Edmondo De Amicis o los buenos sentimientos I

corazonCon escasas excepciones, las personas que más han influido en mi vida ya estaban muertas cuando yo nací. La mayoría, hace ya mucho tiempo. Y hace años también – tantos como tengo, menos ocho – que di con la primera de ellas.

Se llamaba Edmondo De Amicis y era italiano. Amaneció en casa la mañana de Reyes de 1948, junto con algunos juguetes en principio más ilusionantes para los pequeños que la habitábamos. Yo apenas hacía dos años que había aprendido a leer y aquél era el primer libro serio (no cuento infantil) que caía en mis manos.

Corazón (Cuore) era el título y lucía una presentación perfecta, obra de Ediciones Peuser, de Buenos Aires. La letra grande, clara; los espacios, generosos; las ilustraciones, cautivadoras, sugerentes, unas en negro, en las páginas del mismo texto y otras en color, en láminas insertadas; la traducción, correcta, con algunos italianismos o argentinismos muy comprensibles. Naturalmente, estas observaciones no corresponden a la época en que leí el libro por primera vez; son fruto de posteriores lecturas.

Lo que quizá me atrajo cuando me asomé por primera vez al libro fue la similitud entre lo que en él se cuenta y lo que yo vivía entonces. Similitud relativa, cierto, y hasta a veces inexistente, sobre todo visto el asunto desde aquí y ahora, pero suficiente para encandilar a un niño de ocho años.

Corazón consiste en el diario que escribe un niño de nueve años, Enrico Bottini, contando sus experiencias escolares: los maestros y sus enseñanzas, los padres y sus consejos, los compañeros, las familias de algunos compañeros, las historias que se van intercalando (una de ellas, De los Apeninos a los Andes, había de alcanzar popularidad extraliteraria gracias a la televisión y a los dibujos made in Japan, con el nombre de Marco).

Sí, las experiencias que yo vivía en aquel momento guardaban cierto parecido con las que se mostraban en el libro. Pero las diferencias eran notables: mi colegio estaba regentado por religiosos (Hermanos Maristas) en un momento en que, después de la guerra civil española, se había impuesto el llamado nacional-catolicismo; el de Enrico, por laicos (escuela pública italiana), de matiz humanista y claramente progresista. Y de esta diferencia se derivaban todas las demás.

La verdad era que la España de la década de los cuarenta del siglo pasado no se parecía en nada a la Italia de la década de los ochenta del siglo XIX, años en que se escribió el libro. Y era normal. Aquella España acababa de salir de una guerra fratricida, tras la que se había impuesto la parte menos humanista y progresista del país, por decirlo de alguna manera. Aquella Italia hacía poco más de una década que, tras episodios también sangrientos, había conseguido la unidad de las tierras y pueblos de la península y se había constituido en un Estado-Nación, del que prácticamente todos, con independencia de ideologías o credos, se sentían orgullosos.

Había nacido el patriotismo italiano. El más joven de Europa. Y, como todo lo joven, quizá el más limpio y espontáneo. En ese ambiente vivió y escribió el autor de Corazón. (continúa)

(De Los libros de mi vida)

7 comentarios

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7 Respuestas a “Edmondo De Amicis o los buenos sentimientos I

  1. Yo también fui a Maristas (mejor decir «fui a» que «estudié en»). No leíamos allí Corazón. Supe de ese libro un día en que mi padre me dijo que la historia (triste para mí) en que se basaba una película («De los Apeninos a los Andes») estaba incluida en esa obra y que él la había leído cuando fue a la Escuela Pública, mucho antes de la guerra.
    Fue mucho más tarde que leí ese libro. Y me encantó. Es un libro que encanta cuando es leído con ojos de niño, del niño que cada adulto lleva dentro, como nos ha enseñado el psicoanálisis.
    Es un libro sencillo, educativo en el noble sentido; es un libro que podríamos llamar puro, porque llama a la pureza originaria, a lo que nos une, a lo que nos alimenta espiritualmente en esta tierra. Habla de la Patria como algo materno, como si fuera «Matria» más bien.
    Apenas me acuerdo bien de todo su contenido, pero ese texto lo recuerdo como algo bueno, como uno de esos pocos libros que nos unen en lo más básico.
    Como las películas de Cantinflas, Corazón es algo que nos hace valorar la sencillez, la ingenua bondad, porque, si la bondad no es algo ingenua, difícilmente es bondad.
    Agradezco mucho este post.

  2. CORAZÓN fue, Antonio, también uno de mis primeros libros, si no el primero, al menos así lo tengo en mi memoria, lo tengo registrado como la aventura de buscar la madre, debe ser entonces de los Apeninos a los Andes, cada tanto me pregunto donde habrá ido a para ese libro, o la madre tal vez,, «buscar a la madre», ¿la seguiremos buscando? Los que hemos tenido con nuestra madre una relación como la que tuvo SCH con la suya tal vez este del otro lado de los Andes.. Saludos Antonio.
    RAUL

  3. Puede que sea solamente una coincidencia, Antonio: Corazón fue también uno de mis primeros libros. Con el paso de los años uno aprende a valorar lo que sus abuelos y padres trataron de inculcarle, sin atosigar, eso sí.
    Por cierto, muy generosa y tolerante tu valoración de «la parte menos humanista y progresista del país»; esa parte o bando no demostró ni demuestra todavía característica humanista ni progresista alguna. Y ya han pasado muchos años…
    Un abrazo.

    • antoniopriante
      antoniopriante

      Amigo Nymo, es que no se trata aquí de ponerse en plan riguroso o crispado, sino de contemplarlo todo desde cierta altura (cosa de la edad), con humanismo y humorismo, por decirlo de alguna manera, sin descartar el punto ácido en su momento, por supuesto.

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