No todas las opiniones son respetables

Todas las palabras que denotan conceptos adolecen de cierta tendencia al desplazamiento de sentido. A veces, este desplazamiento es tan acusado que una frase o palabra puede a llegar a significar exactamente lo contrario de lo que significaba en su origen. En política, por ejemplo, está claro en el vocablo “popular” que, nacido para denominar el pueblo raso (el que se ha pasado la historia comiendo poco y trabajando mucho), ha venido a designar las opciones políticas más conservadoras.

Otras veces es una idea que, al ir de boca en boca, va perdiendo parte del significado original y, tras las modificaciones verbales pertinentes, llega a expresar una cosa muy distinta.

El derecho a la libertad de expresión es algo hoy incuestionable en las sociedades democráticas, y sin más límite que lo delictivo (la calumnia, la injuria, la incitación al delito). Todo el mundo en esas sociedades respeta o dice respetar el derecho a la libre expresión. Pero lo que se expresa al amparo de ese derecho ¿se ha de respetar también en todo caso? Esto es lo que directamente afirma la frase “todas las opiniones son respetables”.

Proposición falsa, porque, si uno va por el mundo con los oídos abiertos, fácilmente llega a la conclusión de que la mayoría de las opiniones no merecen el menor respeto. Y no digamos ya en el ágora mundial abierto en internet, que a veces se me representa como una extraña prolongación de aquellos casinos de pueblo en los que, entre el humo del tabaco y el ruido de los tacos de billar, todo el mundo pontificaba sobre lo humano y lo divino y solucionaba los más delicados problemas políticos y sociales en un plis plas.

En todo caso, hay que tenerlo claro. Y cuando a uno le digan “oiga, esta es mi opinión, y todas las opiniones son respetables”, hay que contestarle “oiga, lo respetable es la persona opinante y su derecho a opinar, y por eso le he escuchado respetuosamente, y por eso precisamente puedo ahora decirle que lo que usted ha opinado es tan absurdo (disparatado, idiota, criminal, vulgar… colóquese lo que proceda)  que no merece ningún respeto”.
Esta es mi opinión. Perfectamente respetable, espero.

3 comentarios

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3 Respuestas a “No todas las opiniones son respetables

  1. Pues yo creo que, más que a una creencia en el relativismo, el frecuente uso de la frase en cuestión se debe a la pereza mental, que prefiere las cosas hechas (tópicos, lugares comunes) a pensarlas y hacerlas por cuenta propia.

    • Sí, hay pereza mental. Pero es que el relativismo es de perezosos. Acertar en la diana es mucho más dificil que errar el tiro. Por eso los perezosos prefieren invertir los términos. Así Todo tiro fuera del la diana es un acierto.

  2. Sería mucho más sencillo separar la opinión del opinante. Si se aplicara en el ámbito de la moral se podría criticar muchos comportamientos -políticamente correctos- sin necesidad de que nadie se sintiera juzgado. Pero la cuestión está en el relativismo. La frase «todas las opiniones son respetables» se fundamenta en la «creencia» de que no existe la verdad absoluta. Así lo relativo no es -como sería lógico- hacia un posible absoluto, es hacia la nada más absoluta. Y así nos va.

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