Séneca: teoría y práctica del suicidio

Tácito nos cuenta el proceso del suicidio de Séneca. Y digo “proceso” porque fue más bien largo y accidentado. Rodeado de amigos en su casa romana, primero se hace cortar las venas de los brazos y las piernas. Pero el hombre es tan viejo (69 años), débil y seco que la sangre apenas fluye por las heridas abiertas.

Entonces toma cicuta, el mismo veneno con que Sócrates acabó con su vida. Pero su agotado organismo no responde en ningún sentido. Mientras tanto, va dictando frases se supone que memorables (suposición que no podemos comprobar porque no se ha conservado ni una palabra). Finalmente, se introduce en una bañera de agua caliente, cuyos vapores aceleran el mal que le ha acompañado toda la vida y del que finalmente muere: el asma.

Con ser artísticamente destacable (aunque, comparado con el de su sobrino Lucano, resulta algo chapucero) no es el acto en sí lo que nos llama más la atención, sino el hecho de que provenga de un hombre que había meditado y escrito mucho sobre el asunto. Y es que, además de actor, Séneca fue un gran pensador y crítico acerca del arte del suicidio. En su obra aparecen constantes reflexiones sobre el tema. Nos dice, por ejemplo, que nosotros, que no hemos pedido esta vida, la podemos aceptar mientras sea algo digno, pero si se convierte en algo abyecto o simplemente desagradable, nada nos obliga a seguir en ella. Porque lo que importa no es la cantidad de vida, sino su calidad. Expresión que parece anacrónica, por lo moderna, y que sin embargo traduce fielmente su pensamiento: cogitat semper, qualis vita, non quanta sit. La vida es algo libremente asumido, sostiene Séneca, si se tiene el valor, cuando conviene, de salir de ella. La naturaleza nos ha dejado la salida libre, y los que piensan que el hombre no debe quitarse la vida nos cierran el camino de la libertad.

Para el estoico Séneca lo que sobre todo da valor a la vida es la actitud de la persona en su recorrido, una actitud que ha de ser de dueño, no de siervo, de dominador, no de dominado. La dignidad. Y si el hombre es el artífice, el gobernante de su vida, también el suicidio habrá de ser un acto de gobierno, no el resultado de una pasión enfermiza. Ha de haber una prudencia, una sabiduría en el suicidio, que nos evite al mismo tiempo la precipitación y la cobardía. El varón fuerte y sabio, de la vida no debe huir, sino salir (non fugere debet e vita, sed exire). Digno y bello programa.

(De Del suicidio considerado como una de las bellas artes)

4 comentarios

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4 Respuestas a “Séneca: teoría y práctica del suicidio

  1. Mr Nobody. Coincido contigo en que el suicidio no es un acto de cobardía en el supuesto ideal que bien explicas. Pero en la mayoría de casos, en la vida real, no se aplica este supuesto. Sino mas bien las particularidades que mencionas como enfermedad mental, irracionalidad e impulsividad, seria mas bien regla general. Todo esto intentando ceñirse a la mayor objetividad posible y no entrar en las vastas contradicciones, que el tema amerita.

  2. En respuesta a J. Salavert :
    Alguna vez usted se ha planteado cuantificar el valor necesario para matarse uno mismo? Y no me refiero a un acto impulsivo e irracional, fruto de un instante de descontrol ni a una acción fruto de la enfermedad mental; me refiero a matarse tras meditar largamente sobre ello y como medida escogida por razones que se exponen como justificantes válidos.

    Señalar el suicidio como acto de cobardía es algo tan absurdo y equivocado que no requiere apenas contestación para dejar claro el concepto. Todos los seres vivos tienen algo llamado instinto de autoconservación, que es el más poderoso de todos los instintos que existen. Vencerlo es la más ardua de las tareas que una mente puede emprender contra la biología. Más allá de los instintos, matarse es renunciar a todo lo que posees, a todo lo que fuiste, lo que eres y lo que podrías haber sido en un futuro, y esto tampoco es sencillo de asumir. Suicidarse es algo que exige mucho arrojo y firmeza de carácter.

    Piense sobre ello, y observará que lo que le digo es cierto.

  3. Me gusta mucho este post. Muy instructivo. Coincido plenamente con lo que dijo Séneca; lo ideal será saber encontrar el momento, el punto en el tiempo, de equilibrio, la situación oportuna para salir con aplomo, con serenidad, con dignidad. Durante un tiempo he pensado que suicidarse es en realidad una muestra de debilidad, de cobardía. Y en cierto modo, cuando es una escapada, así lo es.

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