Agosto: encuentros en la historia-ficción

Agosto es un mes extraño. Por lo menos en esta zona del planeta donde vivo y desde donde escribo. La hierba deja de crecer, los árboles dan sus últimos frutos, la noche empieza a ganarle terreno al día, las sombras se alargan, las oficinas se vacían, los pequeños comercios y talleres proclaman “cerrado por vacaciones”, hombres y mujeres suspenden sus tareas habituales y van de aquí para allá en busca de sensaciones nuevas, de tranquilidad o de otras cosas que tampoco existen, se incuban divorcios, caen las primeras hojas de los árboles, toda actividad se ralentiza.

Visto el panorama, no tiene sentido que este blog, que nació con tanto ímpetu, mantenga el mismo ritmo durante un mes en el que todo languidece. Además, el vaciado de oficinas al que antes he aludido dicen que tiene como consecuencia una drástica reducción de la actividad en las redes sociales y resto de internet. Así que, adelantándome al posible desierto en el que mis palabras podrían perderse, he decidido prescindir de entradas originales durante todo el mes.

No obstante, para mantenerlo vivo, publicaré una o dos veces por semana pequeños fragmentos de mis obras, editadas o no. Y, para darle cierta unidad o coherencia al invento, he pensado en recurrir a los encuentros entre ciertos personajes de la historia, que se recrean en ellas.

Es curioso, porque no fue premeditado: resulta que, en todas mis novelas «históricas», hay un momento en que se produce el encuentro entre dos personajes,  en ocasiones registrado por la historia, y se desarrolla un cambio de impresiones entre ambos, que en ningún caso la historia nos ha transmitido… pero que yo he adivinado (y dudo de que se me pueda demostrar lo contrario).

Estos son los personajes enfrentados, las novelas y los contextos, en dos líneas:

Ausonio, poeta paganizante, que no consigue digerir el cristianismo, y Ambrosio, obispo de Milán, figura máxima de la Iglesia, capaz de imponerse al mismo emperador Teodosio. LA CIUDAD Y EL REINO.

Catulo, poeta apasionado y lúcido, y Julio César, líder político inteligente y ambicioso.  LESBIA MÍA.

Cicerón, intelectual sólido y político dubitativo, y Julio César, tan pragmático, amigable y ambicioso como siempre. LA ENCINA DE MARIO.

Petronio, escritor, esteta y cortesano de Nerón, y Séneca, filósofo moralista y consejero de Nerón. CONVERSACIONES CON PETRONIO.

Schopenhauer, filósofo de la vida, y Goethe, poeta de la vida. EL SILENCIO DE GOETHE O LA ÚLTIMA NOCHE DE ARTHUR SCHOPENHAUER.

Larra, escritor romántico y Dolores, burguesa romántica. EL CORZO HERIDO DE MUERTE.

Dante, poeta, político y sabio, y Bonifacio VIII, soberano de Roma y sumo pontífice de la Iglesia católica. LA ALTA FANTASÍA.

Quizá en algún caso haga un pequeño recorte (perdón), dada la larga extensión de algunos fragmentos. Aunque creo que, a estas alturas, ya ha quedado claro que los seguidores de este blog son lectores de verdad, no simples usuarios del medio.

Gracias por la atención (suponiendo que no todo sea desierto de agosto).

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