunta, y hay personas que son capaces de contestarla. Yo me siento incapaz de lo uno y de lo otro.

Y sin embargo, hace poco, una buena y reciente amiga me la ha planteado con toda la ingenuidad y espontaneidad propia de sus pocos años. Y siento que no puedo eludir la respuesta, y al mismo tiempo pienso que esa respuesta, la que sea, me servirá quizá para satisfacer mi propia curiosidad sobre el tema. Y es que los escritores tenemos esa rara cualidad: que no vemos las ideas claras hasta que no las desarrollamos por escrito. Y quizá no solo los escritores.

 Para empezar, me resulta evidente que a la pregunta no puedo responder con un sí o con un no. Si digo sí, siento que no estoy diciendo toda la verdad y si digo no, también siento que no estoy diciendo toda la verdad. Tampoco me sirve una frase, de esas que se utilizan en las entrevistas periodísticas. Y es que el asunto es bastante complicado.

Primero habría que definir el objeto de la pregunta. Porque puede ser que unos y otros utilicemos la misma palabra para referirnos a conceptos distintos. Suele ocurrir.

 Se entiende por Dios algunas de las cosas siguientes:

 A. El Ser supremo, todopoderoso, etc. que creó el mundo y todo lo que hay en él; oye los ruegos que los seres humanos le dirigen, los atiende o no y reparte premios y castigos. También se le atribuye una bondad infinita, no obstante la que está cayendo. Es personal y habita en los cielos, aunque a veces sale a pasear por el jardín.

Este es el retrato de Dios más común en las versiones populares de las religiones monoteístas

B. El Ser necesario, distinto del ser contingente, es decir de las cosas que componen el mundo, perecederas por naturaleza. El cristianismo filosófico (Tomás de Aquino) parte de esta noción, que se remonta a Aristóteles, pero añade que Dios creó el mundo por su propia voluntad y que podía no haberlo creado (cosas que el griego no hubiese entendido de ningún modo) y, además, que cuida de sus criaturas.

 C. La Fuerza que anima desde dentro el Universo. Ha autogenerado sus leyes de comportamiento e impulsa el proceso de mantenimiento, transformación y evolución de todo lo existente con vistas, o no, a un fin determinado. Por lo que parece, este Dios no mantiene tratos directos con el individuo humano. Solo le interesan los grandes números.

Esta versión apenas se distingue del panteísmo (Dios es todo), el cual apenas se distingue del ateísmo (Dios es nada).

Hechas las distinciones oportunas y, dado que me he comprometido a pronunciarme, he de decir que no creo en el Dios A. De hecho, nadie, por muy poco que piense, puede creer en él. Otra cosa es que le convenga creer.

Además, siendo los intereses de los seres humanos con frecuencia tan contrapuestos, ese Dios estaría de continuo al borde de la esquizofrenia. No recuerdo si es en una novela de Remarque o en una de Barbusse que se nos pinta el cuadro de los dos bandos combatientes en la Gran Guerra, proclamando cada uno de ellos “Dios está de nuestra parte”. Al final, quedan millones de muertos sin que el Dios en cuestión se haya dado por aludido.

Por consiguiente, mi creencia se sitúa entre el Dios  y el B. Sí, ya sé que hay una diferencia fundamental entre ambos, que consiste en que el B nos tiene en cuenta como personas vivientes y sufrientes, mientras que para el solo somos números o piezas de la construcción que tiene entre manos y cuyo sentido solo él conoce… si es que conoce.

Más difícil me resulta mostrarme partidario de un ateísmo o materialismo mecanicista. Creer que las maravillas de la naturaleza – la principal, el cerebro humano, donde se refleja o quizá se crea todo – son producto de la pura casualidad exige una cantidad de fe que sobrepasa mis posibilidades de persona básicamente escéptica.

Concluyendo, creo en el Dios C, aunque me gustaría añadirle alguna cualidad del B. Y es que una cosa es lo que creo y otra lo que espero.

Y está claro que, sin ese añadido, la creencia en C no resuelve lo fundamental. Porque la cuestión que en realidad importa no es si Dios existe, sino si se ocupa de nosotros.

 

13 comentarios

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13 Respuestas a “¿Crees en Dios?

  1. Encuentro esto, y lo veo y vivo y vuelvo a vivir. Y sigo vivo, me mantengo vivo, todo esta vivo. Gracias

  2. Honesto artículo, con el que coincido en gran parte. No sé si sería indiscreto preguntarle qué acabó respondiéndole a aquella joven amiga y si quedó le quedó claro su posición. Gracias.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Hola, Sergio. Lo que acabé respondiendo a aquella joven amiga es el artículo que acabas de leer. Ignoro si le quedó clara mi posición. Vivimos en distintos continentes y somos «amigos» en FB. Tiempos…

  3. Hay algo que comentas al final y que comparto: una cierta creencia desde la estética («maravillas de la naturaleza», dices). En realidad, el ateísmo también es una creencia.
    Me parece que la creencia en Dios o el ateísmo tienen mucho que ver en demasiados casos con una antropomorfización de lo que se entiende por Dios (el padre barbudo, A, del catecismo infantil, o el B, aristotélico-tomista) y, por otra parte, «dios» es un término muy desgastado por el uso.
    En ese sentido, soy más partidario de una mitología que de una teología, pero no considerando la mitología como narración fantástica sino como símbolo vital que nos facilita el encuentro con el Misterio. De hecho, el cristianismo ha sido sostenido por un contexto mítico previo, que sigue alimentándolo. De modo análogo, el budismo se sustentaría en la rica mitología del hinduísmo.
    Es ese Misterio (que iría más allá del modelo C), del que, sin saber nada, me parece fundamento amoroso de lo existente (a pesar de todos los pesares, que son muchos; el problema de la teodicea no tiene solución) y es el que me da esperanza. ¿En qué? Tal vez en que la vida de cada uno tenga sentido desde la ética, desde el amor.
    Creo coincidir contigo en dar más valor a la esperanza (aunque no se sepa muy bien en qué) que a la creencia como conjunto de afirmaciones.
    Personalmente, podría decir que creo vitalmente en un Fundamento Amoroso del mundo y, por mi propia tradición, Jesús se me muestra como una buena referencia en la relación con ese «Deus absconditus», con ese «Deus ludens» al que le van los dados de la contingencia.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Sensato comentario, Javier, que revela un alma positiva, por lo esperanzada. ¿Conoces la obra de Teilhard de Chardin? Veo algunas coincidencias en lo que dices. Si no lo conoces, en este mismo Blog lo puedes encontrar.

      • Gracias.
        Sí. Leí a Teilhard hace muchos años. Creo que muestra una visión mucho más poética que científica o teológica. Curiosamente, en el terreno cientificista, Teilhard resuena en las fantasías del físico Frank Tipler.
        Personalmente no comparto la perspectiva de Teilhard.

  4. rexval – M'agrada Wagner, l'òpera, la clàssica en general i els cantautors, sobretot Raimon i Llach. M'interessa la política, la història, la filosofia, la literatura, el cinema i l'educació. Crec que la cultura és un bé de primera necessitat que ha d'estar a l'abast de tothom.
    rexval

    Dios solo existe en la mente de quien cree que existe. Fuera de ella, no existe. Por eso es un concepto tan extraño para quien no cree en su existencia. Ni Feuerbach, ni Schopenhauer, ni Nietzsche, ni Russell creían en él. Solo existe lo que cualquiera puede comprobar empíricamente.

  5. Dios es uno de esos conceptos «in mente» que transcienden nuestra capacidad humana, como es lo humano para una hormiga. Existe en la conciencia, en la mente del creyente, pero es inaccesible como realidad objetiva. El ser humano se imagina a un Ser con unos atributos óptimos dispuesto a ayudarle y perdonarle, lo que le proporciona una «energía positiva». A veces es suplantado por la Virgen o algún santo, que también proporcionan esa energía para los creyentes (Macarena, Virgen del Rocío, etc.) . Los datos proporcionados por nuestros sentidos no constituyen un ascensor válido para llegar a esos horizontes transcendentes. La mierda pensante sigue siendo mierda. Has elegido un buen tema, Antonio

  6. El problema está en las definiciones. Definir significa poner fines. Y estos no son más que límites. La única forma de comprender el MAR es viéndolo. La única forma de comprender a Dios es con la evidencia, que significa videncia. Ésta es la tarea del filósofo, subir hacia lo más alto del otero donde la vista, o la videncia, alcanza los horizontes más lejanos.
    Joan (Mangas Verdes)

  7. Estimado Antonio, recibo puntualment tu blog, que sigo con gran interés. No soy persona cualificada para valorarlo pero si puedo decir que lo encuentro magnifico.
    Con un fuerte abrazo

    Carles